Alejandro Correa ‘Muestra’ paisajes de visiones fragmentadas en la Sala de Arte Contemporáneo -SAC-

Septiembre 07, 2022

Del 9 septiembre al 11 de noviembre se podrá visitar en este espacio dependiente del área de Cultura del Gobierno de Canarias

Los paisajes de Alejandro Correa (Santa Cruz de Tenerife, 1984) surgen de un recogimiento voluntario, donde la memoria y el recuerdo se materializan en imágenes que irrumpen desde su propia subjetividad. Visiones fragmentadas e instantes sugeridos tejen la narración interna de este artista que nos ofrece, en la Sala de Arte Contemporáneo en Santa Cruz de Tenerife, su palabra camuflada en cada uno de sus cuadros.

Con el título ‘Muestra’, Correa reúne en el espacio expositivo del 9 de septiembre al 11 de noviembre, paisajes abigarrados «líneas de horizontes que reducen la naturaleza a campos de color o cielos cósmicos para desvelar una pintura que, lejos de ser una mera descripción de lo que nos rodea, se constituye como una evocación de un estado de ánimo y de una forma determinada de observar aquello que llamamos realidad», apunta Verónica Farizo en el texto que acompaña esta exposición.

La figura humana aparece en su obra, recuperando «la tensión palpable entre el microcosmos y el macrocosmos, actualizando, desde el presente, la sensibilidad romántica que surge al experimentar la contradicción y el misterio de un entorno en constante cambio». Junto a esta naturaleza sublimada, sus paisajes humanos nos presentan a mujeres y hombres sin contexto ni

relato. La extrañeza y el desarraigo que los define aparecen insinuados por medio de un escenario cuyos fondos están diluidos y en extinción, y casi como personificaciones literarias, «sus protagonistas bien podrían pasearse por las páginas de Poe o Kafka al ser sujetos con identidades fragmentadas que se disuelven en ciudades que los absorben en sus extravíos», explica Farizo.

El recorrido por estos escenarios es para el artista un camino ineludible para mantener la cordura. Consciente de ello, Correa repite sin cesar una obra tras otra manteniendo los mínimos elementos necesarios: el paisaje y el ser humano. Estos elementos hacen que su pintura pueda considerarse un ejercicio ampliamente metafísico a través de paisajes como una ensoñación, como una visión que surge de una contemplación que trasciende la mera mirada empírica de la realidad.