
La popular y veterana emisora de radio "Radio faro del Noroeste" sigue su proyección hacia una mayor ampliación de su cobertura.
Los productos de cercanía de Gran Canaria tienen nombre y apellidos. Y rostro. Como el de Antonio Ramírez, que lleva mucho tiempo abriendo surcos de papas en San Mateo y encarna la experiencia y la conciencia de la importancia de la unidad del sector como presidente de la Cooperativa Agrícola Coacen. Francisco Ramón Domínguez Trujillo, de Teror, es la juventud, la esperanza que crece en el campo. Carmen Delia Hernández Hernández da voz y presencia a la mujer rural cultivando sus papas en Moya y Arucas. El ingeniero agrónomo y especialista en nutrición del cultivo de la papa, Luis Ángel López Fernández, refleja la ciencia aplicada al territorio, en diálogo con la tradición, mientras que el Grupo Cencosu supone la vital y ejemplar apuesta empresarial por la producción de kilómetro cero en la isla.
Estas personas y miles más forman parte del universo de hombres y mujeres que mantiene el pulso del cultivo de la papa. Reconocimos hace muy pocos días su labor en el acto institucional de la VII Feria Insular de la Papa. No fueron los únicos. También se llevó a casa su galardón José Luis León, de la terorense finca Los Risquillos, con su papa de más de kilo y medio. Pero el verdadero peso de las papas del país y del conjunto del sector agrícola insular no puede calibrarse en toda su dimensión con una simple báscula.
Las papas poseen una silueta semejante al perfil de la isla de Gran Canaria. Es una casualidad. Pero también una coincidencia cargada de significado. La relación tiene cinco siglos de antigüedad, desde la introducción del cultivo en nuestro territorio insular en el contexto de su papel de puente entre América y Europa. Desde entonces, su historia se ha escrito de manera conjunta; en los libros y en las crónicas, pero ante todo en los surcos. En ese lugar, en nuestros campos, sin que gran parte de la población las vea ni sepa de sus esfuerzos y desvelos, es donde las manos de hombres y mujeres aferradas a la tierra hacen posible que sigamos escribiendo este relato coral.
Son las personas que con su tesón traducen en realidades gran parte de las políticas que desarrollamos en el Cabildo de Gran Canaria en apoyo al sector primario. Porque en esas manos están la soberanía alimentaria, la sostenibilidad, el cuidado del territorio, la protección de la biodiversidad, la lucha contra el abandono rural o la prevención de los incendios forestales. Y, sobre todo, entre esas manos se guarecen nuestras señas de identidad. Y fanegadas y fanegadas de memoria. Pero también de futuro… Lo sabemos muy bien en el Cabildo de la isla. Nuestro Plan Insular de Desarrollo del Fomento del Cultivo de la Papa (subvenciones, asesoramiento, lucha contra plagas, etc) es una expresión clara de la relevancia estratégica que le concedemos al.
La organización de este Plan Insular está adaptada a la realidad actual del sector y a sus retos e incluye, entre sus pilares más destacados, el asesoramiento técnico a productores y nuevos agricultores y agricultoras, la formación en técnicas de plantación, riego, fertilización y control de plagas, los análisis de suelo y fitopatológicos, el estudio de costes de producción tanto en sistemas convencionales como ecológicos y la celebración anual de la Cata Insular de Papas. Y además el Plan de Erradicación de la Polilla Guatemalteca, las subvenciones para la recuperación de terrenos en desuso y la mejora de instalaciones y maquinaria o la ejecución de proyectos hidráulicos para mejorar el riego agrícola. Solo en los últimos meses, hemos puesto a disposición de los cultivos de papas de medianías más de 3.600 horas de riego, suficientes para regar más de 26 hectáreas.
El trabajo realizado ha logrado que la superficie cultivada se haya incrementado en más de un seis por ciento en la última década, una tendencia positiva contraria a la del conjunto del archipiélago, donde ha descendido en un 26%. Las 1.200 hectáreas actuales conforman un paisaje productivo pero sobre todo de ilusión pues en estas fincas crecen productos del país de gran calidad. Y echa también raíces una economía vinculada a lo cercano, a lo propio. Crece, en definitiva, la posibilidad de una isla cada vez más autocentrada y consciente de sus retos y oportunidades. No es el único caso. Con la misma fórmula, Gran Canaria duplica en superficie de cultivo de frutales a la segunda isla y ha incrementado entre 2019 y 2024 su superficie de cultivo de regadío en unas 211 hectáreas.
Son pasos hacia la soberanía alimentaria que defendemos y por la que trabajamos a conciencia desde hace una década. Es un eje de una autonomía que ha de completarse con la energética, además de la seguridad hídrica. Un proyecto pionero, la central de Salto de Chira, unifica este triple anhelo, pues multiplicará la penetración de las renovables, la autosuficiencia en la generación y almacenamiento de energía y la desalación para regar las cuencas de cumbres y medianías con agua de la costa.
No obstante, necesitamos robustecer la conciencia ciudadana sobre la importancia de nuestras decisiones. En cada opción entran en juego muchas variables, pero quiero subrayar que una de ellas debe ser el respaldo a un modelo insular cada vez más sostenible. Una papa de Gran Canaria en la cesta de la compra, sancochándose al fuego, en el plato, es un mensaje; un apoyo a la isla donde desarrollamos nuestras vidas. Se hace política ante las urnas, pero también ante los lineales del supermercado o en las elecciones en el comercio del barrio y del pueblo.
Es importante que veamos las producciones del campo de Gran Canaria como una extensión de nuestra singularidad. Y de ahí surgirá necesariamente un sentimiento de compromiso y de defensa que debe traducirse también en mecanismos legales que nos permitan modular la entrada de productos foráneos mientras nuestros agricultores y agricultoras sean capaces de surtir la despensa insular. Da mucha rabia ver papas de Egipto - y más del genocida estado de Israel- en las superficies de venta compitiendo con nuestras papas aún en existencia. Obligan estos buitres sin escrúpulos al productor local a bajar sus precios o a quedarse con su cosecha.
Como saben muy bien y sufren en sus carnes nuestros agricultores y agricultoras, no compiten en igualdad de condiciones. Por un lado, porque los controles, costes y requisitos que afrontan no son los mismos. Y, por otro, porque se enfrentan en ocasiones a prácticas desleales que intentan acabar con la competencia de los pequeños y medianos productores locales. Produce pena, rabia y vergüenza ver cómo algunos se proclaman patriotas, nacionalistas y demás yerbas y realmente no hacen sino mirar para sus bolsillos. Desprecian a su tierra y a su gente.
Las producciones locales requieren iniciativas administrativas de protección y el respaldo de consumidores y consumidoras. El campo grancanario, además, demuestra que tiene unas espaldas amplias, pues al menos el 62% de las papas consumidas en la isla y más del 44% en el caso de Canarias proceden de nuestro territorio insular. Son porcentajes que superan ampliamente las recomendaciones de la ONU para la soberanía alimentaria de los territorios insulares. Pero no queremos conformarnos. Y sabemos que para que esto sea posible resulta imprescindible, entre otras medidas, garantizar el agua, hacia donde fluyen precisamente nuestras acciones en materia de regadío, reutilización de aguas y obras hidráulicas.
Quiero recalcar que esta cita anual ha brindado una oportunidad para encontrarnos alrededor de uno de nuestros productos estrella, en especial con la participación de más de un centenar de especialistas del más alto nivel de las islas y la península en las Jornadas Técnicas sobre la Papa. Ellos y ellas debatieron medidas para aumentar las cotas de soberanía alimentaria que se enfrentan además a las consecuencias del cambio climático. Todo ello, por supuesto, con el consejero y el equipo del área del Sector Primario, Soberanía Alimentaria y Seguridad Hídrica del Cabildo grancanario siempre detrás.
Regreso al inicio, a los rostros de la pasión, la entrega, la búsqueda de la excelencia, la lucha por aquello que nos identifica y distingue. Los premios fueron, en última instancia, coronas para esta viajera que atravesó el Atlántico y se quedó en Gran Canaria para ser parte de nuestra esencia. No obstante, el mayor de los galardones, el más luminoso, será que el sol y las estrellas sigan brillando sobre los terrenos sembrados de Gran Canaria.
Antonio Morales Méndez. Presidente del Cabildo de Gran Canaria. Islas Canarias.
Cada año, la aprobación de los presupuestos representa el acto más importante de cualquier administración pública. Es el momento en que se define el rumbo de la gestión, la hoja de ruta que marca las prioridades de un gobierno y su compromiso con las personas. En 2026, las cuentas del Cabildo de La Gomera serán, más que nunca, un instrumento para avanzar hacia una isla de progreso, sostenible y con oportunidades para todos
El nuevo presupuesto asciende a 82,7 millones de euros, lo que supone un incremento del 5,5% respecto al año anterior. No se trata solo de una cifra: detrás de cada euro hay un propósito claro y humano. Porque 7,8 de cada 10 euros se destinan a acciones sociales, educativas y de apoyo directo a la ciudadanía, consolidando un modelo de gestión que pone a las personas en el centro de la acción política. Este es, sin duda, un presupuesto hecho para la gente y por la gente de La Gomera.
El área de Bienestar Social vuelve a liderar la inversión insular, con más de 16 millones de euros, lo que representa casi el 20% del total. Detrás de esta cifra hay miles de rostros: mayores, dependientes, familias en situación de vulnerabilidad o jóvenes que buscan su primera oportunidad laboral. Son las realidades que queremos transformar.
Pero estas cuentas también miran al futuro, a una generación que demanda empleo, vivienda y formación. Por eso hemos incorporado 2,5 millones de euros en programas de formación y empleo juvenil, y nuevas líneas de ayudas al alquiler y adquisición de vivienda para jóvenes. Con ello avanzamos hacia una isla donde nacer, estudiar y trabajar no sea una excepción, sino una opción real.
Además, La Gomera ha sido y seguirá siendo una isla pionera en sostenibilidad. El presupuesto de 2026 dedica 10 millones de euros a la transición ecológica, con actuaciones que consolidan a la isla como referente en energía limpia, gestión medioambiental y lucha contra el cambio climático. Apostamos por el autoconsumo energético, la movilidad eléctrica y la protección de nuestros ecosistemas, porque el desarrollo sólo tiene sentido si se hace respetando nuestro entorno.
El desarrollo económico también ocupa un lugar prioritario. Más de 480 pymes y autónomos se beneficiarán de medidas de apoyo y dinamización comercial, incluyendo un refuerzo del bono consumo, con mayor aportación pública tanto en el norte como en el sur de la isla. Además, las inversiones en infraestructuras públicas, industria, energía, comercio y turismo contribuirán a consolidar un modelo económico más diversificado, más fuerte y más resiliente.
Reforzamos el apoyo al asociacionismo y al tercer sector, con 3,5 millones de euros destinados a proyectos impulsados por entidades sociales, culturales y deportivas. Iniciativas que tienen como objetivo la dinamización y reafirman el compromiso con una isla cohesionada y solidaria.
Más allá de los números, estos presupuestos son una oportunidad para seguir transformando realidades. Porque cada inversión tiene un impacto directo en la vida de nuestros vecinos: 2.200 estudiantes que reciben becas o ayudas al transporte; 3.000 familias que cuentan con apoyo social o sanitario; 250 hogares que ya disponen de energía fotovoltaica; 200 jóvenes y mayores de 60 años que encuentran empleo gracias a los programas de inserción laboral.
El Cabildo de La Gomera encara este 2026 con la convicción de que el desarrollo no son sólo cifras, sino bienestar. Por eso seguimos trabajando con diálogo, con sensibilidad y con visión de futuro. Queremos que La Gomera siga siendo una isla que cuida, protege y ofrece oportunidades, un ejemplo de cohesión, igualdad y sostenibilidad.
Las cuentas que presentamos son el reflejo de una isla que no se resigna, que avanza paso a paso, transformando sus recursos en bienestar, su identidad en motor de desarrollo y su futuro en una promesa cumplida.
Casimiro Curbelo. Presidente del Cabildo de la isla de La Gomera. Islas Canarias.
El manifiesto de apoyo del Cabildo de Gran Canaria a la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria como Capital Europea de la Cultura 2031 contiene motivos de fondo que justifican nuestra identificación con la propuesta municipal de visibilizar la rebelión de la geografía. Tenemos el más absoluto convencimiento de que nuestra isla encarna un llamamiento a la diversidad y a la ruptura de las barreras físicas y mentales, evoca igualmente el rechazo a la discriminación por cualquier causa, e invita a reconocer que la cultura europea debe modelarse también con la arena de sus orillas.
Somos litoral, margen y frontera, y eso esculpe nuestra realidad y una singularidad que nos enorgullece. Pero que nadie se equivoque: nos resistimos a ser orillados, marginados o convertidos en muros de contención. Muy por el contrario, tenemos la convicción de que nuestra voz y nuestro ejemplo pueden ayudar a redefinir la diversidad intelectual y cultural del continente
Nada de esto es nuevo, en realidad. La memoria de la Europa clásica hace guiños constantes a los territorios insulares. El mito de Ulises sigue recorriendo los caminos que conectan a Europa, atravesando sus fronteras visibles e invisibles. Se mueve como una letanía que resuena en cada conciencia, recordando la importancia de la búsqueda de la verdad y la conexión con lo que realmente importa. La leyenda se enhebró, sobre todo, de isla en isla, a través de los seres que allí encontró y las enseñanzas que extrajo. La experiencia insular, por tanto, alienta la mayor alegoría mediterránea y europea.
Existen alrededor de 2.000 islas en Europa. Algunas son nidos de cormoranes. En otras apenas se distinguen los cimientos del castillo de un reino olvidado. O destella un viejo faro, aunque el farero haya sido sustituido por un ingenio moderno, porque el naufragio sigue siendo un riesgo que acompaña a la aventura humana. Otras, sin embargo, se elevan como paradigmas de sociedades insulares que han sido capaces de protagonizar una apasionante aventura social y cultural. Es, por supuesto, el caso de Gran Canaria, en este caso en el Atlántico, más allá de las también legendarias Columnas de Hércules que citó Homero. Aquí conocemos pronto la inmensidad y, con la humildad del que se sabe una parte del todo, aspiramos a dejar huella e ir un paso más allá de lo que parecía escrito de antemano. En ese proceso, desarrollamos nuestra singularidad, de la mano de nuestra condición de privilegiado lugar de encuentro entre continentes y visiones de la realidad.
Y desde el origen, cada nueva idea, cada siglo y cada movimiento de ida y vuelta han sido cubiertos por el salitre de nuestra profunda identidad isleña. Por eso podemos decir con orgullo que poseemos una voz propia que merece ser escuchada en el continente europeo; y en el mundo. Esta afirmación cobra especial importancia en el actual momento histórico, cuando Europa y el conjunto del planeta viven en la incertidumbre y contemplan cómo se dinamitan las vías de diálogo y desfallecen los viejos discursos, como olas que mueren frente a una escollera de intransigencia y regresión.
Las islas emergen en los lugares más imprevistos. Sobre el mar y en el pensamiento. El grancanario Galdós, uno de los grandes escritores europeos del siglo XIX, definió a Europa como “una gran isla dentro de la cual estaban otras islas”, según puso en palabras de Gabriel Araceli, hilo conductor de la Primera Serie de los Episodios Nacionales. Y añadió: “Llegará un día en que se abrazarán, conviniendo todos en no formar más que una sola familia”. Para que esto ocurra, hacen falta lugares donde se levanten puentes de entendimiento, lejos del aire enrarecido, donde las velas se vuelvan a llenar de un soplo ilusionante y sea posible volver a imaginar el futuro. Es precisamente lo que define a Gran Canaria. Hagámoslo desde Gran Canaria.
Gran Canaria jamás ha sido una orilla cultural. Ha sido un centro. Y merece que Europa lo refrende con la designación de la ciudad como Capital Europea de la Cultura. Es importante que se deje encandilar por las luces de esta urbe y de esta isla en la que se fusionan arte, convivencia, inclusión, participación ciudadana y sostenibilidad -ejes de la acción del Gobierno de la isla-, además de la memoria y el presente de las migraciones humanas. Le conviene abrir sus ventanas para que entren el alisio, y la maresía. La expectativa de situar la insularidad y la periferia en el corazón del continente es doble en 2031, pues, junto a una ciudad española, la Unión Europea designará también a una localidad de Malta, donde Ulises permaneció durante siete años.
La promoción y el apoyo a la cultura forman parte del ADN del Cabildo de Gran Canariades de su nacimiento. El protagonismo del Gobierno de la isla se ha acentuado en la última década y se percibe de manera especialmente clara en la capital, donde no puede concebirse el paisaje cultural sin su contribución, cristalizada en espacios, eventos, programaciones a lo largo de todo el año, proyectos de calado social y a la vez de gran proyección y, por supuesto, el respaldo decidido al sustrato creativo y artístico local.
En este sentido, el Cabildo eleva el pulso de la cultura en la ciudad a través de su Red de Museos. En el caso de Las Palmas de Gran Canaria, con el legado del novelista Pérez Galdós que conservamos y mostramos en su Casa-Museo en el corazón del histórico barrio de Triana, donde duermen manuscritos de obras que sustentan su talla universal. La escultura de Victorio Macho, hecha en arenisca para que el tiempo terminara de moldearla, es una metáfora a la inversa, porque los años menoscabaron la piedra mientras estuvo en el muelle, pero la influencia galdosiana sigue expandiéndose. En el barrio fundacional de Vegueta, la Casa de Colón exhibe e investiga la atlanticidad de Gran Canaria. Por su parte, el Centro Atlántico de Arte Moderno designa su filosofía en su propio nombre y en una programación expositiva que subraya la condición insular de encrucijada abierta a voces, pinceladas y propuestas que no siempre encuentran acomodo.
El relato museístico escribe una nueva y brillante página en la capital con el proyecto del Museo de Bellas Artes de Gran Canaria, el MUBEA, en el antiguo hospital y posterior San Martín Centro de Cultura Contemporánea. Este recinto se convertirá en el mayor de su clase en Canarias y en uno de los más destacados del país. Se trata de una apuesta por las artes plásticas en el lugar que merecen, rescatando un edificio histórico, enfatizando la identidad isleña y su divulgación. Y lo hará aprovechando las estancias sanitarias donde fue paciente Jorge Oramas. Desde su ventana observó y pintó las casas que cuelgan de las laderas de San Roque y San Nicolás, con su paleta de rojos, amarillos, verdes, azules y palmeras infinitas, una imagen que se ha convertido en una seña de identidad de los riscos y la capital grancanaria. La entrada en escena del MUBEA supondrá además un soplo de aire fresco en el entramado urbano, cultural, social y económico de la zona, a la que se sumará la renovación y ampliación del Museo Canario, con financiación del Gobierno insular, memoria arqueológica y cápsula del tiempo de la isla que sitúa en un lugar medular la herencia aborigen.
La cultura que emana del Cabildo se muestra como un libro abierto en la Biblioteca Insular. Levanta y baja el telón en el Teatro Cuyás o en la programación de la Fundación Teatro Auditorio. Hace que Las Palmas de Gran Canaria suene en el mundo como sede de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, una de las formaciones más prestigiosas de España y Europa. Abre la capital a la vanguardia visual y sonora en el Centro de Cultura Audiovisual, arquetipo de cómo la periferia se torna en enclave neurálgico de las artes.
La democratización de la actividad cultural y la cohesión social que proporciona se han aliado con la arquitectura y el urbanismo a través del proyecto ya licitado de Infecar. El proyecto impulsado por el Cabildo contempla un pabellón icónico que, además de los eventos feriales, acogerá eventos y espectáculos -igual que sucederá tras la reforma del Estadio de Gran Canaria o en el nuevo Centro Insular de Deportes- en el contexto de un recinto que dejará de ser un espacio cerrado para dejarse abrazar por los barrios del entorno.
El Gobierno de la isla promueve los rodajes y la posproducción cinematográfica con el plató virtual pionero en España, financia la restauración y promueve la conservación de múltiples elementos patrimoniales y colabora con entidades de sobresaliente importancia en el pasado y el presente de la ciudad, del Gabinete Literario a la Fundación de Arte y Pensamiento Martín Chirino o la de Alfredo Kraus, entre muchas otras. También rescata la memoria histórica, de la más oscura y cruel a aquella que habla del kilómetro cero de la capital, con la investigación y la difusión de la importancia del solar norte de la Catedral, labor a la que se añaden las visitas guiadas del Servicio de Patrimonio Histórico al Confital o el Jardín Canario, por citar solo las más recientes.
La rúbrica plasmada en el manifiesto de apoyo en nombre del conjunto de la corporación insular contenía la forma de los manuscritos de Galdós o de Pino Ojeda; el vuelo de las espirales de Chirino; las rimas portuarias de Tomás Morales; el trazo de Manolo, de Jane Millares y de Néstor; o el eco de Kraus. Pero estaba guiada sobre todo por la coherencia de la apuesta del Cabildo por la cultura en Gran Canaria y su capital. Nos anima hoy un sentimiento de justicia, de provocar que Europa enfoque su mirada en la isla, que contemple al ‘Atlante’ de Tony Gallardo, hecho con la piedra del fuego donde nos fraguamos y alzado desde el cantil al orbe. Deberían conocer sus secretos y escuchar su sonoro silencio. Ulises lo habría hecho.
Antonio Morales Méndez. Presidente del Cabildo de Gran Canaria. Islas Canarias.
El inicio de la nueva temporada de cruceros en La Gomera, con más de 115.000 cruceristas y 108 escalas previstas, es mucho más que una buena noticia para nuestro puerto. Es una confirmación de que el trabajo constante por situar a la isla en el mapa internacional del turismo de calidad da sus frutos. Y también es una oportunidad: una oportunidad para fidelizar a nuevos visitantes, para mostrar la autenticidad de nuestra tierra y para seguir avanzando en un modelo turístico distinto, responsable y coherente con lo que somos
Cada llegada de un crucero representa mucho más que cifras: es la ocasión de proyectar una imagen de isla comprometida con su entorno, que apuesta por la sostenibilidad y que prefiere la calidad frente a la cantidad. La Gomera no compite en volumen ni en masificación, sino en excelencia y diferenciación. Nuestra apuesta es por un turismo que genere valor añadido, que respete el territorio y que contribuya a mejorar la vida de quienes aquí viven.
Durante años, hemos aprendido que el turismo puede ser una fuerza de equilibrio y cohesión si se gestiona con inteligencia y sensibilidad. Por eso, en La Gomera trabajamos para que cada inversión, cada acción promocional y cada estrategia de desarrollo estén orientadas a crear un turismo que conserve y que proteja a nuestra isla.
Este año, el impacto económico derivado de la temporada de cruceros superará los 5 millones de euros, con un gasto medio estimado de 45 euros por visitante. Pero el verdadero éxito no se queda aquí. Está en ver cómo nuestro tejido económico se beneficia, cómo la artesanía insular encuentra nuevos escaparates, o cómo el silbo gomero y los productos de kilómetro cero forman parte de la experiencia de quienes nos visitan. Es un turismo que crea valor compartido, que no se impone al territorio, sino que convive con él.
Mientras otros lugares del país apuestan por más turistas, La Gomera ha elegido un camino distinto. Hemos apostado por un modelo turístico sostenible, de pequeña escala, de atención personalizada, donde el visitante encuentra autenticidad, naturaleza y cultura viva. Un modelo que se apoya en la planificación, a través de estrategias como el Plan de Destino Turístico Sostenible o Gomera36, que integran la movilidad eléctrica, la transición digital, el turismo activo y la promoción de nuestro patrimonio natural, cultural y gastronómico.
Nuestro objetivo no es crecer por crecer, sino crecer mejor: con equilibrio, con sostenibilidad territorial y con una visión de largo plazo. Porque entendemos que el turismo no puede ser una industria que agote los recursos que lo sustentan. Debe ser una alianza entre economía, territorio y sociedad, una herramienta para mejorar la vida de los residentes y, al mismo tiempo, enamorar a quienes nos visitan.
Porque aquí, entre barrancos, entre silbos y senderos, sabemos que la excelencia turística no se improvisa. Se construye día a día, con planificación, con respeto y con responsabilidad. Y ese es el camino que seguiremos recorriendo: el de un turismo que no destruye, sino que construye; que diferencia; que no agota, sino que inspira.
Casimiro Curbelo. Presidente del Cabildo de la isla de La Gomera. Islas Canarias.
El Cabildo de Gran Canaria está llevando a cabo una reordenación del recinto ferial de Las Palmas de Gran Canaria que incluye la construcción de nuevos edificios emblemáticos y la puesta en servicio de espacios verdes e instalaciones deportivas para el uso abierto a todo el barrio de la Feria que llevaba reclamando la vecindad casi desde su creación. Esta actuación da respuesta a una demanda histórica de los vecinos y vecinas de este barrio y, después de pasar un exitoso proceso participativo, se ha generado un importante consenso que mejora sensiblemente la calidad de vida del barrio y las posibilidades feriales, comerciales y de ocio de un espacio de referencia para la isla
¿De qué está hecho un edificio, una ciudad o una isla? Ante todo, de ideas. Y de intenciones. Del mismo modo, las líneas trazadas sobre el papel de los planes urbanos persiguen determinar el punto de encuentro entre el territorio y las aspiraciones de la sociedad. Así es al menos en el caso del urbanismo transformador en positivo, integrador, sostenible y enfocado a la cohesión social que defendemos desde el Cabildo de Gran Canaria.
Uno de los grandes arquitectos del siglo XX, el alemán Van der Rohe, afirmó que la arquitectura es la voluntad de una época traducida en espacios. Creo que los sueños y expectativas de progreso de la sociedad necesitan cristalizar en espacios donde esos anhelos se acomoden, expandan y propicien realidades tangibles.
Siguiendo este hilo conductor, el Cabildo ha asumido que arquitectura y urbanismo son herramientas indispensables para la mejora integral de Gran Canaria y la consecución de los objetivos de nuestro proyecto de ecoísla. Para eso, nos apoyamos en iniciativas que reinterpretan las relaciones entre las personas y el entorno, además de mediar entre la memoria colectiva y las demandas contemporáneas. Porque los grandes equipamientos son bisagras en el tiempo capaces de reconfigurar la manera en la que una ciudad, una isla, se relaciona con el mundo y consigo misma.
Hoy, por fortuna, el Cabildo es la voz de una isla que apuesta por la sostenibilidad y los avances sociales y económicos. Los proyectos estratégicos insulares sustentados en la arquitectura, la ingeniería y el urbanismo de la última década vinculados al deporte, la cultura, las políticas sociales, el desarrollo comercial e industrial, el agua, la energía y la movilidad han verbalizado y dado cuerpo a esta onda de progreso que recorre Gran Canaria. Son las palabras, y sobre todo los hechos y las razones, con las que impulsamos en estos momentos grandes infraestructuras y equipamientos en Gran Canaria.
Y ahora, este porvenir que edificamos entre todos y todas posee también la silueta del icónico nuevo Pabellón de Infecar, diseñado por Icon-On. Licitado por 52 millones de euros, a los que se suman otros 21 millones para la primera fase del proyecto de urbanización que hará posible que el recinto ferial deje de ser un búnker aislado para integrarse de forma armoniosa en la ciudad. Esto aporta una revalorización urbana, comercial y social en la Ciudad Alta mientras se consolida como una gran referencia internacional para la celebración de grandes eventos, aspirando además a la máxima certificación internacional en sostenibilidad y descarbonización. Es un emblema y un paso decisivo en el camino que estamos recorriendo.
El proyecto se comunica en un lenguaje que entendemos y según el cual los edificios y entornos urbanos que creamos hablan de lo que somos. Y también de lo que aspiramos a ser. En este caso, el hito arquitectónico reafirma nuestra condición histórica de puente entre culturas y continentes, así como de isla comprometida con la innovación. El espíritu inicial de Infecar permanece. No obstante, los retos y las oportunidades poseen ahora mayor envergadura. Y si nuestros anhelos son mayores, también deben serlo nuestras acciones. Esta ambición está incrustada en los cimientos del edificio y de un plan urbanizador diseñado para mejorar la vida de las personas.
El pabellón es el estandarte, el gran buque. El plan urbanizador es el nuevo océano social por el que navega. Y este cambio de paradigma, que implica el establecimiento de un nuevo diálogo entre Infecar y su perímetro y el conjunto de la capital, es el reflejo del proceso participativo que ha enriquecido de forma sobresaliente la iniciativa.
El Plan Maestro -previo a la aprobación del Plan Especial, y fruto de tres años y medio de trabajo- de la mano de LPA Studio, fue reconocido como Proyecto Urbano del Año 2024 en los prestigiosos Premios BREEAM a la construcción sostenible. En su definición se mantuvieron reuniones de trabajo con representantes del amplio ecosistema social de Infecar: asociaciones vecinales, comunidad educativa, proveedores y usuarios del recinto; profesionales de ferias y eventos y administraciones públicas, tanto a nivel municipal como insular, y del grupo de gobierno y de la oposición. Igualmente, se realizaron visitas técnicas a otros espacios feriales hasta consumar un Plan Maestro con las directrices funcionales, espaciales y paisajísticas que incluyó una estrategia de sostenibilidad. Este proceso continuará abierto en las futuras fases. Transparencia y transversalidad se fusionan por tanto en la aleación que recubre la estructura del proyecto.
Sobre el terreno, el Plan Especial aprovecha el desnivel natural para organizar los distintos bloques funcionales en cuatro plataformas. En la parte superior se ubicará una gran plaza ajardinada que conectará de forma accesible los pabellones y edificaciones. La estrategia paisajística busca generar una identidad naturalizada, evitando el predominio del hormigón y utilizando materiales y colores más integrados con el entorno, creando la sensación de un “parque subtropical con pabellones”. En el nivel inferior se situarán el área logística, viales, almacenes, instalaciones y el nuevo Punto Limpio. Este rediseño es esencial para garantizar la funcionalidad del futuro Pabellón 7 y la posible ampliación del Pabellón 6.
El Plan Especial prevé trasladar los aparcamientos hacia la zona naciente y crear un área para personal en poniente, reduciendo el tráfico en los barrios próximos. También contempla una parada intermodal de transporte público junto a la rotonda de La Ballena. Son dos ejemplos más de vertebración entre Infecar y su hábitat en Las Palmas de Gran Canaria. Se recuperará el anillo verde del proyecto original, con 20.000 metros cuadrados de zonas verdes que amortiguarán el ruido y mejorarán la relación con el vecindario mediante aceras ampliadas, nuevas zonas de sombra y mejores paradas de guaguas. Además, una senda pública conectará los barrios de La Feria y La Paterna, facilitando el uso ciudadano del espacio en días sin actividad ferial. La estrategia ambiental incluye la gestión circular del agua, energías renovables y soluciones bioclimáticas que harán del recinto un desarrollo urbano neutro en carbono. Así, está previsto que en 2050 Infecar haya compensado sus emisiones y funcione emitiendo de forma neta oxígeno a la atmosfera.
En aproximadamente dos años, el Pabellón de Infecar se incorporará plenamente al horizonte de la ciudad y, al mismo tiempo, se dejará abrazar por la ciudad y la isla. Será una pieza urbanística útil, cargada de motivos, revolucionaria e inspiradora. Antes de que nos demos cuenta, dejaremos atrás la antesala del futuro y nos adentraremos de lleno en sus plazas y auditorios. Hoy, la defensa de los principios democráticos y de la convivencia también reside en la arquitectura y el urbanismo.
Antonio Morales Méndez. Presidente del Cabildo de Gran Canaria. Islas Canarias.
Hay fechas que no deberían pasar inadvertidas. El Día de la Mujer Rural es una de ellas. Más allá de la conmemoración simbólica, nos invita a mirar hacia nuestras raíces, hacia esos rostros y manos que han cultivado no solo la tierra, sino también los valores que sostienen a nuestra sociedad. La historia de La Gomera —como la de tantas islas y pueblos rurales— no se entiende sin las mujeres que la han labrado con esfuerzo, silencio y amor.
En cada rincón de nuestra isla, desde las medianías hasta las costas, late la huella de esas mujeres que han sido madres, trabajadoras, agricultoras, ganaderas, artesanas, maestras y cuidadoras. Ellas han sido el motor invisible del progreso. Han levantado familias, mantenido tradiciones y sostenido pueblos enteros cuando los tiempos eran duros. Son, sin exagerar, las arquitectas silenciosas de nuestra identidad.
En el acto celebrado este año, rendimos homenaje a seis mujeres que encarnan ese espíritu inquebrantable: Obdulia Correa, Bella Esmeralda Bethencourt, Clara Montesino, Teresa Katharina Manzl, Gasparina Santos y Gloria Negrín. Seis vidas distintas, unidas por un mismo hilo: la entrega y el amor a su tierra. Ellas simbolizan a todas las mujeres gomeras que, generación tras generación, han convertido el esfuerzo en legado y el trabajo cotidiano en cultura.
Pero este reconocimiento no debe quedarse en la emoción del momento. La mujer rural no pide homenajes vacíos, sino oportunidades reales. Es tiempo de que las políticas públicas respondan a su esfuerzo con proyectos que garanticen la conciliación, la formación y el liderazgo femenino en el ámbito rural. Porque el desarrollo sin equidad no es progreso, sino desequilibrio.
Hoy, la mujer rural ya no es solo una figura esencial en la economía familiar: es empresaria, gestora, formadora y creadora. Combina la herencia del pasado con la visión del futuro, y demuestra cada día que tradición e innovación pueden caminar juntas. Cuidar la tierra sigue siendo su forma de cuidar la vida, pero ahora lo hace desde la ciencia, el emprendimiento o la gestión pública.
La Gomera necesita seguir contando con ellas, con su sabiduría y su sensibilidad, para mantener viva la esencia de nuestra identidad insular. El futuro del mundo rural pasa inevitablemente por la mujer. Por su capacidad de resistir, de adaptarse y de transformar. Por eso, desde el Cabildo de La Gomera seguiremos apostando por un modelo de desarrollo donde ellas sean protagonistas, no invitadas.
Porque sin ellas, La Gomera no sería lo que es: una isla que late con fuerza de mujer.
Casimiro Curbelo. Presidente del Cabildo de la isla de La Gomera. Islas Canarias.
Europa parece caminar sin brújula en un momento en el que más necesita un rumbo claro. Las grandes promesas que durante décadas sostuvieron el proyecto europeo se diluyen entre contradicciones, bloqueos internos y un clima de desconfianza que recorre tanto a los estados como a la ciudadanía. Lo hemos visto recientemente con el rechazo de Francia, Alemania, Italia y Polonia a la propuesta de reducir un 90 % las emisiones para 2040. Estamos ante una decisión que supone un duro golpe al corazón del Pacto Verde Europeo y que refleja hasta qué punto las prioridades nacionales están imponiéndose sobre el compromiso común
Los argumentos de estos países pivotan en torno a la defensa de su competitividad industrial y al miedo a que los costes de la transición recaigan sobre sectores económicos estratégicos. Pero lo que de fondo emerge es la fragilidad de una Europa que no logra conciliar la urgencia climática con la justicia social. Una Europa que renuncia a ser líder en la lucha contra el cambio climático justo cuando más necesario resulta, después de ver cómo las olas de calor, la sequía o los incendios se multiplican y afectan directamente a millones de personas. La decisión de las grandes economías no sólo compromete los objetivos ambientales, sino que erosiona la confianza de la ciudadanía en el proyecto europeo.
La crisis de rumbo va más allá de lo climático. En lo geopolítico, la Unión se mueve entre la subordinación a la estrategia estadounidense y la incapacidad de construir una autonomía estratégica real. Europa sigue siendo un actor militar secundario bajo el paraguas de la OTAN, sin un ejército propio capaz de garantizar su defensa, ni una política exterior que marque un camino diferenciado. La humillación a la que sometió a la UE el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, llamando papá a Donald Trump en señal de acatamiento sin condiciones de sus postulados, fue asumida por todos los países sin chistar.
Y en ese marco de impotencia y dependencia se inserta uno de los episodios más dolorosos y vergonzosos de los últimos tiempos: la tibia postura ante el genocidio en Palestina. El genocidio, la masacre y el exterminio en Gaza han conmovido al mundo entero. Miles de civiles asesinados, hospitales y escuelas bombardeados y un pueblo castigado por décadas de ocupación y violencia. El asesinato de niños y mujeres sin la menor piedad o compasión nos genera un especial sufrimiento. Ante esta tragedia, Europa apenas ha sido capaz de levantar la voz. Ha emitido comunicados ambiguos, ha evitado llamar a las cosas por su nombre, ha condenado tímidamente los excesos, mientras continúa avalando con su silencio el suministro de armas o el bloqueo de ayuda humanitaria. La defensa cerrada de Israel por parte de algunos estados miembros ha impuesto un relato en el que la equidistancia se convierte en complicidad.
La Unión Europea, que se proclama adalid de los derechos humanos y la dignidad universal, ha mostrado una doble vara de medir insoportable. Frente a Ucrania se movilizó con rapidez, habló con claridad, activó sanciones y se volcó en la solidaridad. Frente a Palestina, titubea, duda, se esconde tras tecnicismos diplomáticos. Esa incoherencia erosiona su autoridad moral y transmite al mundo una imagen de hipocresía. Para los pueblos árabes y africanos, para millones de jóvenes que se informan a través de redes sociales y ven las imágenes en directo, Europa ha perdido credibilidad. Y esa pérdida se pagará en influencia, en legitimidad y en capacidad de interlocución global. Además de la violación de los Derechos Humanos más elementales, se está generando una ola de odio y resentimiento que lamentaremos cuando no tenga remedio por el dolor producido.
Sucede lo mismo con la migración. Cada país piensa y actúa de manera diferenciada y la falda de solidaridad interna concentra la presión en los estados fronterizos y debilita la capacidad de gestión. El crecimiento de la extrema derecha que explota el miedo al “exceso de inmigrantes” ha hecho prevalecer las políticas represivas frente a las humanitarias. La UE es incapaz igualmente de abordar las causas estructurales que la provocan y, también, de elaborar una estrategia para afrontar el reto de asumir que se trata de un fenómeno necesario para el futuro del continente y de generar, por tanto, vías legales y seguras para la integración.
El sector primario tampoco es ajeno a este descontento. Se siente absolutamente desprotegido frente a la competencia global y a tratados como los realizados con Ucrania, Marruecos o Mercosur. También denuncian una y otra vez que el modelo establecido favorece a las grandes explotaciones frente a los pequeños productores del mundo rural. De la misma manera, las exigencias normativas y medioambientales no van acompañadas de precios justos ni ayudas o incentivos adecuados.
La dependencia energética y tecnológica de la Unión es otro de los talones de Aquiles que esta crisis desnuda. Se ha reducido la exposición al gas ruso, pero seguimos atados a combustibles fósiles importados y a materiales críticos que llegan de terceros países. Del mismo modo, Europa habla de soberanía digital y transición tecnológica, pero continúa muy por detrás de Estados Unidos y China en semiconductores, inteligencia artificial o innovación en energías limpias. La llamada “autonomía estratégica” se queda en un lema vacío cuando no se acompaña de inversiones propias, planificación a largo plazo y una visión de conjunto. Para colmo, Úrsula von der Leyer se hace cómplice de otra humillación a la UE reuniéndose con el presidente estadounidense en un campo de golf de su propiedad y aceptando sin chistar una imposición de aranceles de un 15% a los productos europeos.
En el interior, la situación tampoco es halagüeña. El avance de la extrema derecha y del euroescepticismo está condicionando la agenda política comunitaria y nacional. Cada vez resulta más difícil alcanzar consensos en torno a políticas comunes porque los populismos levantan muros, reavivan discursos nacionalistas y convierten a Bruselas en el blanco de todos los males. La consecuencia es una fragmentación creciente y un bloqueo que paraliza decisiones urgentes. La Unión, que nació para superar las fronteras y construir un proyecto compartido, corre el riesgo de volver a ser una suma de intereses parciales sin alma ni dirección.
En este contexto, la desafección de los jóvenes es un síntoma particularmente preocupante. Para quienes hoy tienen veinte o treinta años, Europa ya no es sinónimo de oportunidades. Ven cómo la vivienda se convierte en un lujo inalcanzable, cómo los empleos estables escasean, cómo la precariedad se instala en sus biografías. Y sienten, con razón, que las grandes promesas europeas no se traducen en mejoras concretas en sus vidas. La frustración se combina con el envejecimiento de la población y con el aumento de las desigualdades, generando un caldo de cultivo perfecto para la desconfianza en las instituciones.
Desde islas como Gran Canaria, esta desorientación se percibe con más nitidez. Aquí convivimos con las tensiones globales en carne propia: la dependencia energética que encarece la factura, la fragilidad de un territorio insular ante el cambio climático, la vulnerabilidad social de jóvenes sin futuro y mayores que necesitan cuidados. Somos testigos de primera mano de cómo la retórica europea a menudo no se traduce en realidades tangibles. Y sabemos que, si Europa no es capaz de acompasar sus grandes objetivos con las necesidades cotidianas de las personas y de los territorios, el proyecto comunitario perderá aún más legitimidad.
No basta con proclamar metas ambiciosas de reducción de emisiones, digitalización o defensa común. Es imprescindible articular políticas que integren la dimensión social, que garanticen transiciones justas, que cuiden a los más vulnerables. Y también es imprescindible sostener una política exterior coherente, basada en principios y no en conveniencias. Europa no puede seguir defendiendo la democracia y los derechos humanos en un escenario mientras los niega en otro.
Si no es capaz de hacerlo, la Unión se convertirá en un proyecto cada vez más irrelevante, incapaz de responder a los desafíos de un mundo en plena transformación. Desde Gran Canaria lo sabemos bien: los territorios fronterizos son los primeros en percibir las grietas de un sistema y también los que más sufren sus consecuencias. Pero también sabemos que en las periferias anida la posibilidad de repensar, de innovar, de construir alternativas. Europa necesita escucharlas para reencontrar el rumbo.
El continente que un día se soñó vanguardia del bienestar, de la democracia y de los derechos humanos, corre el riesgo de perder esa condición si no rectifica. Y no hablamos de un horizonte abstracto: hablamos de un presente en el que cada decisión cuenta. De un futuro que se juega en las ciudades y en las islas, en los hogares y en los trabajos, en la confianza o el desencanto de su ciudadanía. Europa debe volver a orientarse, y debe hacerlo pronto, si no quiere que su desorientación la arrastre hacia la irrelevancia o el enfrentamiento. Y en esto último tiene mucha experiencia.
Antonio Morales Méndez. Presidente del Cabildo de Gran Canaria. Islas Canarias.
Hay momentos en la historia en los que una decisión marca el rumbo de su futuro. En La Gomera, ese momento llegó cuando decidimos que nuestra energía —la que da vida a nuestras casas, a nuestras empresas, a nuestro día a día — debía partir de la fuerza del viento que nos acompaña y la luz del sol que nos alumbra
No se trata solo de producir electricidad; se trata de demostrar que un territorio pequeño puede ser grande en ambición y ejemplo, haciendo que la transformación energética que hemos emprendido no solo sea una declaración de principios.
En este viaje hacia la sostenibilidad, la reciente puesta en marcha de la primera central fotovoltaica con almacenamiento energético de la isla representa un paso decisivo. Promovida por el Cabildo, junto al Instituto Tecnológico de Canarias (ITC) y con el apoyo del Gobierno de Canarias, esta instalación combina generación y almacenamiento solar para fortalecer la autonomía energética de Alojera, cuyo 60% de su consumo energético procederá de esta energía limpia.
Su puesta en marcha no solo nos dota de mayor capacidad técnica, sino que convierte a La Gomera en un referente de innovación y cooperación institucional. Gracias a su diseño y a su integración con la comunidad energética que la acompaña, se abre una nueva etapa en la que la ciudadanía participa activamente de la energía que consume, compartiendo los beneficios de un modelo más equitativo y sostenible.
Esta central fotovoltaica no se queda en la dimensión local. Es también un espacio de investigación y desarrollo, un ejemplo de cómo la innovación tecnológica aplicada a territorios pequeños puede inspirar a otros. La experiencia gomera servirá de base para proyectos similares en otras islas del archipiélago e incluso en territorios de África, donde las condiciones geográficas y energéticas guardan paralelismos con nuestra realidad.
La Gomera se convierte así en un laboratorio vivo para estudiar cómo las energías renovables pueden transformar pueblos enteros, impulsando la cooperación, el conocimiento y la sostenibilidad más allá de nuestras fronteras.
Nada de esto sería posible sin el trabajo conjunto entre instituciones y sin la implicación ciudadana. La colaboración entre el Cabildo, el ITC, el Gobierno de Canarias y los ayuntamientos ha demostrado que la unión es el mejor motor del progreso. Este espíritu cooperativo también se refleja en la instalación de sistemas fotovoltaicos en edificios públicos, los más de 200 hogares de la isla que ya cuentan con mecanismos de autoconsumo energético o la interconexión eléctrica entre Tenerife y La Gomera que abre otro nuevo escenario en cuanto a la gestión energética de ambos territorios.
En La Gomera hemos decidido encender nuestra propia luz. Una luz que no solo ilumina los hogares, sino también la conciencia colectiva de un pueblo que apuesta por un desarrollo equilibrado y sostenible.
El camino emprendido hace más de tres años no tiene marcha atrás. Cada nueva instalación, cada ciudadano que se suma al autoconsumo, cada innovación compartida nos acerca a la meta de la descarbonización. Porque en La Gomera, la energía ya no solo se genera. Se comparte, se cuida y se convierte en futuro.
Casimiro Curbelo. Presidente del Cabildo de la isla de La Gomera. Islas Canarias.
Gran Canaria mira al cielo desde hace siglos. Su horizonte no termina en el Atlántico ni en la silueta de sus montañas volcánicas, sino que se proyecta hacia el espacio, hacia ese celaje luminoso que ha marcado la vida de quienes la han habitado desde hace más de mil años. Los antiguos canarios desarrollaron una cultura profundamente vinculada a los astros, construyendo templos rupestres como los de Risco Caído o Cuatro Puertas, verdaderos observatorios que les permitían anticipar los ciclos solares y lunares para asociarlos a su forma de vida. Aquella sabiduría, inscrita en la piedra y en la memoria colectiva, constituye un testimonio extraordinario de cómo este territorio insular siempre ha mantenido un diálogo permanente con el universo
Hoy, siglos después, ese diálogo se ha transformado en ciencia, tecnología y cooperación internacional. El cielo grancanario no solo se contempla, también se mide, se escucha y se interpreta gracias a complejos de antenas, estaciones geodinámicas y espaciales y centros de investigación que la sitúan en el mapa global de la exploración espacial. Esa continuidad histórica, que une la mirada ancestral con el conocimiento contemporáneo, confiere a la isla una vocación espacial única y una oportunidad irrepetible para proyectarse hacia el futuro.
Gran Canaria no es un punto cualquiera en el planeta. Su condición insular y su ubicación estratégica en el Atlántico la han convertido en escala y referencia durante siglos de navegación. Lo fue para Cristóbal Colón y otros marinos que cruzaron los océanos y lo sigue siendo para la navegación y la comunicación espacial. Esta isla reúne varios reconocimientos internacionales excepcionales fruto de su relación con el cielo: la Reserva de la Biosfera, el Paisaje Cultural de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria, Patrimonio de la Humanidad o el Destino Starlight, certifican el reconocimiento mundial a la calidad y la originalidad del cielo de la isla y su relación especial con la población. Esta isla redonda anclada en el mar, aloja también el complejo de antenas del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) en Maspalomas, como antes la NASA y, próximamente, una infraestructura puntera como la estación de la Red Atlántica de Estaciones Geodinámicas y Espaciales (RAEGE), en Temisas.
Probablemente no exista otro lugar en el mundo que reúna todas estas certificaciones y funciones vinculadas al paisaje y su cielo. Porque la isla es, en sí misma, un laboratorio natural y tecnológico que demuestra que no solo somos un destino turístico atractivo, sino también un espacio de ciencia, innovación y futuro.
La historia moderna de la vocación espacial de Gran Canaria tiene un punto de inflexión claro: la llegada de la NASA a finales de los años cincuenta. En 1959, técnicos estadounidenses visitaron el sur de la isla y eligieron unos terrenos próximos al Faro de Maspalomas para instalar una estación de seguimiento de vehículos espaciales. El acuerdo diplomático se formalizó en 1960 y Gran Canaria pasó a formar parte del limitado mapa mundial de enclaves estratégicos para la carrera espacial.
Desde esa primera estación, conocida como CYI (Canary Island), se prestó apoyo a los programas Mercury y Gemini, antesala de la epopeya Apolo. Fue en Montaña Blanca, a solo unos kilómetros de la ubicación inicial, donde se reforzó el complejo en 1968 y desde donde se apoyó de manera decisiva a la misión Apolo 11. El 20 de julio de 1969, cuando Armstrong y Aldrin pisaron la Luna, una parte de ese éxito también pertenecía a Gran Canaria. Se corrigió desde aquí un error que garantizó el éxito de la operación. Tanto fue así que, tras su regreso, los tres astronautas —Armstrong, Aldrin y Collins— eligieron la isla como parada personal y sin protocolo de su gira europea, para agradecer la contribución de Maspalomas.
Ese vínculo con la NASA se prolongó hasta 1975, cuando la agencia estadounidense transfirió las instalaciones al Estado español. Desde entonces, bajo la gestión del INTA, comenzó una nueva etapa que este 2025 cumplirá medio siglo. Y no ha sido una etapa menos importante, porque desde Maspalomas se han apoyado misiones como Skylab, el acoplamiento Apolo-Soyuz, proyectos de observación de la Tierra, programas de salvamento mediante radiobalizas y colaboraciones con agencias como la ESA o la japonesa JAXA.
Hoy, el Centro Espacial de Canarias alberga más de cuarenta antenas y sigue siendo esencial para las telecomunicaciones globales y el desarrollo tecnológico. Lo más relevante es que más del 90 % de su plantilla está compuesta por profesionales canarios formados en la isla, lo que demuestra que esta vocación espacial también se traduce en empleo cualificado, talento local y desarrollo e innovación.
El medio siglo de gestión española del Centro Espacial de Canarias coincide con un momento clave: la necesidad de preservar, divulgar y multiplicar un legado que corre el riesgo de diluirse en la memoria. No se trata solo de infraestructuras, sino de un patrimonio histórico, cultural y científico que debe ser reconocido ampliamente. Es necesario reforzar un relato que es al mismo tiempo local y universal: Gran Canaria como escenario de la epopeya humana por conquistar el espacio. No se trata de nostalgia. La memoria de Maspalomas y Montaña Blanca no es un mero recuerdo, sino una plataforma de futuro. Reconocer el papel que tuvo la isla en la llegada a la Luna o en las misiones posteriores es también una manera de inspirar a nuevas generaciones, de fomentar vocaciones científicas y de situar al archipiélago en el lugar que le corresponde dentro de la exploración espacial y el desarrollo de las telecomunicaciones.
La construcción de la estación RAEGE en Agüimes refuerza este horizonte. Este complejo contará con un radiotelescopio de última generación, estaciones GNSS, un reloj atómico y un pabellón de gravimetría, lo que lo convierte en un referente internacional para estudios de geodinámica y observación espacial. Con una inversión de casi seis millones de euros, se suma a la red mundial de estaciones de alta precisión y confirma que Gran Canaria sigue siendo un lugar idóneo para observar el planeta y el cosmos.
Pero más allá de lo técnico, estas instalaciones que fueron pioneras en el mundo, abren la puerta a una certeza, aprovechar esta vocación espacial para generar un modelo de desarrollo sostenible. La economía del espacio no es ciencia ficción. Ya es un sector estratégico capaz de generar riqueza, innovación y empleo. Gran Canaria puede y debe situarse en ese mapa, no solo como receptora de antenas o estaciones, sino como generadora de conocimiento, como territorio que apuesta por la investigación, la transferencia tecnológica y la formación especializada.
El INTA y toda la historia que les he narrado dependen del Ministerio de Defensa. En estos momentos el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades coordina y financia el desarrollo espacial en España a través de la Agencia Espacial Española (AEE) y con fondos europeos del Plan de Recuperación y el apoyo de la Agencia Espacial Europea (ESA), impulsa en España el PERTE Aeroespacial y el Programa Tecnológico Espacial. Gran Canaria no puede quedar fuera de esta estrategia. La experiencia del INTA no se puede dejar de lado ante el impulso que se pretende dar a la investigación, la innovación y el desarrollo de tecnologías espaciales. Los dos ministerios deben estrechar su colaboración y aprovechar la experiencia cualificada del INTA, sus profesionales y sus instalaciones para avanzar en el desarrollo espacial del estado español. Defensa y Ciencia no pueden darse la espalda, sino hacer todo lo posible cada uno para aunar esfuerzos y sumar y coordinar objetivos.
Gran Canaria tiene una vocación espacial que hunde sus raíces en la cultura aborigen y que se proyecta hoy en complejos tecnológicos de vanguardia. La isla debe reivindicar su papel en esa aventura colectiva. Porque Gran Canaria no solo mira al mar o al turismo, también mira al espacio. Y en ese horizonte infinito se juega una parte de su identidad y de su futuro.
Antonio Morales Méndez. Presidente del Cabildo de Gran Canaria. Islas Canarias.
En Canarias llevamos años trabajando en el diagnóstico del reto demográfico, a través de la Comisión de Estudio en el Parlamento y de la Conferencia de Presidentes. Sabemos con precisión cuáles son nuestras debilidades, qué islas están más expuestas a la pérdida de población y qué territorios soportan una presión desmedida en servicios y recursos. El diagnóstico está hecho. Lo que falta ahora es actuar con valentía y determinación
El futuro del Archipiélago no se juega en los papeles, sino en la capacidad de nuestras instituciones para legislar, planificar y cooperar. Afrontar el reto demográfico exige entender que territorio, población, economía y sociedad son piezas inseparables de un mismo engranaje. Si una de ellas se desequilibra, todas se resienten.
Debemos establecer límites al crecimiento desordenado. No podemos seguir expandiendo infraestructuras, turismo y población sin atender a la sostenibilidad de nuestro medio natural ni a la calidad de vida de la ciudadanía. Por eso propongo medidas concretas: una ley de residencia, normas que impulsen las economías rurales, y restricciones a la compra de vivienda por parte de extranjeros. No se trata de cerrar puertas, sino de garantizar que sigamos viviendo con calidad de vida en nuestra tierra.
En el ámbito fiscal, insisto en que La Palma, La Gomera y El Hierro necesitan un tratamiento diferenciado. Las llamadas “Islas Verdes” requieren incentivos económicos propios para crear empleo, retener población y ofrecer igualdad de oportunidades. Sin esa fiscalidad justa, condenamos a estos territorios a la despoblación.
Algunas de estas medidas tienen un coste económico, pero otras dependen únicamente de la voluntad política. Lo que necesitamos es coraje y compromiso. Tenemos que profundizar en cuestiones básicas como la vivienda, la simplificación administrativa o la financiación autonómica. Cada año que pasa, Canarias suma más de 25.000 habitantes. Si no actuamos ya, llegará el momento en que la realidad se desborde.
Sin duda, el reto demográfico no es un debate académico, es una urgencia vital. Si no tomamos decisiones firmes, las próximas generaciones tendrán dificultades para vivir en su propia tierra. No podemos legarles un Archipiélago colapsado, con desigualdades crecientes y oportunidades desiguales. Tenemos la obligación moral de actuar ahora.
La respuesta a este desafío exige valentía política y cooperación institucional. Ninguna administración, por sí sola, podrá resolverlo. El Congreso celebrado en Gáldar debe ser un punto de inflexión para seguir profundizando en propuestas que den frutos. Ya hemos dado pasos, ahora toca tomar decisiones valientes que den sus frutos.
El futuro de Canarias está en juego, y no hay tiempo que perder.
Casimiro Curbelo. Presidente del Cabildo de la isla de La Gomera. Islas Canarias.

La popular y veterana emisora de radio "Radio faro del Noroeste" sigue su proyección hacia una mayor ampliación de su cobertura.