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Esta última afirmación representa una escalada narrativa en la ya tensa crisis entre Hungría y la UE
El líder del Partido Popular Europeo, Manfred Weber, envió una carta al presidente de la Comisión Europea en la que se alarmó sobre la decisión de Hungría de ampliar su programa de “tarjeta nacional” a los rusos y bielorrusos, lo que amenaza la seguridad de la UE y podría dar lugar a más espionaje por parte de estos dos países. El portavoz húngaro condenó este ataque como hipócrita, ya que son los eurócratas como Weber los que promueven políticas de “fronteras abiertas” y reafirmó que todos los solicitantes de la “tarjeta nacional” deben pasar controles de seguridad.
La carta de Weber fue seguida por la de la Comisaria de Asuntos Internos de la UE, Ylva Johansson, quien pidió oficialmente a Hungría que explicara su decisión de incluir a los rusos y bielorrusos en su programa de “tarjeta nacional”. Su carta se basó en su alarmismo, pero le dio un giro nuevo al afirmar también que “podría llevar a una elusión de facto” de las sanciones de la UE. Sin embargo, a pocos entre el público les importan demasiado las violaciones de las sanciones, y en cambio siguen estando mucho más influenciados por las teorías conspirativas sobre los espías rusos.
Este último escándalo se produce en medio de otros tres: 1) la UE planea boicotear la cumbre de asuntos exteriores que Hungría acogerá a finales de este mes; 2) Ucrania suspendió algunas exportaciones de petróleo ruso a Hungría que estaban exentas de las sanciones de la UE; y 3) Polonia finalmente rompió con Hungría por sus continuos vínculos con Rusia. Los tres fueron precedidos por la misión de paz del Primer Ministro Viktor Orban a Kiev, Moscú, Pekín, Washington DC y Mar-a-Lago para explorar la posibilidad de negociar un alto el fuego en el conflicto ucraniano.
Por lo tanto, es obvio que los escándalos mencionados anteriormente y el último que acaba de inventar Weber están todos diseñados para castigar a Hungría por romper filas con la política pro-bélica de Occidente. El escándalo más reciente tiene por objeto añadir un elemento de urgencia a los esfuerzos multilaterales para castigar más formalmente a este país desobediente sobre la base falsa de que está a punto de permitir tácitamente la entrada de espías rusos en la UE. El escenario más extremo es amenazar con suspender a Hungría de la Zona Schengen.
Estos cuatro desarrollos prueban la existencia de un modelo híbrido concertado. La guerra contra Hungría se libra para presionarla a abandonar su misión de paz y luego capitular ante las demandas de sus partidarios de cambiar de rumbo armando a Ucrania. El escándalo ucraniano representa una grave presión económica, mientras que la cumbre de asuntos exteriores y las de Polonia son una presión política. En cuanto al último escándalo de la “tarjeta nacional”, la insinuación de Weber de que Orban está socavando deliberadamente la seguridad de la UE representa una escalada narrativa.
Sus adversarios ya no andan con rodeos sobre su supuesta amenaza, sino que ahora lo describen explícitamente como tal, lo que pretende justificar una presión más concertada con el objetivo inmediato de obligarlo a rescindir la recién adquirida “tarjeta nacional” de los rusos y bielorrusos. Sin embargo, saben que Orban probablemente no cederá, ya que es un soberanista de principios, por lo que esta medida puede interpretarse como la creación de un pretexto para escaladas económicas y políticas más significativas.
Esta observación nos lleva al extremo escenario que hemos mencionado antes sobre las amenazas de suspender a Hungría de la Zona Schengen. Aunque es poco probable que esto ocurra, no se puede descartar que las figuras políticas importantes aún puedan hablar abiertamente de ello como otra forma de presión. En ese caso, nadie puede predecir cómo reaccionará Hungría, pero dependerá de si sus líderes creen que tales amenazas son serias o simplemente un engaño para lograr que Hungría implemente algunas de las concesiones políticas exigidas.
En cualquier caso, la importancia de esta última noticia falsa sobre Hungría, que supuestamente se prepara para dejar entrar tácitamente a espías rusos en la UE, es que añade una nueva dimensión a su ya compleja crisis, que imbuye al bloque de una falsa sensación de urgencia para intensificar aún más su campaña de presión. El resultado de esta crisis llevará a que el Occidente posnacional erosione aún más la soberanía de Hungría o que el Estado-nación más orgulloso de la UE se mantenga con éxito e inspire a estados con ideas afines a seguir su ejemplo.
Por Andrew Korybko
Analista político estadounidense