La popular y veterana emisora de radio "Radio faro del Noroeste" sigue su proyección hacia una mayor ampliación de su cobertura.
Miles de damnificados se enfrentarán a una serie de incógnitas: Dónde dormir, dónde comer, dónde trabajar
Antonio Castro Cordobez: “La Palma no puede perder tiempo para recuperarse de la catástrofe”
Miguel Angel Santiago Pérez: “Cumbre Vieja ha sido un volcán cruel, destructivo y agotador ”
Pocos días restan –menos de una semana- para certificar científicamente que el volcán de Cumbre Vieja se ha despedido sin esperar a cumplir los tres meses de actividad hoy domingo, tras su inicio el día 19 del pasado septiembre. En el peor de los casos, quizás sólo “duerme” y se toma un respiro para volver con fuerza próximamente, un extremo no descartado por los expertos.
Por suerte, llegamos aquí el domingo día 12, a tiempo de observarlo con vida, emitiendo columnas de gases y coladas, para luego apagarse lentamente, como diciendo adiós al espectáculo geológico que protagonizó, sembrando angustia y desgracia para miles de familias que perdieron su patrimonio, fundamentalmente en el Valle de Aridane. Alrededor de tres mil edificaciones y más de 1.200 hectáreas fueron sepultadas por las corrientes de lava.
Al atardecer del lunes y desde el mar de Tazacorte, a bordo de una embarcación, presenciamos cómo el volcán aún vomitaba material incandescente con temperaturas de 400ºC, según los técnicos. En las horas posteriores se extinguiría. A la mañana siguiente apenas quedaba rastro de signo eruptivo: nula deformación del terreno, ningún tremor, ni emisión de magma…Desde el mirador mediático de Tajulla, centro de observación habitual de informadores, sólo eran apreciables leves columnas de humo, típicas de una hoguera recién apagada. Nada que ver con la zozobra por la alarma desatada la mañana anterior en la misma zona, tras una estricta orden de confinamiento a la población del Valle de Aridane por alta concentración de gases arrojados por los conos volcánicos, cercanos al principal.
En la rotonda principal de El Paso, una de las muchas patrullas de la Guardia Civil que vigilaban permanentemente, y disuadían del acceso a la zona de exclusión, nos sorprende y previene de la norma vigente desde las nueve de la mañana, aireada por megafonía y otros medios, para que la población del Valle de Aridane evite salir a la calle.
El improvisado aislamiento de los habitantes en sus domicilios, el cierre de muchos comercios, unidos a la ligera brisa que soplaba y levantaba el polvo volcánico que cubría aceras, calzada y coches aparcados (algunos de ellos totalmente cubiertos de ceniza negra), dibujaba una imagen casi fantasmal de la ciudad, que siempre ha sido de las más atractivas de La Palma y con mayor población (más de 20.000 personas). Lejos del derroche de otros años en la normalidad, esta vez apenas presentaba un discreto alumbrado en sus calles -desiertas por la circunstancia-, plaza y ayuntamiento, con motivo de la inminente Navidad.
Apostados desde el comienzo del fenómeno volcánico en Tajuya, delante de la parroquia de la Sagrada Familia, distintos colegas de la comunicación coincidían la mañana del martes en destacar que por vez primera se daban todos los elementos para predecir el posible final del Cumbre Vieja. Así informaba puntualmente en directo y en primicia para el Canal “24 Horas” de TVE, la periodista Paqui González, con su compañero Nelo Alonso detrás de la cámara. Narraba la noticia con la cautela, rigor y naturalidad que ha distinguido siempre a esta profesional canaria de la información.
Pocas horas más tarde, la comunidad científica avalaba la misma sensación subrayando los síntomas de apagamiento eruptivo. Una sensación que para ser definitiva exige agotar un plazo de tiempo prudencial, y plantearse seguidamente el reto del Día “D” o “día después”. Esto preocupa tanto o más que lo sucedido, según las opiniones pulsadas en diversos sectores de la opinión pública palmera.
“La gente de la zona sigue viviendo una pesadilla, como un mal sueño”, advierten. Recuerdan que aquellos que lo han perdido todo, no tienen certezas, ni respuestas, sobre su futuro: “Dónde trabajar, dónde comer, dónde dormir”. Otro verdadero drama les aguarda. Algunas ayudas prometidas empiezan a enredarse en la mañana burocrática y no llegan a su destino. Crece el malestar de los afectados y debaten convocatorias de protesta. Políticos con responsabilidades de gobierno denotan signos de tensión y nerviosismo ante la magnitud de un problema social que parece desbordarles por momentos, y potencia el pesimismo de la calle.
Damnificados de Aridane se muestran escépticos sobre las ayudas y planes de reconstrucción para que les alivien, al menos, con la urgencia que demandan. Temen que el bosque intrincado de la administración retrase y asfixie las soluciones, como ya empiezan a detectar.
A estas alturas, analistas de la situación avanzan que “el PIB de La Palma está tocado del ala, por los enormes destrozos del volcán en la agricultura, la infraestructuras y el turismo”. La isla tiene 12.000 camas turísticas, cuatro mil de ellas dedicadas al turismo rural. A esta realidad hay que sumar una precaria demografía. De los 90.000 habitantes en los años 80, La Palma ha descendido a poco más de 80.000 en la actualidad, con una población envejecida. El mayor porcentaje supera los 60 años de edad. Las mismas fuentes barajan que el censo de hecho no rebasa las 70.000 personas durante gran parte del año, por el éxodo estudiantil y familiar. La falta de expectativas ha determinado el traslado de una parte importante de la juventud a Tenerife, Gran Canaria y Lanzarote, a la búsqueda de trabajo. “Pinta un panorama duro para los palmeros”, aventuran profesionales cualificados y amantes de su isla.
Antonio Castro Cordobez (1946, Llanos de Aridane), que dedicó 41 años de su vida a la política canaria, como consejero de Agricultura y de Obras Públicas, entre otros cargos, y en distintas etapas del Gobierno regional, es una de las voces que no oculta su inquietud: “Hablar en estos momentos de recuperación es muy complicado, porque esa es una tarea compleja, ardua y dilatada en el tiempo. Las actuaciones deberían ser clasificadas por grupos, las inmediatas, las urgentes y las que han de acometerse a corto y medio plazo. La Palma no puede perder tiempo para recuperarse de la catástrofe”.
En cuanto a las urgentes, Antonio Castro propone crear, mediante una Ley (o Decreto Ley), “un Consorcio Público con plena capacidad de gestión a todos los niveles, formado por las distintas Administraciones. La entidad ha de estar dotada de los suficientes medios materiales y de personal capacitado, en materia de planificación territorial, ejecución de infraestructuras, urbanismo, viviendas, comunicaciones, economía, empleo y servicios públicos, como sanidad y educación, entre otros”.
Apunta igualmente la necesidad de una rápida recuperación de terrenos agrícolas productivos: plataneras, viñedos o aguacateros, además de las acciones transitorias en materia de alojamientos para las familias que hayan perdido su vivienda y ayudas a los agricultores y empresarios autónomos. Imprescindible, a su juicio, y con carácter inmediato, aprobar la planificación territorial de la comarca del Valle de Aridane con la consiguiente revisión de la de ámbito insular, teniendo en cuenta los hechos sobrevenidos, nuevas oportunidades que se presenten, y el modelo socioeconómico.
El veterano ex político palmero concluye puntualizando que las medidas urgentes “requieren de forma paralela una planificación que valore todos los recursos económicos, contando con fondos de la Unión Europea (UE) y del Estado, así como también de fórmulas de endeudamiento público, hoy en día de fácil acceso. También habría que desarrollar normas específicas sobre desgravaciones, excepciones fiscales y tributarias, incentivos al fomento y recuperación de la actividad empresarial y laboral y desarrollar la aplicación de medidas incluidas en el REF, particularmente las establecidas para las Islas verdes”.
A modo de epílogo, da un toque de atención institucional sobre las interrogantes aún en el aire: “Se desconoce el punto en el que se encuentra la materialización de las indemnizaciones a los afectados, qué va a pasar con los terrenos ocupados por el volcán, cómo, cuándo y dónde se repondrán los cultivos y las diversas infraestructuras dañadas. Las respuestas a estas y demás consecuencias de los daños, se han retrasado más de lo que es exigible, y resulta imprescindible que sean conocidas de forma inmediata por los palmeros. De lo contrario, cada día que pasa es un día perdido que hace más difícil y lenta la recuperación”.
Miguel Ángel Santiago Pérez (1964, Llanos de Aridane), licenciado en Geografía e Historia por la universidad de La Laguna y especialista universitario en Archivística , hoy al frente del Archivo Municipal de su localidad natal, además de presidente de la Asociación de Archiveros de Canarias, manifiesta que “este volcán ha sido el más largo y destructivo dentro de las erupciones históricas ocurridas en la Isla. Solo por eso ya es diferente, por todo el dolor y la zozobra que ha producido entre la población palmera, aparte de las cuantiosas pérdidas materiales”.
Evoca que sus padres y abuelos ya habían vivido las erupciones del San Juan y del Teneguía, y le comentan que ninguno de ellos les produjo tanto miedo, ni trajo tanta destrucción.
Su sorpresa es relativa. Se muestra comprensivo con estos espasmos de la Naturaleza canaria, basándose en los precedentes históricos: “Se han repetido muchas veces, pero por ello no deja de ser una realidad: vivimos en islas de naturaleza volcánica, y sabemos que la dorsal de Cumbre Vieja es un volcán activo. El riesgo existe y es algo con lo que nuestros antepasados han vivido y nosotros vamos a tener que vivir”.
Describe que zonas hoy arrasadas como Todoque o Los Campitos ya eran asentamientos consolidados desde el siglo XIX, y poco a poco aumentaron su población por la mejora de las vías de comunicación hacia el sur del Valle de Aridane, “pero el volcán, dentro de la zona de riesgo, salió en el peor sitio que podía salir. La más poblada y la más desarrollada urbanísticamente, de ahí la cantidad de daños registrados”.
Confiesa que el archivo municipal no dispone todavía de datos definitivos sobre la situación derivada del volcán: “Indudablemente los daños son enormes: cambios significativos en el paisaje, pérdidas en todos los sectores económicos, con destrucción total o parcial de edificaciones industriales, turísticas y explotaciones agrarias, aparte de la cicatriz emocional que dejará en los habitantes de la Isla, especialmente en los del Valle de Aridane. La esperanza está en la reconstrucción. Esperemos que sea una realidad”.
Explica que el archivo municipal colabora sobre todo en el aporte de la información y antecedentes para facilitar el trámite de las ayudas para las personas que han perdido sus viviendas y propiedades, “ya que las licencias de las edificaciones destruidas, incluso de las más antiguas, se custodian en este departamento, y se recuperan para el trámite de las ayudas cuando así se requiere. Además, como Archivo histórico del Municipio, queremos ser la memoria documental y visual de todos los barrios que han desaparecido bajo la lava. Esta es una tarea que tenemos que afrontar y que, aunque dolorosa por todo lo que se ha perdido, es necesaria para que la historia de esos núcleos que ya no existen, tampoco se olvide”.
A la hora de hacer balance de adversidades como la pandemia del Covid y la erupción de Cumbre Vieja en su municipio, Miguel Ángel Santiago Pérez no olvida citar otra tercera, también significativa: “Antes del volcán, en el mes de agosto, los municipios de El Paso y Los Llanos de Aridane sufrieron un devastador incendio que afectó a zonas urbanas y calcinó muchas edificaciones. Covid-incendio-volcán, tres golpes muy duros que están afectando mucho al ánimo de la población. Ciertamente Cumbre Vieja ha sido un volcán cruel, destructivo y agotador, con diferencia del Teneguía”.
Finalmente, en el capítulo de reconocimientos hay coincidencia generalizada al enjuiciar positivamente el trabajo de los científicos en cuanto a prevención y diagnósticos para abortar mayores daños a la población. Una labor no exenta de riesgos físicos al verse forzados a penetrar en zonas de exclusión para recoger muestras y datos, con el apoyo novedoso de drones, que permitirían una investigación seria y creíble.