Los ecologistas reciben de buen grado este nombramiento a quien fue comprometido docente, valedor de la historia, divulgador y defensor de la cultura canaria. Ya este colectivo dedicó un sencillo reconocimiento con la asistencia de sus familiares en las IV Jornadas de los Ingenios Azucareros

El profesor, historiador, escritor e investigador Pérez Aguado aúna a sus méritos una emotiva cercanía hacia su persona, su larga trayectoria y el trabajo expresivo, sencillo y serio de divulgación de las raíces y tradiciones populares.

Siempre dado a la palabra ya compartir ideas y reflexiones y como profesor y dinamizador cultural ha sido crisol de un movimiento de renovación pedagógico, a la vez que dinamizador de grupos juveniles en el barrio de El Calero de Telde. Valedor incansable de la historia de Telde donde ejerció su labor docente con una didáctica de proximidad personal y pedagógica en sus enseñanzas para la vida y la convivencia. También en la puesta en marcha de prensa escolar y acercar la radio a los aprendizajes de la escuela, tareas premiadas por su gran valor educativo.

Su dedicación a la difusión y divulgación de lo canario comenzó con los libros de cómics: La Conquista de Canarias 1 (1978), La Conquista de Canarias 2 (1979), Infortunios en las Afortunadas 1 (1980), Infortunios en las Afortunadas 2, muchos disfrutamos con su estudio y su lectura.

La juventud de Telde le debe sus desarrollos en la formación de tantos estudiantes, familias y en la consecución de una ciudadanía conocedora de su historia, sus valores y una aptitud crítica y activa en la conservación y cuidado de los mismos. Sus novelas, las historias y leyendas de Telde, sus estudios sobre la caña de azúcar, la arquitectura gótica, su acercamiento a la historia de la Villa de Ingenio y San Bartolomé de Tirajana. De su sabiduría y conocimiento enciclopedista deja clara constancia su obra Gran Canaria. Caprichos de la naturaleza (2019), una completísima obra de reciente aparición.

Turcón Ecologistas en Acción, desde la admiración y el respeto que siempre hemos tenido al profesor Luis Pérez Aguado, reconocemos lo apropiado de la petición al Ayuntamiento de Telde de la Asamblea del Círculo Cultural de nombrarle Hijo Adoptivo de la Ciudad de Telde en aplicación de la normativa de honores y distinciones de la corporación.

Quien tanto ha contribuido en trasmitir conocimiento y valores a ciudadanos/as y generaciones de estudiantes a través de la palabra, la expresión escrita y la difusión y defensa de la identidad de la ciudad merece que su legado perdure con este nombramiento y en cuantas acciones se consideran relevantes.

“A mi padre le encantaba el boxeo, yo le ayudé cuando fundó el club”, pero el deporte que siempre corrió por sus venas fue el balonmano, fundando el histórico club aldeano en el que jugó y, más tarde, entrenó

“Uno no es de donde nace, sino de donde crece, se alimenta y se forma”. “Tu capacidad de arraigo depende de tu implicación con tu entorno”

El Centro Municipal de Cultura acogerá este sábado, 20 de noviembre, la celebración del acto institucional de entrega de Honores y Distinciones La Aldea de San Nicolás 2021 en la que José Miguel Rodríguez Rodríguez recogerá la distinción de Hijo Adoptivo del municipio.

“He de reconocer que cuando el alcalde me comunicó en el año 2019 su propuesta para ser Hijo Adoptivo me sentí muy honrado”, además, Rodríguez ha subrayado el enorme orgullo de compartir protagonismo este sábado con tantas personas válidas y merecedoras de reconocimiento y, sobre todo, con quienes han contribuido a que La Aldea pueda soñar con una carretera digna.

"Aún tengo presente la complejidad que nos tocó sufrir durante años hasta que finalmente se encargó el estudio informativo para la carretera siendo concejal de Urbanismo y Celestino Suárez, alcalde. O cuando nos tocó salir a la calle en el 2014, caminando desde Gáldar hasta el Auditorio Alfredo Kraus, junto a centenares de aldeanos y aldeanas en un momento histórico con una amplia cobertura social en lo que fue conocida como la Marcha en defensa de la carretera de La Aldea”.

El Hijo Adoptivo no dudó en calificar este hito como “un logro de todo un pueblo que, con mayor o menor determinación, ha sabido unir sus esfuerzos individuales y de grupo para hacer realidad un proyecto de vital importancia para La Aldea”. Una conquista de la que “siempre me sentiré orgulloso como debemos estarlo todos los aldeanos”.

Orígenes

Atrás quedaron los recién estrenados años cincuenta del pasado siglo, cuando los socios de la Comunidad Bersabé le propusieron a su padre hacerse cargo de la empresa tomatera de exportación situada en La Aldea. Una oportunidad laboral que permitió a la familia Rodríguez, con sus dos hijos, mantener un respiro económico en plena posguerra y después de haber prestado servicio durante siete largos años en el ejército.

Como nuestro protagonista, La Aldea recibió en esos años la llegada de decenas de familias procedentes del Valle de Agaete, Tejeda, El Risco, Carrizal de Tejeda, Telde o Fuerteventura. “Recuerdo que el barrio de La Ladera estaba formado, en su mayoría, por galdenses que llegaron para trabajar en la incipiente economía tomatera de exportación”, ha destacado José Miguel Rodríguez.

“Mi madre insistió en buscar una casa que estuviera cerca de un colegio y, por eso, nuestro destino fue la calle Juan Marrero, estudié con Don Federico, después al Colegio de La Palmilla, continué mis estudios y me presenté por libre en Las Palmas de Gran Canaria hasta que, finalmente, me hice maestro de escuela”.

José Miguel Rodríguez hizo hincapié en que se siente “profundamente aldeano”, porque “uno no es de donde nace, sino de donde crece, se alimenta y se forma”. Pero también es importante destacar que ha insistido en que todo eso no importa porque “tu capacidad de arraigo depende de tu implicación con tu entorno”.

En este sentido, Rodríguez no ha pasado desapercibido en el pueblo. “A mi padre le encantaba el boxeo, yo le ayudé cuando fundó el club”, pero el deporte que siempre corrió por sus venas fue el balonmano, fundando el histórico club aldeano en el que jugó y, más tarde, entrenó.

Esa implicación con su tierra quedó patente en su faceta política. Concejal en la oposición, con responsabilidades de Gobierno y alcalde, Rodríguez siempre se sintió atraído por la gestión pública desde muy joven, presentándose en las primeras elecciones democráticas en la década de los años setenta. “Una cosa siempre he tenido claro y es mi convicción de trabajar por la ciudadanía desde el nacionalismo canario a lo largo de todo su proceso evolutivo”. Su trabajo comenzó con Unión del Pueblo Canario, participó de su transformación hacia Coalición Canaria desde Iniciativa Canaria (ICAN) hasta la actualidad con Nueva Canarias.

Entre muchos de sus objetivos durante su período como alcalde se encontraba la modernización del Ayuntamiento y, aferrado a la identidad de un pueblo que siempre luchó por proteger su herencia, José Miguel Rodríguez no desaprovechó la oportunidad para proponer, en sesión plenaria, recuperar el nombre de La Aldea de San Nicolás.