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Artículo de opinión: 'El poder transformador del Salto de Chira', por Antonio Morales
Gran Canaria se ha caracterizado históricamente por perseguir objetivos ambiciosos, acordar consensos sociales para alcanzarlos y mostrar coraje y determinación para superar dificultades y resistencias. Esto es lo que nos está ocurriendo con la construcción del Salto de Chira en el barranco de Arguineguín, que es la gran apuesta para descarbonizar la producción de energía en la isla y disponer de más agua para mitigar los efectos de la sequía
El proyecto de Salto de Chira simboliza la capacidad de la sociedad grancanaria para definir las necesidades y prioridades que debe resolver a corto y medio plazo y acometer una estrategia eficaz que permita que sea realidad en el menor tiempo posible. Cuando el pasado viernes hacíamos una primera visita a las obras de las instalaciones de la central hidroeléctrica en el barranco de Arguineguín, los representantes sociales que habíamos invitado a acompañarnos, lo que destacaban, además de la trascendencia de las actuaciones, es que no era un proyecto sino una realidad. No anunciábamos previsiones, comprobábamos certezas, actuaciones, obras en marcha con un ritmo profesional y responsable por delante de los plazos establecidos.
Los avances sociales nunca son resultado de la casualidad. El gran proyecto de Salto de Chira que va a definir el futuro energético e hídrico de nuestra isla, nos habla de una sociedad madura que ha sabido articular todas las decisiones para que una actuación de unos 600 millones de euros, progrese hoy en medio de unos de los parajes más hermosos de la isla de Gran Canaria. Se desarrolla con respeto y en diálogo con ese paisaje único que nos identifica y que se engrandece al acoger una Central que nace para que Gran Canaria avance con paso firme hacia la descarbonización y la ruptura de la dependencia de los combustibles fósiles. También nos permitirá disponer del agua que necesitamos para combatir una sequía que nos desertiza. Y estamos interviniendo en este paraje natural con la mayor actuación medioambiental de estas características realizada en Canarias. A lo largo de más de 17 kilómetros se elimina toda la flora invasora y se incorporan, regenerando el medio, más de 14.000 plantas endémicas.
Para llegar a donde estamos se han conjuntado una serie de factores que de nuevo permiten a nuestra isla liderar un reto decisivo para nuestra supervivencia en las próximas décadas. La alta conciencia medioambiental de una parte significativa de la población está detrás de esta iniciativa. La conciencia ciudadana nos empuja a los responsables públicos a buscar alternativas técnicas y presupuestarias para que lo que es urgente sea viable. Y, además, la expresión pública de ese sentir colectivo permitió que en los momentos de debate y de contestación por otros sectores, se impusiera un sentir mayoritario por la sostenibilidad y la adaptación al cambio climático. Tenemos que seguir contribuyendo a que esa conciencia medioambiental se generalice y consolide en todos los sectores de nuestra sociedad.
Y quiero destacar también el valor de la política, justo en unos tiempos en que se pretende denigrar y desvalorar la importancia de lo público, de las instituciones democráticas y de los que ejercemos la representación institucional. Desde el Cabildo de Gran Canaria hemos tomado decisiones trascendentales para que Salto de Chira esté avanzando como lo está haciendo: en primer lugar, seleccionando la transición energética y la seguridad hídrica como dos prioridades estratégicas de nuestra acción de gobierno. En segundo lugar, poniendo a disposición del proyecto el enorme patrimonio hidráulico insular de carácter público que constituyen las presas de Chira y Soria, que son fruto de una visión histórica de nuestros antepasados. Y en tercer lugar, cuando heredamos del gobierno anterior un proyecto de generación que se realizaba con energías fósiles, con el impagable asesoramiento de nuestros técnicos del Consejo Insular de Aguas y de Red Eléctrica de España optamos por una Central Hidroeléctrica de almacenamiento que nos va a permitir disponer de energías limpias así como garantizar al menos un 50% de utilización de renovables en la isla, porque se podrán almacenar, reduciendo de golpe un 20% las emisiones de CO2.
Lo importante de decidir desde Canarias, en este caso desde Gran Canaria, es que sabemos cuáles son nuestras urgencias. Y si necesario es descarbonizar la producción energética y avanzar hacia la ruptura de la dependencia de los combustibles fósiles, conseguir agua para nuestra agricultura y ganadería es igual de decisivo. Y por eso, se ha incorporado en la concesión a Red Eléctrica que el Cabildo dispondrá de 750.000 m3 anualespara su distribución en las cuencas deTunte, Mogán, Tejeda y Artenara. Y con la misma sensibilidad se solicitó y consiguió que la financiación íntegra de las obras corriera a cargo del Estado por la trascendencia que va a tener en la reducción del costo de la generación eléctrica en las islas: 122 millones de euros.
Es fácil comprender que estamos ante una obra de una enorme complejidad técnica, económica, administrativa, medioambiental, financiera y política. De aquí que los riesgos de que la iniciativa descarrilara han sido enormes. Por eso, es de justicia la mención y el agradecimiento especial a tres entidades que están impulsando la ejecución y la implementación rigurosa del plan de construcción: el Consejo Insular de Aguas de Gran Canaria con sus técnicos volcados y disponibles las 24 horas del día, Red Eléctrica de España que está demostrando una profesionalidad y sensibilidad con nuestra tierra extraordinarias, cumpliendo y resolviendo todas las incidencias que se producen y los servicios transversales del Cabildo que asesoran y tramitan el complejísimo expediente que exige información jurídica, fiscalización y conformidad de los órganos competentes.
Con la finalización de la Central en 2027 habremos dado un paso trascendental para ganar la batalla de la adaptación al cambio climático, pero además aportará a la imagen de la isla el valor añadido de que vamos en serio hacia una ecoísla en un momento en el que las personas que nos visitan tienen una enorme sensibilidad medioambiental y demandan una isla alineada con los principios de desarrollo sostenible a alcanzar en 2030. La isla se revaloriza y reafirma la singularidad que aumenta su atractivo. Tienen razón quienes afirman que el desarrollo sostenible, además de imprescindible, es rentable.
Asistimos a un enorme éxito colectivo que justifica que nos sintamos orgullosas y orgullosos de participar y colaborar en el progreso de nuestra isla. Estamos en el buen camino y es verdad que no podemos relajarnos y bajar la guardia, ni con este proyecto, ni con el conjunto de retos con los que estamos comprometidos para responder a las exigencias sociales, económicas y culturales del siglo que avanza. Pero es justo que disfrutemos como sociedad de los progresos que protagonizamos.
Gran Canaria lidera, por el esfuerzo y la implicación de todas y de todos, las transformaciones que nos harán más soberanos energética, hídrica y alimentariamente. También el de la innovación en este campo, porque estamos ante un proyecto de estas características único en el mundo. Al comprobar las luces del camino, recuperamos fuerzas para proseguir la marcha con la enorme ilusión y confianza colectiva así como con el convencimiento de que constituimos una sociedad madura que de nuevo sabe elegir sus prioridades para, con realismo y resistencia, construir los proyectos indispensables y sostenibles, por ambiciosos que sean, como es en este caso el Salto de Chira.
Este lunes 20 de enero, Donald Trump asumirá por segunda vez la presidencia de los Estados Unidos. Su reelección representa un gran triunfo para la llamada “internacional reaccionaria”, un movimiento compuesto por diversas corrientes de derechas y extremas derechas —neofascistas, nacional-populistas, y ultraliberales, entre otros— que ponen en peligro pilares fundamentales de nuestras democracias. Entre estos se encuentran el Estado del Bienestar, los derechos de las mujeres y las minorías, así como el respeto a la legalidad internacional.
Tal y como ya comenté en mi artículo de la semana pasada, aunque pueda parecer distante, esta situación implica serios riesgos para Canarias. Un elemento común de los movimientos de derecha radical es su negación del cambio climático, su oposición a las energías renovables y su apuesta por los combustibles fósiles. Trump ha llamado insistentemente a intensificar las extracciones de combustibles fósiles y el mismo canciller socialdemócrata alemán Olaf Scholz ha pedido a Von Der Leyen que flexibilice los estándares medioambientales para impulsar la competitividad de su economía, tal y como pide la ultraderecha de su país. Este enfoque sería devastador para un territorio como el nuestro, que ya experimenta con especial intensidad los efectos de la emergencia climática. Para Canarias, la mitigación y adaptación al cambio climático no solo es una necesidad, sino también una oportunidad para un desarrollo verdaderamente sostenible.
Es ampliamente conocido que Canarias, por su posición geográfica, juega un papel estratégico importante en el comercio internacional marítimo. El Puerto de Las Palmas está creciendo como centro logístico principal del Atlántico medio y ya en 2021, cuando el accidente de un barco inhabilitó el Canal de Suez durante una semana, Las Palmas se erigió como vía alternativa de tráfico marítimo. Por ello una guerra comercial derivada de las políticas arancelarias ultraproteccionistas como las que han anunciado Trump u otras derechas radicales, podría truncar el desarrollo del Puerto como una vía de diversificación e innovación para nuestra economía.
En su primer mandato, Trump reconoció unilateralmente la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, un gesto que probablemente se traduzca en un fortalecimiento del reino alauí como potencia regional durante su segundo mandato. Para Canarias, esto es una noticia preocupante, especialmente considerando los múltiples conflictos abiertos con Marruecos: disputas sobre aguas territoriales, la explotación de tierras raras, maniobras militares o prospecciones petrolíferas.
Y resulta mucho más grave tras el mensaje lanzado hace unos días de que pretende anexionarse por la fuerza Groenlandia y el Canal de Panamá y de que, incluso, Canadá podría ser un nuevo estado de Estado Unidos. Como escribió Miguel Roca el pasado martes en La Vanguardia se trata de algo “muy serio, muy grave y muy preocupante (…), una amenaza que genera incertidumbre y trastoca el orden internacional”. Para el político catalán esta amenaza de Trump recuerda a cuando Adolf Hitler “reclamaba el derecho de ocupar el espacio vital que Alemania necesitaba para asegurar su crecimiento y su seguridad”.
La reelección de Trump se inscribe en una ola reaccionaria que ha impulsado a fuerzas de extrema derecha en todo el mundo. En Europa, líderes como Viktor Orbán en Hungría y Giorgia Meloni en Italia representan esta tendencia. En Austria, el Partido de la Libertad, con raíces en el nazismo, ha sido encargado de formar gobierno tras ganar las elecciones. En Alemania, la AfD, otro partido con reminiscencias neonazis, espera obtener resultados destacados en las elecciones de febrero, mientras que en Francia, Marine Le Pen lidera las encuestas en medio de la mayor crisis político-institucional de la historia reciente del país.
El fenómeno no se limita a Occidente. En América Latina, fuerzas reaccionarias han ganado terreno, utilizando estrategias similares a las de Trump, como la desinformación y el populismo autoritario. El ascenso de gobiernos de corte ultraderechista en Argentina, con Milei, y en otros países, demuestra que la ola reaccionaria tiene alcance global, impulsada en parte por el debilitamiento de las instituciones internacionales y el auge de líderes que priorizan agendas nacionalistas excluyentes sobre el multilateralismo.
Sin embargo, limitar el análisis a los triunfos electorales sería un error. Estamos ante una profunda derechización de los valores, el pensamiento y el debate público. Incluso, principios antes incuestionables, como el apoyo a la democracia, están siendo erosionados. Esto es especialmente preocupante entre los jóvenes: según una encuesta de septiembre publicada por El País, uno de cada cuatro hombres de entre 18 y 26 años considera que el autoritarismo puede ser preferible a la democracia en ciertas circunstancias.
Las redes sociales, que son un espacio clave de socialización para las nuevas generaciones, han desempeñado un papel significativo en esta deriva. Bajo la influencia de magnates como Elon Musk, estos espacios se han convertido en plataformas para la difusión de bulos, mensajes de odio e ideas reaccionarias. Musk, en particular, ha utilizado su poder para desestabilizar democracias, apoyando abiertamente a partidos extremistas en Europa.
Un ejemplo reciente es su campaña en redes sociales para desacreditar al primer ministro británico, Keir Starmer, acusándolo falsamente de encubrir una red de pederastas pakistaníes. Lo irónico es que Starmer fue clave en llevar a los culpables ante la justicia. Este tipo de manipulaciones muestran cómo un excéntrico multimillonario con inclinaciones autoritarias puede amenazar a gobiernos democráticos sin que existan mecanismos efectivos para detenerlo.
La labor prioritaria de los nacionalistas de izquierda debe ser interpretar y responder a los retos globales desde nuestras coordenadas. No podemos limitarnos a ser espectadores, debemos intervenir activamente desde una perspectiva local. Por nuestra situación geográfica y por nuestras características únicas, Canarias es particularmente vulnerable a fenómenos como el cambio climático, la inestabilidad en el Sahel y África Occidental, las políticas migratorias y las turbulencias en el comercio internacional. Estos desafíos tienen un impacto directo en nuestra sociedad y en nuestra economía.
Es fundamental, por tanto, que las personas y las organizaciones progresistas de Canarias desarrollemos un proyecto de país y de gobierno que haga frente a esta ola reaccionaria. Desde la humildad, pero con determinación, debemos organizarnos para ser influyentes en el Congreso de los Diputados y contribuir a revertir esta dinámica en España. Asimismo, debemos librar la batalla cultural en defensa de nuestra identidad, que se basa en la apertura, la tolerancia, la paz, el respeto y la convivencia.
Antonio Morales Méndez. Presidente del Cabildo de Gran Canaria.
Llevamos un año asistiendo a un debate intenso en el seno de Nueva Canarias. Durante todo este tiempo las posiciones, lejos de aproximarse, han alcanzado su cenit de desencuentro en las últimas semanas con el anuncio de una de las partes en conflicto de abandonar la organización tras la decisión de la dirección de no plantear acuerdos hasta el congreso de julio
Durante todo este tiempo he mantenido una posición prudente para no contaminar mi papel institucional como presidente del Cabildo de Gran Canaria y para priorizar la estabilidad del gobierno insular que tan buenos resultados está proporcionando al progreso de Gran Canaria. La voy a seguir manteniendo, pero la casi certeza de que las diferencias de posición entre las distintas partes en conflicto dentro de NC no van a acabar en un acuerdo y sí a generar una fractura en la organización que representa al nacionalismo progresista en Canarias me obliga a compartir públicamente una reflexión responsable sobre las consecuencias graves de esa división.
La necesidad de un proyecto nacionalista de progreso en Canarias se ha hecho patente durante todos los años de la democracia: cuando hemos tenido representación en el Parlamento español defendiendo los derechos olvidados de esta tierra, en los gobiernos municipales que han liderado la transformación social y económica de esta isla tras la dictadura de Franco, desde el Cabildo impulsando un modelo de desarrollo ecosocial integrador para Gran Canaria y desde el Gobierno o en el Parlamento canario promoviendo un modelo de bienestar social que garantizara la sanidad, la educación pública o la defensa del territorio.
Con estos antecedentes, me preocupa enormemente que una fuerza que está siendo útil para la vida de nuestra gente y para defender los derechos de Canarias se fracture. Y con más razón si analizamos el contexto estatal e internacional en el que estamos inmersos en el que constatamos el aumento de los totalitarismos y los populismos así como el crecimiento de los movimientos de extrema derecha y fascistas en Europa y en el planeta. Y no nos puede ser ajeno.
La democracia está en crisis en el mundo. Avanzan los totalitarismos y las posiciones excluyentes que expulsan a los sectores vulnerables del disfrute de los derechos fundamentales. La “internacional reaccionaria” se extiende por el mundo. El negacionismo climático, la destrucción de lo público, la quiebra del Estado de Bienestar, de los derechos universales y de los derechos alcanzados se convierten en objetivos estratégicos para la ultraderecha, el ultraliberalismo y la antidemocracia. Crecen la desigualdad y la pobreza mientras unos pocos se hacen cada vez más ricos. La sociedad se polariza con el debilitamiento o la desaparición de las clases medias y la desesperación genera desconcierto y miradas hacia las posiciones extremas que impiden una salida integradora. Y todo esto se nota muchísimo más en territorios frágiles y aislados como el nuestro.
También la guerra comercial que va a desatar la anunciada imposición de Trump de aranceles a las importaciones, incluidas las de sus socios comerciales, puede tener un fuerte impacto en Gran Canaria, ya que tenemos en el Puerto de La Luz y de Las Palmas unos de nuestros principales vectores de diversificación económica.
Tampoco podemos olvidarnos de la importancia que tiene para las islas la construcción de un marco internacional de paz y respeto a la legalidad internacional. Tenemos una posición geoestratégica clave, y la creciente militarización de las relaciones internacionales así como el imperialismo de algunas potencias (Rusia, Israel, EEUU, Marruecos, etc.) puede tener efectos desestabilizadores poniendo en riesgo nuestra seguridad.
En España comprobamos cómo se afianzan los enfrentamientos entre los distintos partidos, lo que genera desafecto y rechazo hacia la política y las instituciones. Vemos también cómo aumentan el desprecio colonial a la realidad canaria y las posiciones conservadoras en gobiernos autonómicos que debilitan los servicios públicos y aumentan el centralismo excluyente. Esto supone una clara amenaza al estado de las autonomías como podemos comprobar, por ejemplo, con el trato injusto e insolidario que se da a Canarias al rechazar de manera sistemática una redistribución solidaria de la acogida de los menores inmigrantes que llegan hasta aquí.
Solo los territorios más autocentrados, con nacionalismos de amplia trayectoria y mucho apoyo popular, están siendo capaces de resistir al avance del centralismo o las políticas reaccionarias, a las que hacen seguidismo en muchas ocasiones los que se llaman partidos de estado como el PP o el PSOE. Siempre hemos defendido, y ahora es más necesario que nunca, que Canarias necesita tener una voz propia y potente en el concierto estatal, con más razones incluso que otros territorios por sus singularidades y por el tradicional olvido que sufrimos de esos poderes centrales.
La crisis de Nueva Canarias coincide con esa deriva totalitaria, geoestratégica y colonial que sufrimos a nivel estatal, continental y planetario. Sustraernos a esta realidad supone una enorme irresponsabilidad. Ahora, más que nunca, tenemos la obligación de apurar todas las iniciativas que se precisen para encontrar una solución racional al conflicto que amenaza terminar en una ruptura y, por lo tanto, en la división y el debilitamiento del nacionalismo progresista en Canarias.
En este contexto es fundamental contar en Canarias con un movimiento político nacionalista progresista, una voz que represente nuestras necesidades en un contexto de cambio de época. Y digo movimiento y no solo partido, porque tiene que ir mucho más allá de lo partidista-institucional y dar la batalla cultural y social en un momento de profunda derechización social y económica. Y lo cierto es que, hoy por hoy, Nueva Canarias es imprescindible para construir ese movimiento.
Dinamitar la fuerza actual del nacionalismo progresista y poner en riesgo las alianzas de izquierdas para los próximos años en las principales instituciones de Canarias es una enorme irresponsabilidad. La división fragmenta este espacio político, lo debilita de manera exponencial y quiebra, por tanto, la posibilidad de conformar gobiernos de progreso en ayuntamientos, cabildos y en la propia comunidad autónoma por mucho tiempo. Rompe la posibilidad de asumir el reto de combatir los efectos del calentamiento global, la carencia de viviendas, las disfunciones del modelo turístico o la desigualdad. Se abre paso al escenario que ya vimos hace unos años cuando Coalición Canaria gobernaba a su antojo utilizando los comodines del PP o del PSOE, según las circunstancias.
Con la ruptura con los grupos independientes, NC se debilita en Gran Canaria de manera notable. Perderá significativamente poder municipal, insular y autonómico. La posibilidad de sumar con grupos minoritarios en distintos municipios no es suficiente.
El conglomerado de grupos independientes, hasta ahora baluarte municipal de NC, se conforma, como todos sabemos, con una importante diversidad ideológica y corre el riesgo de volver a dividirse como en momentos no muy lejanos: la última alianza de NC con Sumar es una buena muestra de ello. Solos no podrán sino afianzar su poder local y, a lo sumo, tener presencia escasa en el Cabildo. La tentación que se podría plantear en esta amalgama independiente de caminar hacia alianzas antinatura provocaría una nueva división, una nueva fragmentación, una menor capacidad de decisión en las políticas insulares y autonómicas.
Estamos ante un momento crucial y solo la generosidad y la altura de miras de todas y de todos puede lograr un acuerdo digno. Diariamente se dirigen a mí ciudadanos y ciudadanas con la esperanza de una respuesta que les asegure la continuidad de una fuerza que está siendo útil para Gran Canaria y para el conjunto de Canarias. Lo que se está debatiendo es mucho más que una reorganización interna y que una discrepancia en una organización de tantas. La trascendencia que el debate está teniendo en la sociedad así lo demuestra.
Creo que es a la actual dirección de NC a la que corresponde una mayor responsabilidad para hacer frente a esta situación: es preciso que se afronte con altura de miras y sin personalismos. No se pueden sustentar las decisiones en mayorías orgánicas con muchísima menos representación institucional y muchísimo menos número de votos que la que representan quienes han planteado el conflicto. No se puede encontrar una salida sembrando bulos (yo entiendo bastante de esto puesto que lo he vivido en mis carnes) o generando inestabilidades. No se puede dar la espalda a lo que plantea el 80% de los cargos orgánicos o públicos de Gran Canaria. No se puede sustituir el debate político por lealtades personales.
Por parte del sector crítico no se deben plantear alternativas de la mano de la improvisación y la precipitación al comprobar que las vías del diálogo se agotan. Sin estrategias, con ambigüedades ante futuros pactos. Una huida hacia adelante para luego ver qué va a pasar es de una fragilidad peligrosa. El pragmatismo no puede sustituir a una determinación ideológica clara.
Reconozco que se ha perdido demasiado tiempo para alcanzar un acuerdo que considero factible y posible. Pero nunca es tarde si el objetivo lo merece. En el nacionalismo progresista no puede sobrar nadie. Estoy convencido de que la mayoría de nuestra sociedad, incluso de quienes no nos votaron, reconoce que un nacionalismo como el de NC es necesario para defender derechos fundamentales de nuestra gente. Es inexcusable responder a esa demanda. En la responsabilidad de todas y de todos está. Insisto: el auge de los totalitarismos, la antidemocracia, el iliberalismo, la ultraderecha, los neofascismos, el negacionismo climático o el desprecio a la realidad de Canarias aumenta la urgencia de buscar un acuerdo. Es una obligación histórica.
Antonio Morales Méndez. Presidente del Cabildo de Gran Canaria.
Artículo de opinión: 'El ejemplo de La Aldea', por Antonio Morales
Nos acercamos al centenario del triunfo de los hombres y mujeres de La Aldea en su lucha por la propiedad de la tierra. Se saldó con un decreto del ministro Galo Ponte en 1927 por el que se expropiaba la histórica Hacienda Aldea de San Nicolás, de 1.950 hectáreas, valorada en quinientas cinco mil pesetas de entonces, y se entregaba a los 400 agricultores que venían cultivándola hasta que se generó el pleito a comienzos del siglo XX. Estamos ante un hecho histórico muy importante que corre el peligro de olvidarse o desconsiderarse por la catarata de acontecimientos que vinieron posteriormente y por la vertiginosa marcha de la historia contemporánea que pareció acelerarse justo años después de estos sucesos
El pleito por la propiedad de la tierra agrícola de La Aldea comienza a principios del siglo XVII cuando los campesinos cuestionan la posesión de la nobleza, que reside fuera de la isla, sobre los espacios que cultivan y reclaman su derecho a disponer de esos terrenos. La esperanza de la llegada de gobiernos liberales en España anima a los colonos a amotinarse a comienzos del siglo XIX, repartiendo la Hacienda en la confianza de un cambio de Régimen. Esa esperanza se frustra y tendrá que pasar un siglo más para que, con nuevas y significativas movilizaciones, obliguen a una intervención del Estado que culmina con el famoso Decreto expropietario de Galo Ponte que reparte las tierras entre los agricultores que las cultivaban. Tres siglos de lucha con un final que hizo justicia.
Aquella reivindicación y aquella victoria fueron decisivas para entender el progreso de La Aldea durante el siglo XX y su conformación como una sociedad agraria que generó empleo, atrajo nueva población y propició la creación de un tejido empresarial en torno a la agricultura de exportación. Supuso el tránsito de una sociedad feudal a una sociedad moderna gracias al empuje y a la determinación de una población que no se rindió a las presiones del poder caciquil y aristocrático de entonces.
En la historia de los pueblos hay experiencias decisivas que condicionan su identidad y determinan su organización, sus relaciones y su proyección de futuro. La historia es “un incesante volver a empezar” y puede ser esa constancia de volver a empezar lo que le ocurriera al pueblo aldeano desde el principio de sus tiempos históricos después del derrumbe de la sociedad aborigen.
La trascendencia de aquellos acontecimientos va más allá de La Aldea y repercute en el conjunto de Gran Canaria. No solo por su ejemplaridad sino porque permitió la modernización de la producción agraria consiguiendo condiciones similares en toda la isla y garantizó unos ingresos dignos a la mayoría de la población. Las nuevas empresas que se constituyeron con ocasión del reparto de tierras legalizado pudieron organizarse en cooperativas y sociedades que dieron fortaleza a la estructura empresarial agraria grancanaria.
De aquellas movilizaciones quedó en la memoria colectiva el convencimiento de que La Aldea era un pueblo resistente y decidido y de que los poderes que nacieron de la conquista y que dominaban la política y la judicatura generaban una fractura y una parálisis social que obstaculizaban la modernización de la isla. La revuelta de La Aldea vino a denunciar esa situación y a terminar con las consecuencias de los injustos repartos de tierras y agua que se habían producido a partir de la conquista castellana.
Estos acontecimientos vienen a desmentir la idea de que la sociedad canaria ha sido incapaz de enfrentarse a situaciones de injusticia y dependencia que han limitado nuestros derechos y retrasado el progreso social. Es cierto que, como en el caso de La Aldea, no son acciones inmediatas y tenemos que esperar demasiado tiempo para resolverlas, pero se desmorona el mito de nuestra pasividad o de nuestra tendencia a la resignación. Las canarias y los canarios tenemos capacidad y experiencias de transformación que nos sirven para confiar en nuestra capacidade de crear futuro.
Lo que sí podemos comprobar es que somos un pueblo resiliente que resiste las adversidades sin destruirse y aprovecha esa energía para mantener la búsqueda de los objetivos que necesitamos. Lo que ocurrió con el Motín de Agüimes, lo que ocurrió en la Aldea, se había producido una década antes con la creación del Cabildo de Gran Canaria o poco después con la división provincial para aumentar nuestro autogobierno o con la expansión del puerto de La Luz. Y en tiempos más cercanos lo hemos vivido con la creación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
Y una enseñanza fundamental de la historia aldeana es que garantizar la máxima unidad entre todos los sectores implicados y el conjunto de la ciudadanía es la condición indispensable para avanzar como pueblo en cuestiones decisivas. Sucedió en los grandes acontecimientos que he citado, pero debemos mantenerla en los retos que tenemos que afrontar para el futuro inmediato.
Tenemos que avanzar unidos en la adaptación al cambio climático con la necesaria transición energética, hídrica y alimentaria. Es un reto en el que debemos comprometernos sin excepciones. Lo mismo tiene que ocurrir en nuestra justa reivindicación ante el Estado de encauzar equilibrada y solidariamente la acogida de los niños y niñas migrantes y sin referencias familiares entre todas las comunidades autónomas de España. Y con la misma resolución debemos reducir los niveles de pobreza de nuestra gente de manera que cada sector social asuma su parte de responsabilidad en la mejora de las condiciones de vida de la mayoría. Es imprescindible que rememos en el mismo sentido, como sociedad articulada, para diversificar nuestra economía alrededor de iniciativas verdes, azules o circulares.
La expropiación de las tierras benefició directamente a quienes las cultivaban. Estoy convencido de que Galo Ponte comprobó que no tenía sentido defender una propiedad que rentaba a quienes ni vivían, ni producían en la isla en contra de quienes sí generaban riqueza y progreso social ligado al territorio. Por eso hoy también necesitamos autogestionar nuestra riqueza para reducir la dependencia del exterior. Tenemos que favorecer un turismo sostenible que distribuya sus beneficios, incentivar al pequeño y mediano empresariado para que innove y aporte los nuevos servicios que la digitalización impone y formar a nuestra gente para que aporte talento y valor añadido.
Esta es la historia y a partir de aquí, desde el Cabildo de Gran Canaria y el ayuntamiento de La Aldea queremos conmemorar, difundir y compartir con toda la población la significación de estos acontecimientos, las enseñanzas que debemos extraer para afianzar nuestros valores y garantizar que las nuevas generaciones hagan suyas las conquistas que han hecho posible que La Aldea haya progresado y afianzado su identidad como sociedad libre.
Por eso, el Cabildo de Gran Canaria y el ayuntamiento de La Aldea han acordado un programa de actividades para actualizar la memoria de unos hechos que deben llenar de orgullo a toda la población, justa heredera de aquellas conquistas. Pretendemos también difundir ampliamente entre la sociedad aldeana y grancanaria en general la información y el significado de unos hechos relevantes al comienzo del siglo XX en nuestra isla. Y debemos impulsar la investigación histórica, sociológica y política de unos hechos que han tenido gran repercusión.
La historia es para aprender de ella, más en unos tiempos modernos donde resurgen ideologías que parecían desterradas y que ahora, en tiempos de crisis, reaparecen. No debemos repetir los errores colectivos del pasado y la celebración del Centenario del Pleito de La Aldea en este bienio de 1925-1927, va a ser un motivo para continuar unidos, labrando día a día la tierra que nuestros abuelos conquistaron. Renovamos así nuestro compromiso democrático por la igualdad y la dignidad de nuestra gente formando en ello a las nuevas generaciones para que promuevan la justicia social que la lucha de La Aldea nos facilitó.
Antonio Morales Méndez. Presidente del Cabildo de Gran Canaria.
Pino Ojeda, PinOjeda como ella firmaba, es una extraordinaria autora grancanaria, nacida en 1916 y fallecida en 2002, que ha permanecido olvidada durante décadas. Como muchas, desgraciadamente, por la sombra gris de la dictadura y el fanatismo. Afortunadamente, ha llegado la hora de redescubrirla y compartirla con todas las generaciones que no han tenido la posibilidad de conocerla y disfrutarla
Entre las prioridades culturales del Cabildo de Gran Canaria está el recuperar y reconocer el valor literario, creativo y artístico de muchas personalidades que han permanecido en el olvido durante casi un siglo por razones políticas, de género, etc. Para iniciar este apasionante reto hemos organizado un programa que pretende extenderse en el tiempo y en toda la geografía de Gran Canaria bajo el sugestivo título de EL PODER DE LA PALABRA.
Y la mejor imagen de este proyecto la tuvimos el pasado miércoles 23 de octubre en el Teatro Cuyás de nuestra capital, cuando 650 estudiantes de institutos de Gran Canaria conectaron por primera vez con la obra de Pino Ojeda presenciando la representación de su obra inédita “Morir una sola vez“. Reconozco que hacía tiempo que no me emocionaba y esperanzaba a la vez al comprobar de nuevo el poder de la obra literaria en contacto directo con una juventud abierta y expectante.
Aprovechamos la ocasión para visibilizar y reconocer la producción literaria de una mujer vanguardia en su tiempo e invisibilizada como lo han sido decenas de mujeres canarias de gran talento. Este acto se va a divulgar con otros recursos comunicativos como videos, relatos y documentos que proyectarán una experiencia que estoy seguro hará disfrutar a miles de grancanarios y grancanarias.
Este proyecto se va a extender a nuevos autores y autoras canarias y va a reforzar la apuesta del Gobierno de la isla, a través de su área de Cultura, por la creación y la libertad en todos los centros educativos de secundaria de Gran Canaria y en el conjunto de la sociedad. Es una manera también de poner a disposición de los centros educativos los recursos culturales, patrimoniales, museísticos y documentales de los que disponemos para que el alumnado y el profesorado cuenten con referencias y estímulos acerca de los valores que nos identifican.
La campaña enlaza cultura, juventud e inteligencia artificial. Hemos recuperado una obra de teatro inédita e inconclusa de Pino Ojeda y se ha completado utilizando la herramienta de la inteligencia artificial. Es todo un llamamiento para aprender a utilizar los nuevos recursos tecnológicos desde la autonomía personal, entroncándolos con la mejor creación literaria de las islas.
Pino Ojeda tuvo que sentirse muy feliz ese miércoles por vernos reunidos disfrutando de la palabra y valorando su obra como un pilar fundamental de la cultura canaria y universal. Estamos hechos de palabras. Nos hace humanos y nos hace libres. Porque la palabra es poderosa, tiene la capacidad de cambiar vidas, de mover corazones, de abrazarnos a otras culturas y de unir a los pueblos.
Y es más necesaria ahora que nunca para hablar de paz en un mundo convulso, para denunciar las guerras genocidas como las de Israel en Gaza así como las violaciones de los derechos humanos en el mundo, el aumento de la pobreza y las desigualdades y los cercos a las democracias.
Como escribió Pedro Salinas, “No hay duda de que en la palabra cordial e inteligente tiene la violencia su peor enemigo (…) Solo cuando se agota la esperanza en el poder suasorio del habla, en su fuerza de convencimiento, rebrillan las armas y se inicia la violencia”.
Está en nuestras manos usarla para dejar una huella en el mundo. Si no fuera por la palabra en estos momentos no estaríamos hablando de Pino Ojeda y de su legado. Hoy Pino Ojeda nos sigue acompañando, nos sigue ayudando a comprender su época, a entender lo avanzada que era su visión y cómo gracias a mujeres como ella en la actualidad tenemos más derechos y somos más felices.
La palabra me sirve, como presidente del Cabildo, para pedir la confianza de las grancanarias y grancanarios, para informar de la ecoísla que se afianza en Gran Canaria, para compartir las preocupaciones por los riesgos del cambio climático, para defender a las personas más vulnerables.
Me marcaron las palabras de mis abuelos, de mis padres, de mis mejores profesoras y profesores. Sus consejos, sus enseñanzas, me vienen a la memoria muchísimas veces. Son como farolillos encendidos que guían mi camino en los momentos de oscuridad.
Quiero escuchar la palabra de la juventud porque las necesitamos valientes, críticas, solidarias, canarias, creativas, respetuosas, firmes pero sin violencias…”Para que tú me oigas/ mis palabras/ se adelgazan a veces,” nos dijo Pablo Neruda. Sin temor a equivocarnos y, por tanto, a rectificar. Churchill lo expresó de una manera muy simpática: “A menudo me he tenido que comer mis palabras y he descubierto que eran una dieta equilibrada”.
El poder de la palabra es lo que nos da identidad, nos conecta con quienes queremos, da forma a nuestra memoria y a nuestras ideas. Siempre nos va a quedar la palabra, nadie nos la debe quitar. No podemos permitir que nos dejen sin ella. Debemos pensar con Blas de Otero cuando escribe: “Si he perdido la vida, el tiempo, todo/ lo que tiré, como un anillo, al agua;/ si he perdido la voz en la maleza/ me queda la palabra/.”
Le dije al alumnado que participaba en el acto del Cuyás que me gustaría que descubrieran la magia que hay en cada palabra que elijan, que encuentren en la literatura un refugio, un lugar donde volverse fuertes, críticos y, sobre todo, libres. Les insistí en que es el arma más poderosa para cambiar el mundo, y está en sus manos hacerla suya. “Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos”, como cantó Gabriel Celaya
Los eventos que estamos organizando para recuperar la figura de Pino Ojeda y los que haremos para dar a conocer a otros creadores y creadoras de Gran Canaria, si dejan alguna huella, un legado, será gracias a la palabra. Pino Ojeda lo sabía. Le dolía hasta el mar en silencio: “¡Qué tristeza me invade en lo más hondo/ al verte tan sumiso y tan callado/.”
Con sus palabras llegó a nuestro interior, donde siguen resonando. Para ella, como le contó en su día en una entrevista a Eugenio Padorno, “es el único medio para expresar lo inefable. La poesía no podría existir sin la palabra, porque la palabra es lo único que existe”. Por eso su verbo es una herencia imborrable. En tiempos convulsos, su obra es una inexpugnable fortaleza que nos permite protegernos de las tormentas y mirar con esperanza el futuro.
Estamos metidos de lleno en la celebración de Noviembre Forestal, una iniciativa que nació con el objetivo de acercar los bosques y su importancia a la sociedad. El próximo año se conmemora el 75 aniversario de las primeras repoblaciones de pinar en las cumbres de la isla, promovidas por el Cabildo de Gran Canaria. Esta efeméride señala el comienzo de un cambio de modelo de gestión del monte en nuestro territorio
Hasta ese momento, la desaparición de la masa forestal de pinar, laurisilva y termófilo, había alcanzado proporciones alarmantes. Se había convertido en un paisaje asolado que sufría una rápida desertización por la erosión del suelo desprotegido. Hoy, afortunadamente, la imagen es diferente. Disponemos de grandes pinares jóvenes de menos de 75 años junto a zonas con ejemplares que han sobrevivido varios siglos. Aun así, sólo el 15% de la superficie con capacidad forestal de la isla - 20.000 hectáreas- se encuentra arbolada, lo que supone que aún se puede incrementar la envoltura vegetal de Gran Canaria.
La iniciativa de reverdecer las cumbres partió del Cabildo de Gran Canaria, que encargó a su director de Vías y Obras de aquel entonces, Simón Benítez Padilla, el primer Plan Hidrológico. Lo culminó en 1946 y fue aprobado al año siguiente. Presas, granjas agrícolas experimentales, canales, viveros y consorcios de fincas se han ido haciendo realidad en la isla. 75 años de compromiso del Cabildo con la gestión del monte que, a medida que crecía en altura y extensión, presentaba nuevos retos de gestión que durante todos estos años ha ido afrontando esta institución.
Hoy el reto es muy complejo, ya que debemos proteger nuestra biodiversidad de la erosión, las sequías y los fenómenos meteorológicos extremos derivados del cambio climático. Una de las principales amenazas son los grandes incendios forestales. Este riesgo no existía hace 75 años, cuando los bosques se habían reducido a la mínima expresión y las zonas de cumbre abastecían con sus escasos recursos a una población menguante que luchaba por su supervivencia.
La repoblación forestal iniciada hace 75 años dio lugar a una gran ‘familia forestal’ que surgió por la camaradería entre el personal del Cabildo y la sociedad civil que participaba en las campañas del Día del Árbol. Pero estas actuaciones originaron poco después, paralelamente al crecimiento de los bosques y la consecuente acumulación desmesurada de biomasa, la amenaza de los grandes incendios forestales, por lo que tuvo que dotarse a la isla de los medios necesarios para prevenir y extinguir los fuegos.
Hoy día Gran Canaria ha sido testigo de incendios de ‘quinta generación’ y nos preparamos para un nuevo escenario de mayores amenazas ante el cambio climático. De una cuadrilla de peones para cuidar nuestros montes, liderada por el ingeniero Juan Hidalgo, hemos pasado a un amplio operativo de equipos de bomberos forestales, investigadores, personal técnico, helicópteros, tecnología punta y un dispositivo de equipos de Protección Civil en cada uno de los municipios. Pero no es suficiente. El fuego no responde a la lógica de los recursos que puedan destinarse a su extinción. Ningún servicio de extinción del mundo puede ya contener a los grandes incendios forestales de quinta y sexta generación que quedan fuera de la capacidad de extinción humana. Con unas llamas de decenas de metros de altura y unas velocidades de propagación nunca vistas, calcinan todo lo que se cruza en su camino, ya sean bosques o poblaciones.
La extendida expresión que afirma que los incendios se apagan en invierno no deja de ser cierta, aunque insuficiente. Por un lado, refleja la necesidad de realizar una permanente actuación sobre el monte para gestionarlo adecuadamente. Por el otro, la ‘eterna primavera’ de la que gozábamos está viéndose alterada por olas de calor cada vez más frecuentes y prolongadas. Ante este escenario, seguimos padeciendo largos ciclos de sequía que desecan nuestra tierra y la hacen más vulnerable al fuego. Es por esta razón por la que se mantienen los dispositivos contra incendios durante todo el año, reforzados durante la campaña de verano y equipados de medios de transporte y extinción, sistemas avanzados de vídeo vigilancia y otros recursos tecnológicos.
Estas medidas son fruto de la experiencia y de la estrategia que se desarrolla ante el fuego. Han sido varios incendios los que en los últimos años nos han demostrado nuestra vulnerabilidad y han causado un profundo dolor colectivo. Pero también hemos aprendido. Hemos adoptado un vocabulario específico, una lengua que es cotidiana en los medios de comunicación con palabras como ‘Presa’, ‘Bravo’, ‘Delta’, ‘Intensidad’, ‘Severidad’, ‘Superficie’, ‘Potencial’... todas ellas aplicadas a los incendios.
También estamos aprendiendo a tratar el fuego y a controlarlo antes de que se origine. Los últimos incendios que hemos sufrido se han encontrado con infraestructuras de prevención previamente ejecutadas. En el de Tejeda, el pasado 2023, la superficie afectada fue de 431 hectáreas, pero su potencial era infinitamente mayor. En esta ocasión, las actuaciones de cortafuegos (quemas prescritas, rebaños bombero, retirada de vegetación...) permitieron 'conducir' las llamas hacia su extinción al no encontrar exceso de combustible para extenderse.
El pasado mes de agosto tuvimos el único incendio reseñable de esta temporada. Su rápida propagación hizo temer lo peor, pero pudo ser controlado de manera eficaz, por lo que afectó únicamente a 18 hectáreas de palmeral y cañaveral, así como a algunas instalaciones agrícolas y turísticas. En este caso, la limpieza que se había realizado previamente de hojas de palmera secas y retirada de cañas, supuso la diferencia entre el control del incendio y el riesgo real de que llegara a la zona de Tunte y desde allí se pudiera propagar por las montañas y provocar un desastre de miles de hectáreas de bosque quemado. A la prevención se une la rápida respuesta y eficiencia de todos los agentes y servicios implicados en su extinción. La cooperación institucional, de las empresas y los cuerpos de voluntarios ha ido perfeccionándose para mejorar su eficacia.
A pesar de todos estos avances, no debemos perder de vista el contexto general. Gran Canaria se encuentra ante un escenario de grandes incendios forestales. Corremos el riesgo de sufrirlos en cualquier momento. En los últimos 24 años, nueve grandes incendios forestales han afectado gravemente a nuestra isla, lo que da una media de un gran incendio forestal cada 2 o 3 años.
La estrategia convencional de prevención basada casi exclusivamente en la extinción de incendios ha llegado a su límite de efectividad. Por eso, la era de la extinción va dejando paso a la era de la gestión del paisaje, que es algo tan simple como la necesidad de dar al territorio usos que garantizan la convivencia entre espacios naturales, productivos o habitacionales que actúan como cortafuegos, como se ha demostrado en diferentes incendios. La recuperación del suelo agrícola forma parte de una de las líneas de actuación del Cabildo en su objetivo de lograr la soberanía alimentaria y la protección ante los grandes incendios forestales.
Para ello se ha impulsado la estrategia Gran Canaria Mosaico, que promueve la recuperación de paisajes mosaicos basados en el equilibrio entre los espacios naturales y las actividades rurales tradicionales, así como la adaptación de la sociedad para convivir con el fuego. Son territorios donde conviven diferentes tipos de bosques con sembrados o pastos y donde cada una de estas piezas pone obstáculos al fuego, que se propaga más lento y hace posible sofocarlo. Se realiza un amplio abanico de actuaciones de prevención mediante la gestión del paisaje, que se desarrollan durante todo el año: quemas prescritas, rebaños bombero, tratamientos forestales, limpieza de palmerales y cañaverales, fomento de la silvicultura con la apertura de la primera fábrica de pelets, apoyo a los pinocheros, a los pastores, al carboneo tradicional y un largo etcétera. Son medidas que nos convierten en referencia en toda España y que atraen también el interés de bomberos forestales de otros países que acuden a Gran Canaria para aprender nuestras tácticas.
Se trabaja durante todo el año en mejorar la formación, los equipamientos y la dotación de nuestro cuerpo de bomberos forestales y de las agrupaciones de Proteccion Civil de los municipios. En los municipios se realizan varios Programas de Formación en Alternancia con el Empleo (PFAES) que preparan a los futuros bomberos forestales y profesionales silvicultores.
A los recursos de personal cualificado, hay que sumar la constante mejora de infraestructuras hidráulicas, desalación, depuración, reutilización y almacenamiento de agua con la red que unirá las ocho grandes presas del Cabildo que rodean la caldera de Tejeda. Estas actuaciones nos devuelven al pasado, a aquel Plan Hidrológico de 1946 y a la posterior construcción de las grandes presas que se desarrolló paralelamente a las labores de reforestación. También hemos innovado y sorprendido a muchos con la creación e instalación de los captadores de niebla que actúan como esponjas del alisio, como forma de recuperar la función que realizaban los bosques que cubrieron la isla hasta la conquista y la posterior puesta en explotación de los recursos naturales para la industria azucarera, la construcción o los astilleros.
Desde lo privado también se puede colaborar. Es vital su actuación para evitar que los incendios afecten a las propiedades y a las personas. El cuidado del entorno inmediato de las viviendas particulares y el cumplimiento de las instrucciones de los profesionales y cuerpos de seguridad delimita la diferencia entre la tragedia o el éxito en la lucha por la supervivencia en caso de un gran incendio forestal. Todas las personas que participan en esta responsabilidad compartida tienen un denominador común: aman a su isla, la cuidan, la disfrutan porque forma parte de su vida. Conocer la isla nos ayuda a curar sus heridas, a atender sus necesidades. La isla es nuestro hogar y la tenemos que cuidar.
Antonio Morales Méndez. Presidente del Cabildo de Gran Canaria
Artículo de opinión: 'Turismo sí, pero no así', por Antonio Morales
Turismo sí, pero así no. Esta es una percepción fuertemente arraigada en el sentir colectivo de la ciudadanía de Canarias. Se enmarca en un contexto de creciente malestar social reflejado en las recientes manifestaciones que, bajo el lema "Canarias tiene un límite,” se han celebrado en Canarias en los últimos meses. En ellas miles de personas han salido a las calles para expresar su preocupación por los efectos del turismo de masas y la sobreexplotación de los recursos naturales de las islas
La concurrencia a las manifestaciones ha tenido un seguimiento diferente en las distintas islas. La preocupación es mayor en unos territorios que en otros, porque no todas las islas sufren la misma presión en la ciudadanía y en el medio natural. Insisto una y otra vez en que la realidad de Gran Canaria es bien distinta. En esta isla no se vierten millones de metros cúbicos de aguas fecales al mar, no se ha tenido que declarar la emergencia hídrica, no se construyen grandes hoteles desde hace más de diez años y tiene casi dos millones menos de turistas que Tenerife sin que eso se note en el PIB ni en el porcentaje de parados. Siempre dijimos y seguiremos diciendo que más es muchas veces menos. Que el éxito turístico no puede estar basado en un crecimiento continuo, que lo importante es que las personas que visiten la isla generen más gasto y que su estancia media sea mayor.
Aún así, existen problemas comunes a los que hay que plantar cara. El turismo en Canarias supone un 35% de nuestro PIB y es el responsable de la creación de un 40% de los empleos directos de nuestra tierra, que puede llegar hasta un 70% al tirar de otros sectores de nuestra economía. A pesar de estos datos, esta comunidad autónoma lidera el ranking de las comunidades con mayor índice de pobreza y de salarios más bajos. Algo no casa.
Por otro lado, el problema de la vivienda hace que para las familias y la gente joven que buscan independizarse sea muy difícil encontrar una vivienda para alquilar o para pagar el precio del alquiler si la encontrara. Es preciso que afrontemos el reto de repensar el modelo turístico y sus relación con la economía y las sociedades insulares.
Desde el Cabildo de Gran Canaria hemos presentado la semana pasada una serie de propuestas ambiciosas y contundentes para abordar el desafío demográfico y la sostenibilidad en el archipiélago, con especial atención a la desigualdad territorial y la tensión derivada del modelo turístico actual. Lo hicimos dentro del proceso impulsado por el Gobierno de Canarias, a través de la Conferencia de Presidentes, para escuchar a los cabildos -también a los ayuntamientos- a la hora de afrontar alternativas a un modelo cuestionado por la ciudadanía, organizaciones sociales y políticas, instituciones, etc. Cada vez somos más los que pensamos que se necesita implementar medidas que equilibren los recursos que deja el turismo y que estos sean distribuidos de manera más equitativa entre la población para hacer posible que podamos romper con una sociedad profundamente desigual y con un indicador muy alto de pobreza.
Las propuestas del Cabildo están organizadas en torno a cuatro ejes fundamentales: la defensa del entorno natural, el patrimonio cultural y educativo, la cohesión del modelo territorial y la gobernanza económica y social. Dentro de este marco, uno de los puntos más destacados es la propuesta de la aprobación de una ecotasa, un impuesto que ya existe en los principales destinos turísticos del mundo y que pagarían los no residentes por su estancia en los alojamientos turísticos. Su recaudación tendría un carácter finalista y se destinaría a la rehabilitación de infraestructuras públicas y la preservación de los recursos naturales. No entiendo el empecinamiento de las organizaciones empresariales en oponerse a ello. Deben entender que cambian los tiempos y las mentalidades. Y que cada vez es mayor la sensibilidad medioambiental de los que nos visitan y de los que vivimos aquí. Y que no vale enrocarse hasta el infinito para abrir espacios al rechazo social.
Asimismo, se ha propuesto una moratoria urgente de autorizaciones para las viviendas vacacionales hasta que se apruebe una ley de vivienda vacacional adaptada a la realidad canaria en la que se diferenciaría entre pequeños y grandes tenedores, regulando la actividad para evitar que las zonas residenciales se conviertan en áreas exclusivamente turísticas. Esta medida busca frenar la expansión descontrolada del alquiler vacacional, que ha sido motivo de creciente preocupación en las zonas más densamente pobladas de las islas.
Otro aspecto clave es la limitación de la venta de viviendas a extranjeros no arraigados en Canarias, una regulación necesaria para proteger el acceso a la vivienda de la población local y evitar que los precios sigan disparándose debido a la demanda externa.
La vivienda es uno de los asuntos críticos para mejorar las condiciones de vida en nuestras islas. Planteamos un plan cuatrianual de construcción de viviendas públicas en cada municipio, con el objetivo de reducir la demanda existente. Además, hemos puesto sobre la mesa un plan para poner en alquiler residencial una parte de las más de 211.000 viviendas vacías que existen en las islas, facilitando el acceso a la vivienda a jóvenes con bajos ingresos y a personas en paro de larga duración.
Para las zonas rurales y en despoblación, apostamos por medidas que garanticen la soberanía hídrica, vital para la reforestación y el aumento de las zonas cultivadas. Además, se plantea un impulso al empleo relacionado con el cuidado y divulgación del patrimonio natural, lo que permitiría fijar población en estas áreas y fomentar estilos de vida que contribuyan a la sostenibilidad del paisaje y la cultura tradicional.
Por otro lado, para los municipios más poblados promovemos un enfoque de sostenibilidad que incluye acciones en movilidad, soberanía energética y alimentaria, así como la implementación de programas específicos para la transformación de estas zonas en espacios coherentes con el modelo de ecoísla y ecobarrios. Estas propuestas buscan redimensionar las infraestructuras sanitarias, sociosanitarias y educativas y mejorar la calidad de vida en los barrios urbanos, reforzando los servicios públicos para que se adapten a las demandas reales de la población.
El diálogo sindical, institucional y empresarial debe avanzar de manera urgente en la mejora de las condiciones laborales y en el aumento de los salarios. Se debe profundizar igualmente en la formación específica y cualificada de las personas que necesita el sector, porque es difícil entender tanto paro con tanta ocupación turística. Todos estos elementos mejorarán la percepción de la ciudadanía acerca de las posibilidades de trabajo que ofrece el turismo y evitaría la llegada de mano de obra foránea. Las empresas turísticas no pueden permanecer alejadas de la realidad social, cultural o deportiva de las islas como lo están en estos momentos.
Las propuestas del Cabildo, en gran medida, responden a estas demandas. La ecotasa y la moratoria para las viviendas vacacionales son ejemplos claros de acciones dirigidas a mitigar el impacto negativo del turismo en el territorio y en la población residente. No obstante, aún queda por ver si estas medidas serán implementadas con la celeridad y contundencia necesarias para calmar el descontento social.
En definitiva, las alternativas del Cabildo de Gran Canaria son una respuesta integral a los retos demográficos y de sostenibilidad que enfrenta el archipiélago. La creación de un presupuesto específico, similar al Fondo de Desarrollo de Canarias (FDCAN), junto con medidas como la ecotasa y la regulación del alquiler vacacional, representan un paso firme hacia un modelo de desarrollo más equilibrado y justo.
Sin embargo, es fundamental que estas proposiciones no queden solo en el papel. El éxito de estas iniciativas dependerá de su implementación efectiva y de la capacidad de las administraciones para asegurar que los beneficios lleguen a toda la población, especialmente a los sectores más vulnerables. Las recientes manifestaciones son un claro indicativo de que la ciudadanía está alerta y exige soluciones reales y tangibles para los problemas que afectan a las islas. Canarias está en un punto de inflexión, y las decisiones que se tomen ahora determinarán su futuro. Y todo esto se debe afrontar desde el compromiso real de las instituciones - sobre todo del Gobierno de Canarias que es el que tiene la mayoría de las competencias en las materias señaladas- y el diálogo y la prudencia de las organizaciones sociales, sindicales y empresariales para alejarnos de la confrontación y sus consecuencias.
Antonio Morales Méndez. Presidente del Cabildo de Gran Canaria.
Pocos temas de política internacional aúnan consenso y legitimidad como el conflicto del Sáhara Occidental. El Sáhara es un "territorio no autónomo" ocupado ilegalmente por Marruecos después de que España, la antigua potencia colonial, abandonara al pueblo saharaui a su suerte. El reino de Mohamed VI incumple de manera reiterada el derecho internacional. Las resoluciones de la ONU y del TJUE son obviadas una y otra vez. Los derechos humanos de la población saharaui son violados de manera reiterada tanto en los territorios ocupados como en los campamentos de refugiados en Tindouf, donde miles de personas viven en condiciones extremas al serles negado el derecho de regresar a su tierra.
Este conflicto ha encontrado un amplio y transversal apoyo en la sociedad, los partidos y las instituciones canarias. El archipiélago ha sido un epicentro mundial de solidaridad con el pueblo saharaui, que forma parte de la comunidad canaria. Un ejemplo de su amplio apoyo social es el programa "Vacaciones en paz", que permite a niños y niñas saharauis pasar sus vacaciones en España.
Con esta introducción, quiero contextualizar la gravedad del reciente cambio de postura del presidente de Canarias, Fernando Clavijo. El pasado 8 de octubre, en una comparecencia junto al ministro de Exteriores marroquí, Naser Burita, en Rabat, Clavijo respaldó la propuesta de España de considerar el Sáhara como una autonomía dentro de Marruecos.
Esta decisión es extremadamente preocupante para el pueblo saharaui y para Canarias por diversas razones. Ya critiqué duramente a Pedro Sánchez cuando adoptó esta postura de forma unilateral y por supuesto seré muy crítico con el presidente de Canarias por la misma razón. Esta decisión, anunciada en Marruecos, da la espalda a los derechos humanos, a la legalidad internacional y a la posibilidad de una solución pacífica del conflicto, ya que no puede haber paz bajo la ocupación marroquí. Además, contradice la postura histórica del Parlamento de Canarias, que siempre ha defendido el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación.
El giro radical del también secretario general de Coalición Canaria supone un alejamiento de las posiciones tradicionalmente sostenidas por el nacionalismo canario y por su partido. Siendo senador, Fernando Clavijo criticó el cambio de postura del gobierno español y se ratificó en el compromiso con el pueblo saharaui. Un claro ejemplo es la dura crítica de Coalición Canaria en Fuerteventura, que emitió un comunicado asegurando: "Coalición Canaria no abandonará ni traicionará uno de sus sellos identitarios, no traicionará al Sáhara libre ni a su pueblo." Afirmaron en aquel momento que seguirían defendiendo la liberación del Sáhara "del yugo impuesto por el Reino de Marruecos".
Marruecos dista mucho de ser un régimen democrático; es una monarquía sustentada en un sistema que reprime tanto al pueblo saharaui como a sus propios ciudadanos, como demuestran la brutal represión del Movimiento Popular del Rif. Además, sus ambiciones expansionistas representan una amenaza directa para nuestros intereses. La cesión de Clavijo al expansionismo marroquí no solo es una traición al Sáhara, sino también a Canarias.
A lo largo de los años, la relación entre la UE, Marruecos y España ha demostrado que los intereses geopolíticos prevalecen sobre los derechos de Canarias. La historia está llena de ejemplos en los que el archipiélago ha sido relegado, con consecuencias potencialmente graves en el futuro.
Uno de los primeros golpes fue el acuerdo pesquero firmado por España con Marruecos en los años ochenta, que la UE renovó en 2019, incluyendo ilegalmente las aguas del Sáhara Occidental. Esto afectó severamente a la pesca en las islas, perjudicando a la flota artesanal y al sector portuario, mientras se entregaba el Banco Canario-Sahariano a Marruecos sin considerar su impacto en la economía canaria.
El puerto de Agadir, financiado en su día por España, es otro ejemplo de cómo las decisiones políticas han perjudicado a Canarias. Actualmente, compite directamente con el Puerto de La Luz y de Las Palmas, absorbiendo la mayor parte de las descargas pesqueras del Banco Canario-Sahariano y desplazando a los puertos de las islas de su rol tradicional.
El sector agrícola también ha sufrido las consecuencias. Los acuerdos de asociación entre la UE y Marruecos desde el año 2000, ampliados en 2012 para incluir productos agrícolas sin aranceles, contribuyeron al declive del cultivo del tomate en Canarias. Aunque el Tribunal de Justicia de la UE falló que el Sáhara Occidental quedaba fuera de estos acuerdos, diversas maniobras han permitido que productos cultivados en el Sáhara sigan compitiendo en el mercado europeo, afectando negativamente a los agricultores locales y al empleo.
Hace más de dos años, Marruecos decidió ampliar su zona económica exclusiva y la plataforma continental hasta las 350 millas, incluyendo aguas del Sáhara Occidental, en su ambición expansionista por controlar las tierras raras muy cercanas a Canarias. No hace mucho también tomó la decisión de realizar unilateralmente unas maniobras militares frente a nuestras costas. Ha hecho lo mismo con prospecciones petrolíferas cercanas a Lanzarote y Fuerteventura, poniendo en riesgo nuestro medio natural. En algunas ocasiones han dejado caer, igualmente, sus intenciones de defender la marroquinidad de nuestro archipiélago o de sus aguas. Estas acciones son parte de una política de presión constante sobre España.
En cuanto a la migración, la falta de control efectivo por parte de Marruecos ha incrementado la llegada de migrantes a Canarias, a pesar de las millonarias ayudas europeas destinadas a mitigar este fenómeno. Las vidas de las personas migrantes han sido utilizadas como herramienta de negociación en momentos de tensión política, como ha ocurrido en Ceuta y, recurrentemente, en este archipiélago.
En resumen, Canarias se ha convertido en un peón en la estrategia de Marruecos, que busca sacar provecho de las concesiones del Gobierno español. Tras la aceptación española de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, Canarias debería adoptar una postura firme contra estas cesiones continuas. Sin embargo, el presidente de Canarias, sin ningún respaldo democrático que justifique su decisión y contradiciendo los acuerdos del Parlamento de Canarias, de los cabildos y ayuntamientos y los principios de su partido, se ha alineado con el Gobierno de España en una estrategia suicida de complacencia con el expansionismo marroquí que reduce la capacidad de actuación de Canarias.
El presidente de Canarias debe comparecer ante el Parlamento Autonómico para explicar su decisión y rectificar. Más allá de la falta de ética que implica abandonar al pueblo saharaui a la tiranía del régimen marroquí -nada debe sustituir la libre determinación del pueblo saharaui sobre su futuro- esta decisión unilateral pone en riesgo los intereses estratégicos de Canarias.
Antonio Morales Méndez. Presidente del Cabildo de Gran Canaria.
Desde el Cabildo tenemos muy claro por dónde transitar para alcanzar el 80% de descarbonización de Gran Canaria en 2030. Nuestra propuesta de soberanía energética, que contempla la ruptura con los combustibles fósiles para generar energía en todo el territorio insular, avanza a buen ritmo
Lideramos la penetración de las energías limpias en las islas con un 24%; tenemos la mayor tasa de autoconsumo en Canarias y el Cabildo está apostando por ello, también, en todas sus instalaciones; nos encontramos desarrollando importantes proyectos de comunidades energéticas; Salto de Chira será una realidad muy pronto y se convertirá en el gran vertebrador del almacenamiento de las renovables; estamos diseñando otros sistemas de almacenamiento innovadores; empezamos a aprovechar el biometano que genera el tratamiento de los residuos; el hidrógeno verde hace sus pinitos para el transporte pesado; estamos impulsando las comunidades energéticas…
Pero la semana pasada se produjeron dos hechos especialmente significativos para Gran canaria en torno a las renovables. El martes 24 de septiembre el Gobierno de España aprobó el real decreto que regula la implantación de la eólica marina en el conjunto del Estado. Esto da pie a que se convoquen los concursos públicos necesarios para poder desarrollar esta energía en nuestros mares. Como ya se conoce, Gran Canaria ha acordado con el Gobierno de España el modelo de implantación y será de los primeros territorios en hacerlo.
Por otra parte, ese mismo día y casi a la misma hora, el Cabildo de Gran Canaria, a través del Consejo Insular de la Energía y con las empresas Ayagaures Medio Ambiente, del grupo Pérez Moreno, Canary Islands Base del grupo Satocan y Dando Drilling Spain del Grupo Dando Drilling, presentó la empresa público-privada Gran Canaria Geotermia S.L, encargada de impulsar la penetración de la geotermia en esta isla.
Estamos, por tanto, tocando con los dedos el objetivo de romper nuestra atadura de los combustibles fósiles con un mix de renovables de vanguardia, que reducirá de una manera muy notable la contaminación atmosférica, contribuirá al abaratamiento del precio de la energía, generará industria local, potenciará nuestros astilleros, creará empleo verde, nos hará autosuficiente energéticamente y abrirá espacios a la innovación y la investigación.
La verdad es que ha llovido mucho desde que iniciamos en 2016 los primeros estudios del potencial geotérmico de la isla a raíz de un convenio firmado con el INVOLCAN con el fin de evaluar las posibilidades de explotación de la energía geotérmica en la isla. Y creo que en primer lugar tenemos que estar satisfechos por haber encontrado después de este largo camino, socios locales e internacionales para hacer grandes cosas juntos. Debo reconocer ese paso adelante para acompañar al Cabildo de Gran Canaria en este proyecto. También quiero aprovechar la ocasión para agradecer a Nemesio Pérez todo el trabajo realizado. Y por supuesto a Raúl García Brink, Alexis Lozano y Cristo Suárez por el Cabildo -CIEGC.
Y quién me iba a decir a mí, cuando hace años me sumergí en el fascinante mundo de la novela de Julio Verne, Viaje al Centro de la Tierra, que desde el Cabildo de Gran Canaria iba a estar presentando un proyecto de geotermia para la isla de Gran Canaria. Sin lugar a dudas, vivimos en una era de desafíos sin precedentes. El calentamiento global es una amenaza real que requiere nuestra atención inmediata. Desde el Cabildo lo combatimos con un proyecto de ecoísla muy centrado, entre otras cosas, en movilizar todas las energías renovables posibles y promover la eficiencia energética al mismo tiempo.
Y algo que no podemos dejar pasar es el aprovechamiento de las energías renovables allí donde estén. Tenemos que aprender de los que han tenido éxito en la transición hacia una economía descarbonizada como Islandia o, por poner algún ejemplo más cercano, islas como San Miguel o Terceira en las Azores.
Los beneficios de la energía geotérmica son claros: Es renovable: el calor que fluye desde el interior de la Tierra permanecerá disponible durante miles de millones de años. Es firme y flexible: las plantas de energía geotérmica pueden funcionar las 24 horas del día durante los 7 días de la semana, pudiendo aumentar o reducir la generación para responder a los cambios en la demanda de electricidad. Su huella medioambiental es muy pequeña: las plantas de energía geotérmica utilizan menos terreno que otras energías renovables. Y es limpia: las plantas de energía geotérmica modernas no emiten gases de efecto invernadero y consumen menos agua que la mayoría de las tecnologías convencionales de generación de electricidad.
Como les decía, el secreto del éxito en la transición energética de Azores o Islandia es la energía geotérmica. Aun así, la falta de interés y el riesgo inicial han impedido que muchos territorios aprovechen su enorme potencial geotérmico. Este desafío exige una acción concertada entre todos los sectores de la sociedad: los gobiernos, el sector privado, el mundo académico o la sociedad civil. Liberar todo el potencial de la energía geotérmica requiere una solución que combine hábilmente tecnología, políticas, regulación y finanzas.
Por eso cuando el Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético (IDAE) publicó la convocatoria de GEOTERMIA PROFUNDA con fondos Next Generation, el Cabildo decidió convocar al sector privado a través de un llamamiento de la Cámara de Comercio de Gran Canaria. A partir de ahí se fue conformando una alianza público-privada que ha pasado por diferentes momentos y vicisitudes. Al final, el proyecto "AGEOGC EV", promovido por el Consejo Insular de Energía de Gran Canaria (CIEGC), fue seleccionado para evaluar la viabilidad del aprovechamiento de la energía geotérmica profunda en el campo geotérmico situado en la comarca sureste de Gran Canaria. El IDAE concedió una ayuda de 15 millones de euros al proyecto, que implica la perforación de hasta tres pozos de 2.700 metros de profundidad para estudiar la existencia de recursos geotérmicos que pudiera permitir la extracción de energía geotérmica de alta entalpía para la generación eléctrica.
Estas perforaciones permitirán evaluar la viabilidad del uso de estos recursos subterráneos para la generación de electricidad mediante energía geotérmica. Los pozos, con un diámetro final de 8 ½ pulgadas (21,6 cm.), estarán diseñados para adaptarse a la geología volcánica de la isla y permitir la extracción eficiente de fluidos geotérmicos.
La inversión total será de 31 millones de euros. Y en caso de que resultara viable, la inversión sería infinitamente mayor y se iría ampliando capital según se acuerde de manera consensuada en la empresa.
Gran Canaria ha sido objeto de un exhaustivo programa exploratorio que incluye estudios geológicos, geoquímicos y geofísicos desde 2008. Se han realizado prospecciones geoquímicas en superficie, campañas de tomografía sísmica y magnetotelúricas, identificando varias anomalías termales y geoquímicas concentradas en el sureste de la isla. Estos estudios han permitido la creación de un modelo tridimensional del subsuelo de la isla, mostrando áreas con alta conductividad eléctrica, un indicador del potencial geotérmico. Además, el Consejo Insular de la Energía de Gran Canaria (CIEGC) ha sido adjudicatario de un permiso de investigación en el Concurso Público sobre derechos mineros caducados en la isla de Gran Canaria, en virtud de la Ley de Minas. Esto implica que se le ha concedido el derecho a investigar en ciertas áreas de la isla para la exploración geotérmica.
Para ello el Consejo Insular de la Energía ha impulsado la creación de la sociedad "Gran Canaria Geotermia SL”. Este consorcio combina perfectamente la experiencia de nuestras empresas locales en ámbitos como el ciclo integral del agua, los residuos o la construcción, con la experiencia de Dando Drilling en el ámbito de la perforación en distintos sectores: petrolífero, hidráulico o geotérmico. Tendrá la responsabilidad de realizar las perforaciones y sondeos necesarios para llevar a cabo el proyecto, que deberá cumplir con las regulaciones del programa GEOTERMIA PROFUNDA del IDAE, estableciendo como fecha límite de finalización el 31 de enero de 2026. Y se estima que las prospecciones podrán empezar antes del final del mes de octubre de este año.
Estamos, pues, ante un paso importante para el aprovechamiento de energías renovables en la isla de Gran Canaria, alineado con los objetivos de sostenibilidad y transición ecológica del Gobierno de España y la Unión Europea. La energía geotérmica profunda podría convertirse en una fuente clave para la producción de energía eléctrica limpia en la isla, impulsando la independencia energética y la reducción de emisiones.
Además, me gustaría destacar que nosotros creemos en instituciones públicas emprendedoras. El sector público no está ahí simplemente para arreglar los fallos del mercado, está también para intervenir positivamente en él. Este Cabildo tiene vocación de ser el impulsor del cambio. Tenemos una visión de lo que es necesario hacer. Sabemos que este es un proyecto innovador con un riesgo y por eso mismo somos conscientes de que debemos participar proporcionando financiación para impulsar el despliegue de la geotermia y de todas las energías renovables posibles en la isla.
Y lo hacemos contra viento y marea, sabiendo que debemos vencer las piedras que nos han ido poniendo en el camino los retardadores climáticos y los neonegacionistas, pretendidamente ecologistas, y los negacionistas de ultraderecha (los dos coinciden y van juntos en esto y en otras cosas, echando mano del populismo).
Liberar el potencial energético de la Tierra no es una tarea fácil, pero les aseguro que uniendo las fuerzas del sector público y del privado podremos lograr nuestros objetivos. Es alentador ver que Gran Canaria inicia ahora su viaje al centro de la Tierra.
Antonio Morales Méndez. Presidente del Cabildo de Gran Canaria.
Artículo de opinión: 'Una voz atlántica', por Antonio Morales
La vorágine del día a día hace que nos olvidemos con frecuencia de que la posición de Gran Canaria y de Canarias entera en relación con el exterior, especialmente con los tres continentes más cercanos, supone un factor que nos determina, nos condiciona y, a la vez, nos abre posibilidades de relaciones e influencias de ida y vuelta. Nuestra historia, los acontecimientos que se suceden en este mundo convulso y la globalización han reforzado nuestro carácter tricontinental con Europa, África y América. Nuestra obligación es afianzar cada día nuestra posición atlántica para abordar algunas de las cuestiones que nos preocupan
Esta realidad nos afecta social, económica, cultural y políticamente. Por eso la proyección internacional de nuestra isla tiene que ser un elemento que nos ocupe tanto a quienes tenemos la responsabilidad de gobierno como al conjunto de la ciudadanía. Lejos de vivir aislados, Canarias tiene una relación intensa con los continentes cercanos y una actividad que supera la de muchas comunidades más pobladas que no son frontera como lo somos nosotros. Estamos comprobando que la defensa de Canarias no podemos delegarla en el Estado que es el que tiene competencias porque, con frecuencia, los intereses de nuestras islas no coinciden con los del continente ni con la mirada estatal o europea. Lo vimos con las prospecciones petrolíferas, lo estamos viendo con las maniobras militares de Marruecos y ahora se repite con la crisis migratoria.
Desde que este año 2024, el puerto de La uz ha incrementado su actividad con los buques mercantes procedentes de Asia y del Índico, obligados a rodear el continente africano para no cruzar el Mar Rojo en su ruta hacia el Mediterráneo y Europa. Ha aumentado el riesgo de ser atacados por los hutíes de Yemen quienes han declarado la guerra a Israel por su ofensiva contra Gaza que cumple once meses de horror y destrucción, extendiendo su impactos a la región y a todo el mundo.
Para nuestro puerto, la reducción del tráfico por el canal de Suez se traduce en un incremento extraordinario de su actividad, no exenta de riesgos por la saturación de operaciones. Es cierto que supone un incremento de la actividad económica pero, desgraciadamente, ese crecimiento va aparejado a la subida de precios, a velocidad de vértigo, del combustible y también afecta a la cotización de las mercancías que transportan, especialmente los alimentos que recibimos del exterior y de los que dependemos. Además, las guerras consumen enormes recursos que superan lo que se necesita para acabar con el hambre o frenar el cambio climático en todo el planeta. Sufrimos una situación en la que se incumplen los acuerdos de Naciones Unidas, los dictámenes de la Corte Penal Internacional y los más elementales derechos humanos.
Las nuevas relaciones políticas de Europa con los países africanos y la imposición de políticas represivas que pretenden reducir los movimientos migratorios entre el norte y el centro de África con Europa del sur, han convertido la ruta canaria en la más frecuente a la vez que peligrosa para miles de personas que huyen de la pobreza, de la violencia de los conflictos bélicos y las afecciones climáticas que padece el continente africano.
África se desangra en conflictos armados y en un agravamiento de las hambrunas. Las consecuencias del cambio climático originan movimientos migratorios que también forman parte de este nuevo paisaje atlántico al que nos hemos habituado, dado que fuerzan a miles de jóvenes y menores a arriesgar la vida en el desierto o en cayucos para llegar a territorio europeo. Es una realidad que los canarios y canarias vivimos con enorme sufrimiento por el drama que supone ser la ruta migratoria más mortal en el mundo.
Y, lejos de los discursos grandilocuentes de los líderes que ven en las armas el único medio para alcanzar sus objetivos, con arengas de grandes estrategias y rápidas acciones que pretenden minimizar el espanto, los conflictos bélicos se prolongan. La ausencia de un horizonte de paz se consagra en las noticias que recibimos a diario y que hacen cotidiana la crueldad y la impotencia ante la deshumanización y el sufrimiento. Ucrania, Palestina, Mali y Sáhara, entre otros muchos países del continente africano forman la lista del horror que golpea nuestras vidas.
La aparente normalidad que vivimos en el Atlántico se da de bruces con la llegada de embarcaciones con millares de personas que arriesgan sus vidas. Una situación que se agrava con la insolidaridad y el uso político tramposo de las instituciones para consagrar en las islas, principalmente en Gran Canaria, un sistema carcelario de retención de inmigrantes, a sabiendas de que esto no hace más que perjudicar nuestra capacidad de atención y de solidaridad, además de afectar a nuestra convivencia.
Simultáneamente, en los últimos once meses, la violencia desatada sobre los dos millones de habitantes encerrados en Gaza, cuya superficie es la misma que la de la isla de La Gomera, ha incendiado un conflicto que se extiende a otros territorios palestinos y a todo Oriente Medio. Una situación, en la que están implicados EEUU, Reino Unido y la Unión Europea, que nos pone de bruces ante el genocidio contra el pueblo palestino, mientras vemos renacer a la extrema derecha alemana en las elecciones regionales de Turingia y Sajonia, como está pasando en Francia, España y en tantos otros países europeos.
Estamos ante una realidad política que agudiza la polarización con la entrada en escena de peligrosas consignas contra la justicia social, las políticas públicas y el reparto de la riqueza, abanderadas por profesionales de la mentira y la demagogia, como Milei, Trump, Bolsonaro, o el multimillonario Musk, propietario de una de las plataformas de redes sociales más influyente del planeta. Se han convertido en aliados estratégicos de la parte más reaccionaria del gobierno israelí, en su campaña para acabar con el pueblo palestino y ocupar sus territorios. En realidad persiguen un nuevo orden mundial basado en los autoritarismos y las autocracias y enfrentado a la democracia liberal.
Nuestra realidad global es mucho más compleja y difícil de resolver, porque ya no solo nos afectan las plagas de langostas, los piratas berberiscos o el tsunami del terremoto de Lisboa, que vivimos siglos atrás. Somos islas de paz, de convivencia, de superación de épocas pretéritas en las que los piratas asolaban nuestras costas. También, acudíamos al vecino continente para realizar cabalgadas con las que conseguir ganado y esclavos.
Igualmente, somos islas de emigrantes desde el primer viaje de Cristóbal Colón hasta nuestros días. Y desde entonces, hace 532 años, se conformó nuestra identidad, evolucionando hasta la actualidad, desde esa visión que se extendió hasta la primera mitad del siglo XX y que nos define como “europeos con los pies en África y el corazón en América”. O la visión más reciente y académica del profesor Víctor Morales Lezcano: "Para Canarias, Europa es una evidencia; América una nostalgia; y África, un imperativo". Un territorio de la ultraperiferia que tiene fuertes vínculos con los continentes del Atlántico, reflejados en la Casa de Colón o Casa África, para mantener esos lazos históricos de conocimiento y cooperación. Por eso nos preocupa y nos afecta tanto también lo que está sucediendo en Cuba, Venezuela, Nicaragua o El Salvador.
En un mundo cambiante, en esta montaña rusa de vértigo, nuestro compromiso debe ser con la seguridad y mejora de las condiciones de la población de la isla, con su tradición de paz, solidaridad y diálogo. Una forma de entender el mundo que quedó plasmada en 1986, cuando fuimos de las pocas provincias españolas que rechazó la entrada en la OTAN y la política de bloques en referéndum. Eramos conscientes de que el futuro no pasa por el enfrentamiento y las amenazas de destrucción total, sino por nuestra transformación hacia un modelo de isla que tenga soberanía alimentaria, energética, hídrica y, de esta forma, convertirnos en ejemplo de sostenibilidad para el mundo, alejando esa imagen de cementerio de esperanzas ahogadas en el océano.
A pesar de tratarse de un reto ilusionante, algunas personas manifiestan su escepticismo sobre qué puede hacer una isla ante todo esto. Ante el cambio climático, la crisis migratoria o la fragilidad cada vez mayor de la democracia. Y la respuesta es que nuestra obligación es la de ser una voz en el Atlántico y en el mundo para demostrar que hay alternativas, que el planeta no puede seguir agotando recursos arbitraria y alocadamente. Que debemos luchar contra las desigualdades que provocan las migraciones forzadas. Que siempre tienen que estar presentes, en las acciones que corresponden, los valores democráticos esenciales. En esta encrucijada atlántica, la ecoísla que defendemos pretende profundizar en todo esto. Es una manera de contribuir desde lo local a las grandes transformaciones que demanda la tierra.
Antonio Morales Méndez. Presidente del Cabildo de Gran Canaria