Canarias tiene por delante una oportunidad crucial para diversificar su economía. No solo mediante la recuperación del sector primario, sino también a través de la apertura de nuevos segmentos generadores de empleo y riqueza, apoyados en la innovación, el desarrollo y la investigación. En este contexto, un ámbito atractivo y con gran potencial en el archipiélago, pero aún poco explorado, es la industria aeronáutica y aeroespacial

Desde hace más de dos años, La Gomera ha emprendido un camino sin retorno para convertir sus fortalezas en atractivos capaces de atraer empresas de este sector interesadas en desarrollar su tecnología. En aquel momento, se dieron los primeros pasos con la celebración del primer congreso de la industria aeroespacial en Canarias. A partir de ese encuentro, el trabajo continuo de interlocución con entidades públicas, empresas y asociaciones ha comenzado a dar frutos.

Este mes de febrero ha llegado a la isla la primera iniciativa empresarial dedicada a la realización de pruebas con drones, con el propósito de consolidar a La Gomera como un laboratorio de investigación tecnológica. La elección de este enclave responde tanto a las oportunidades que ofrece nuestra isla como al esfuerzo conjunto del Cabildo insular y Proexca para posicionarse en este sector emergente.

Sin duda, este nuevo horizonte abre un abanico de posibilidades para consolidarnos como un hub tecnológico. Las empresas de esta industria buscan territorios con condiciones climáticas favorables y, especialmente, con baja densidad de tráfico aéreo, lo que permite una actividad continua con drones. La Gomera cumple con creces ambos requisitos y, además, cuenta con incentivos fiscales que refuerzan su atractivo.

No es una utopía afirmar que estamos ante el inicio de una transformación lenta, pero sostenida, de nuestro futuro. Convertirnos en un referente para la implementación de esta tecnología, que se prevé genere un impacto económico de más de mil millones de euros en España para 2030, nos obliga a prepararnos para no dejar pasar esta oportunidad e integrar la actividad aeronáutica y aeroespacial en el tejido económico insular y, también, en la formación profesional de nuestros jóvenes.

En los próximos meses presenciaremos la llegada de nuevos proyectos piloto, destinados incluso al lanzamiento de satélites y al transporte de pruebas médicas, este último previsto para este mismo mes pero que el retraso de las autorizaciones de AESA ha obligado a posponer para las próximas semanas. Se trata, por tanto, de iniciativas que hasta hace poco parecían impensables, pero en las que La Gomera tendrá un papel activo y, por ende, se beneficiará de las sinergias económicas que generen.

Es cierto que el camino es arduo y complejo debido a los trámites administrativos que implica, pero afrontaremos este reto con determinación. Nuestro objetivo es que las fortalezas de La Gomera sean reconocidas como una oportunidad de futuro, un futuro que estamos construyendo desde hoy.

La Gomera tiene ante sí la posibilidad de convertirse en un referente en la industria aeroespacial, aprovechando su ubicación estratégica, sus condiciones óptimas y el apoyo institucional para atraer inversión y talento. Este es el momento de apostar por la innovación y consolidar un modelo de desarrollo sostenible que genere riqueza y empleo, asegurando un futuro próspero para las generaciones venideras de la mano de la economía verde, la digitalización y la economía azul.

Casimiro Curbelo. Presidente del Cabildo de la isla de La Gomera.

Este año llegamos a FITUR con las lluvias que dejó en Madrid la borrasca Garoé, la primera bautizada con un nombre aborigen canario. Dentro de los pabellones de IFEMA se movía un río de miles de personas, integrantes de delegaciones llegadas de todos los rincones del mundo para participar en las sesiones profesionales. Resulta difícil no dejarse arrastrar por la inercia de una cita que históricamente desemboca en otra lluvia, en este caso de cifras. Expectativas de más visitantes, beneficios, macroresultados económicos, conexiones aéreas, plazas alojativas…

3 Captura de pantalla 2025 02 09 091218Me ha llamado la atención el auge de discursos vinculados a la importancia de que el turismo se dirija hacia su propia sostenibilidad. Lo he escuchado por boca de representantes públicos de destinos internacionales y nacionales, y también dentro de nuestro archipiélago. Quiero pensar que estas declaraciones suponen el indicio de un cambio de rumbo. Aunque tengo mis reservas, además del temor de que en ciertos casos se trate de una variante más de lo que ahora conocemos, según su popularizada denominación en inglés, como greenwashing, es decir, la falsa promesa de un compromiso medioambiental y social envuelta en buenas palabras. El gato por la liebre del refranero de siempre.

Por sí mismas, a las palabras se las lleva el viento. Solo mantienen su sentido cuando van de la mano de hechos y estrategias encauzadas a modificar la realidad. De lo contrario, se abre un abismo entre lo que se dice y lo que se hace por el que desaparecen la coherencia y la esperanza de un cambio real. Y, sinceramente, entre lo que he oído, visto y leído estos días, pasada una semana del cierre de FITUR 2025, compruebo la existencia de profundas lagunas entre lo que se pregona y lo que se lleva a la práctica, como pantanos que desprenden el aroma del oportunismo.

No es el caso de las líneas de acción en las que lleva embarcado una década el Cabildo, que engloban un golpe de timón turístico para mejorar la travesía de quienes comparten proyectos e ilusiones en Gran Canaria. Por eso quise aprovechar mi presencia en FITUR para que la firmeza de la voz de la isla se escuchara con claridad dentro del gigantesco coro, como una contribución al debate y aunque a alguien le pudiera resultar disonante. De hecho, ahí reside su valor. Sé que existen muchas sensibilidades, pero es necesario que las discutamos y busquemos fórmulas para aproximarnos, huyendo del cortoplacismo y la negación de que estamos ante un cambio de paradigma.

Hemos vivido procesos parecidos con el cambio de modelo energético o con la necesidad de hacer frente al calentamiento global. Afortunadamente, las posiciones se han ido aproximando, aunque siempre nos encontraremos con negacionistas, retardadores que priorizan aspectos menos significativos y dilatan las soluciones o los catastrofistas que aseguran que ya nada se puede cambiar. En este lado están los que dicen que nada se debe cambiar y se instalan en el inmovilismo y los que señalan que nada se puede cambiar y se anclan en la turismofobia.

Las macrocifras del turismo son contundentes. Estamos ante una actividad que mueve el 9% del PIB mundial (en España un 13% y en Canarias un 35%) y del que depende uno de cada doce empleos en el planeta, principalmente ocupados por mujeres. Además, se trata de un sector económico que impulsa el desarrollo de países menos avanzados y favorece el diálogo y la cooperación entre culturas. Asimismo, el derecho a las vacaciones anuales retribuidas está regulado en diversas normas internacionales. También a moverse libremente.

Existen múltiples modalidades de turismo, pero, entre otras razones, con el auge de los vuelos y servicios de bajo costo, y las ansias de romper con el aislamiento que supuso la pandemia, ha surgido el fenómeno de la masificación. Incluso en los lugares más sorprendentes o peligrosos podemos encontrar colas de personas. Y Canarias figura entre los destinos líderes del turismo en el mundo y eso es debido a una gran cantidad de personas, empresas y organismos que hacen posible la excelencia de nuestra oferta. Pero no nos podemos dormir en los laureles.

El turismo hunde sus raíces en nuestra historia y es parte de nuestra identidad. Y a partir de esa realidad, hemos de esforzarnos por conseguir que responda a nuestras necesidades y no profundice en las desigualdades, la animadversión social o en el impacto negativo en los recursos naturales o de servicios, porque determina nuestras vidas. Este año se cumple medio siglo desde la creación del Patronato de Turismo. Durante cinco décadas, el Cabildo ha servido de soporte a la promoción de la isla y a las empresas del sector. Hoy la gobernanza de los destinos está en cuestión. El pacto social está en crisis y no podemos dejar que se deteriore más.

En estos cincuenta años, el turismo se ha profesionalizado y estructurado de manera considerable. Pero también hemos visto crecer el descontento de sectores de la población que lo culpan de déficits sociales y medioambientales y plantean cambios. Por ello, debemos recuperar la implicación de la sociedad para consolidar un modelo de turismo más sostenible y rentable, que contribuya al progreso, a la diversificación de la economía, a una mayor igualdad social, a la protección del medio natural y sus recursos y a una mayor distribución de sus beneficios.

Tenemos que reflexionar sobre la calidad de los empleos y sobre la adecuación de los salarios a los beneficios. Le correspomde, nos corresponde, a instituciones públicas, operadores turísticos y sus organizaciones representativas, sindicatos y sociedad civil organizada, representante de distintas sensibilidades. Y sería un error hacerlo desde el enfrentamiento aunque tengamos posiciones distintas. Lo cierto es que existe un malestar, aunque no se manifiesta igual en todas las islas. En realidad, estamos ante dos situaciones bien distintas, con un crecimiento desorbitado de la población en cuatro islas y un decrecimiento o estacionamiento en las restantes.

Y es que la imposibilidad de poder acceder a una vivienda asequible, la gentrificación, las molestias por la saturación de servicios e infraestructuras, las restricciones de agua o la preocupación por el deterioro de espacios naturales y playas por un afán expansionista sin control que se está dando en algunas islas, son cuestiones que afectan a una mayoría social al margen de ideologías. Y lo más importante, y que creo que está en el núcleo central de las movilizaciones, es que se ha dejado de percibir que el crecimiento turístico sin límite sea la vía para aumentar los ingresos y el bienestar de la sociedad canaria en su sentido más amplio. En realidad, tal y como señalaba la ZEC hace unos días, el 55% de la renta turística acaba escapando a terceros países, se va de las islas.

Y los datos parecen señalar que existen razones para ello. En el año 2000 llegaron a las islas Canarias 9.975.977 turistas, 14,6 millones en 2022, 15 millones en 2023 y en 2024 casi 18 millones. Pues bien, en el año 2000 la renta per cápita en Canarias era de 20.703 euros y en 2021 fue de 18.990 euros y, según datos de Eurostat, este año ha vuelto a bajar. Es decir, en estas dos décadas hemos visto incrementarse la llegada de visitantes en un 50% y aun así hemos perdido 1.700 euros de renta per cápita. Somos la segunda comunidad española con más pobreza pese a que la evolución del PIB canario ha sido similar a la del conjunto de España. Sin embargo, el aumento desproporcionado de población -ligada al desarrollo turístico- ha provocado el brusco descenso del PIB per cápita.

Ahora bien, dicho esto creo que para afrontar los problemas adecuadamente debemos tener en cuenta dos cuestiones: no todos los problemas que se señalan son consecuencia directa del modelo turístico (aunque tenga influencia), y existen, insisto, importantes contrastes.

La demografía no opera al margen de la estructura socioeconómica. Sin las oportunidades económicas vinculadas al turismo sería muy difícil que se hubiera producido este aumento poblacional, pero también es verdad que no todo el incremento poblacional se debe al turismo. Pertenecemos a un territorio con unas condiciones privilegiadas que lo hacen atractivo para muchos europeos que tienen libertad de circulación. En los últimos 25 años, el crecimiento en Tenerife ha sido de un 31%, de un 70% en Lanzarote, casi de un 100% en Fuerteventura y en Gran Canaria de un 15%. De ahí la necesidad imperiosa de buscar vías para frenar la llegada de nuevos residentes. Hablo de una Ley de Residencia.

Hay muchos aspectos de nuestro modelo de desarrollo, que tiene al turismo en el centro, que necesitan ser revisados. Hoy somos más pobres que hace dos décadas, a pesar de haber doblado el número de turistas, y el incremento de la población está situando al límite nuestra capacidad para proveer servicios esenciales a la ciudadanía. Urge mejorar la calidad del destino, haciéndolo más sostenible y generando servicios de alto valor añadido vinculados a la cultura, la gastronomía, al sector primario y al medio ambiente que puedan ser provistos por actores locales.

La regulación de los usos de la vivienda -especialmente la de uso vacacional de grandes tenedores en el conjunto del territorio- se hacía altamente necesaria y se están dando los pasos para ello. Pero ahora mismo el impacto es brutal. Es preciso también limitar la compra de viviendas por personas extranjeras, poner barreras al crecimiento incontrolado y arbitrario de los precios del alquiler, poner en uso las más de 200.000 viviendas vacías en Canarias y construir vivienda pública, porque no se ha hecho en décadas. También regular el encarecimiento del coste de la vivienda e impedir la turistificación de barrios enteros que echa a las familias de sus casas de siempre. Defiendo igualmente una Ecotasa finalista que ayude a corregir y paliar estos efectos. Y debe plantearse una propuesta homogénea para toda la Comunidad canaria. Al margen de que cada isla administre su realidad concreta.

El turismo debe contribuir en mayor medida a romper desigualdades. La dignificación, la cualificación, la mejora de las condiciones de trabajo y el aumento de los salarios harían posible una mayor integración de los hombres y mujeres de nuestra tierra en la industria turística y harían menos necesaria la incorporación de personal foráneo. Somos también la segunda comunidad con los salarios más bajos. Estoy convencido de que esta es la mejor manera de mejorar la productividad de la que siempre se culpa al trabajador. Igualmente, el sector también debe integrarse de una manera efectiva en la sociedad adquiriendo un mayor compromiso de responsabilidad empresarial, social y económica.

En Gran Canaria avanzamos con el modelo de Ecoísla. Con él ofrecemos verdad, resultado y compromiso. Esta sostenibilidad integral supone también un atractivo para visitantes con mayor conciencia medioambiental. En cualquier caso, se trata de repensar estructuras e ideas preconcebidas para afrontar nuevos retos y nuevos tiempos, cuando ya no existen árboles sagrados como el Garoé pero crece la necesidad de que germine y se expanda el cambio.

Antonio Morales Méndez. Presidente del Cabildo de Gran Canaria.

Uno de los temas más debatidos en el último año ha sido la crisis migratoria que afecta a Canarias. Se ha escrito tanto al respecto que a veces resulta difícil detenerse a reflexionar con calma sobre las razones por las cuales siguen sin tomarse decisiones fundamentales en cuestiones como la atención a los menores migrantes no acompañados

Si analizamos los fracasos de la acción política, este asunto representa uno de esos puntos de inflexión en los que ha faltado altura de miras

Canarias lleva demasiado tiempo soportando las consecuencias de un fenómeno migratorio que en 2024 alcanzó cifras sin precedentes, con más de 46.000 personas arribando a sus costas y un incremento de hasta 5.700 menores bajo tutela de la Comunidad Autónoma. A pesar de estos datos alarmantes, sigue sin materializarse un acuerdo que permita la reforma de la Ley de Extranjería para facilitar una distribución efectiva de los menores migrantes.

No se trata sólo de garantizar servicios de acogida dignos, sino de gestionar una situación que ha colapsado el sistema de atención en las islas. Actualmente, más de 86 centros albergan a estos menores, quienes han huido de sus países en busca de un futuro mejor, dejando atrás la inestabilidad política y social. La mayoría de estos territorios están más cerca de Canarias que del propio continente europeo.

Tras meses de intentos fallidos, se espera que febrero sea el mes en que finalmente se logre un acuerdo para la reforma. Sin embargo, existe el riesgo de que surjan nuevos obstáculos que vuelvan a paralizar el proceso, demostrando una vez más cómo la necesaria política de Estado se ve desplazada por el tacticismo político. Esta forma de hacer política ha ganado terreno en España, convirtiendo el servicio público en un espectáculo que prioriza los titulares de prensa sobre las verdaderas necesidades sociales.

Lo que sí resulta cada vez más evidente es que Canarias no puede seguir asumiendo en solitario esta situación. La práctica totalidad de las fuerzas políticas en las islas coinciden en la urgencia del problema. Sin embargo, lo que se defiende en Canarias no siempre se aplica con la misma determinación en Madrid. Aquí radica la clave de las decisiones futuras. No hay tiempo que perder: el compromiso público debe facilitar el acuerdo. No es una cuestión de partidos, sino un asunto de Estado que requiere una respuesta contundente. Estamos, posiblemente, ante la última oportunidad para lograrlo.

El acuerdo no solo representa una herramienta para solucionar el problema, sino también una oportunidad para fortalecer el modelo de cooperación territorial. La capacidad de consenso en asuntos cruciales como la migración sienta las bases para un futuro en el que los desafíos se enfrenten con una visión compartida, evitando que la gestión de problemas estructurales dependa de coyunturas políticas cambiantes. La solidaridad entre comunidades autónomas y el respaldo firme del Estado son pilares esenciales para garantizar una respuesta equitativa y eficiente.

En este contexto, la política del acuerdo no debe verse como una concesión, sino como una manifestación de responsabilidad y madurez democrática. Lograr consensos en materia migratoria significa reforzar la cohesión social y demostrar que el interés general prevalece sobre disputas partidistas. España tiene la oportunidad de dar ejemplo en la gestión de la crisis migratoria, mostrando que el diálogo y el compromiso son las herramientas más efectivas para afrontar los retos del presente y del futuro.

Casimiro Curbelo. Presidente del Cabildo de la Isla de La Gomera.

Gran Canaria se ha caracterizado históricamente por perseguir objetivos ambiciosos, acordar consensos sociales para alcanzarlos y mostrar coraje y determinación para superar dificultades y resistencias. Esto es lo que nos está ocurriendo con la construcción del Salto de Chira en el barranco de Arguineguín, que es la gran apuesta para descarbonizar la producción de energía en la isla y disponer de más agua para mitigar los efectos de la sequía

El proyecto de Salto de Chira simboliza la capacidad de la sociedad grancanaria para definir las necesidades y prioridades que debe resolver a corto y medio plazo y acometer una estrategia eficaz que permita que sea realidad en el menor tiempo posible. Cuando el pasado viernes hacíamos una primera visita a las obras de las instalaciones de la central hidroeléctrica en el barranco de Arguineguín, los representantes sociales que habíamos invitado a acompañarnos, lo que destacaban, además de la trascendencia de las actuaciones, es que no era un proyecto sino una realidad. No anunciábamos previsiones, comprobábamos certezas, actuaciones, obras en marcha con un ritmo profesional y responsable por delante de los plazos establecidos.

Los avances sociales nunca son resultado de la casualidad. El gran proyecto de Salto de Chira que va a definir el futuro energético e hídrico de nuestra isla, nos habla de una sociedad madura que ha sabido articular todas las decisiones para que una actuación de unos 600 millones de euros, progrese hoy en medio de unos de los parajes más hermosos de la isla de Gran Canaria. Se desarrolla con respeto y en diálogo con ese paisaje único que nos identifica y que se engrandece al acoger una Central que nace para que Gran Canaria avance con paso firme hacia la descarbonización y la ruptura de la dependencia de los combustibles fósiles. También nos permitirá disponer del agua que necesitamos para combatir una sequía que nos desertiza. Y estamos interviniendo en este paraje natural con la mayor actuación medioambiental de estas características realizada en Canarias. A lo largo de más de 17 kilómetros se elimina toda la flora invasora y se incorporan, regenerando el medio, más de 14.000 plantas endémicas.

Para llegar a donde estamos se han conjuntado una serie de factores que de nuevo permiten a nuestra isla liderar un reto decisivo para nuestra supervivencia en las próximas décadas. La alta conciencia medioambiental de una parte significativa de la población está detrás de esta iniciativa. La conciencia ciudadana nos empuja a los responsables públicos a buscar alternativas técnicas y presupuestarias para que lo que es urgente sea viable. Y, además, la expresión pública de ese sentir colectivo permitió que en los momentos de debate y de contestación por otros sectores, se impusiera un sentir mayoritario por la sostenibilidad y la adaptación al cambio climático. Tenemos que seguir contribuyendo a que esa conciencia medioambiental se generalice y consolide en todos los sectores de nuestra sociedad.

2 Captura de pantalla 2025 02 02 192255Y quiero destacar también el valor de la política, justo en unos tiempos en que se pretende denigrar y desvalorar la importancia de lo público, de las instituciones democráticas y de los que ejercemos la representación institucional. Desde el Cabildo de Gran Canaria hemos tomado decisiones trascendentales para que Salto de Chira esté avanzando como lo está haciendo: en primer lugar, seleccionando la transición energética y la seguridad hídrica como dos prioridades estratégicas de nuestra acción de gobierno. En segundo lugar, poniendo a disposición del proyecto el enorme patrimonio hidráulico insular de carácter público que constituyen las presas de Chira y Soria, que son fruto de una visión histórica de nuestros antepasados. Y en tercer lugar, cuando heredamos del gobierno anterior un proyecto de generación que se realizaba con energías fósiles, con el impagable asesoramiento de nuestros técnicos del Consejo Insular de Aguas y de Red Eléctrica de España optamos por una Central Hidroeléctrica de almacenamiento que nos va a permitir disponer de energías limpias así como garantizar al menos un 50% de utilización de renovables en la isla, porque se podrán almacenar, reduciendo de golpe un 20% las emisiones de CO2.

Lo importante de decidir desde Canarias, en este caso desde Gran Canaria, es que sabemos cuáles son nuestras urgencias. Y si necesario es descarbonizar la producción energética y avanzar hacia la ruptura de la dependencia de los combustibles fósiles, conseguir agua para nuestra agricultura y ganadería es igual de decisivo. Y por eso, se ha incorporado en la concesión a Red Eléctrica que el Cabildo dispondrá de 750.000 m3 anualespara su distribución en las cuencas deTunte, Mogán, Tejeda y Artenara. Y con la misma sensibilidad se solicitó y consiguió que la financiación íntegra de las obras corriera a cargo del Estado por la trascendencia que va a tener en la reducción del costo de la generación eléctrica en las islas: 122 millones de euros.

Es fácil comprender que estamos ante una obra de una enorme complejidad técnica, económica, administrativa, medioambiental, financiera y política. De aquí que los riesgos de que la iniciativa descarrilara han sido enormes. Por eso, es de justicia la mención y el agradecimiento especial a tres entidades que están impulsando la ejecución y la implementación rigurosa del plan de construcción: el Consejo Insular de Aguas de Gran Canaria con sus técnicos volcados y disponibles las 24 horas del día, Red Eléctrica de España que está demostrando una profesionalidad y sensibilidad con nuestra tierra extraordinarias, cumpliendo y resolviendo todas las incidencias que se producen y los servicios transversales del Cabildo que asesoran y tramitan el complejísimo expediente que exige información jurídica, fiscalización y conformidad de los órganos competentes.

Con la finalización de la Central en 2027 habremos dado un paso trascendental para ganar la batalla de la adaptación al cambio climático, pero además aportará a la imagen de la isla el valor añadido de que vamos en serio hacia una ecoísla en un momento en el que las personas que nos visitan tienen una enorme sensibilidad medioambiental y demandan una isla alineada con los principios de desarrollo sostenible a alcanzar en 2030. La isla se revaloriza y reafirma la singularidad que aumenta su atractivo. Tienen razón quienes afirman que el desarrollo sostenible, además de imprescindible, es rentable.

Asistimos a un enorme éxito colectivo que justifica que nos sintamos orgullosas y orgullosos de participar y colaborar en el progreso de nuestra isla. Estamos en el buen camino y es verdad que no podemos relajarnos y bajar la guardia, ni con este proyecto, ni con el conjunto de retos con los que estamos comprometidos para responder a las exigencias sociales, económicas y culturales del siglo que avanza. Pero es justo que disfrutemos como sociedad de los progresos que protagonizamos.

Gran Canaria lidera, por el esfuerzo y la implicación de todas y de todos, las transformaciones que nos harán más soberanos energética, hídrica y alimentariamente. También el de la innovación en este campo, porque estamos ante un proyecto de estas características único en el mundo. Al comprobar las luces del camino, recuperamos fuerzas para proseguir la marcha con la enorme ilusión y confianza colectiva así como con el convencimiento de que constituimos una sociedad madura que de nuevo sabe elegir sus prioridades para, con realismo y resistencia, construir los proyectos indispensables y sostenibles, por ambiciosos que sean, como es en este caso el Salto de Chira.

La pasada semana, Canarias volvía a FITUR con unos datos muy positivos. Dieciocho millones de turistas llegaron a las islas en 2024, y el gasto turístico se elevó hasta los 24 mil millones de euros, cifras hasta ahora nunca registradas en un sector que es el motor económico de esta tierra. Sin embargo, estos datos positivos encierran un conjunto de retos que debemos abordar desde la planificación y la previsión, para que este territorio limitado vea mermada la presión turística y, al mismo tiempo, continúe aumentando los ingresos que nos aporta

Este modelo, en el que gana la conservación del territorio y la salvaguarda de nuestro patrimonio, no tiene ningún secreto, más allá de dotar a cada una de las islas de unos servicios turísticos punteros en calidad y excelencia para que quienes nos visitan gasten más. No se trata de continuar una escalada sin precedentes en llegadas de turistas, sino de abordar el reto de recibir menos visitantes pero obtener más ingresos por cada uno de ellos. Se trata, en definitiva, de mejorar el valor añadido del turismo en Canarias.

En estos días, he comprobado que muchos expertos en la materia y responsables políticos de las islas coinciden en este diagnóstico. Ahora toca plasmarlo no solo en la planificación en cuanto a la promoción turística en el exterior, sino también en los documentos de planificación territorial y urbanística que determinan qué Canarias queremos y hasta dónde podemos llegar. Más aún cuando tenemos muy presente el reto demográfico y la definición del futuro de nuestro archipiélago.

El trabajo que tenemos por delante en materia turística no solo reside en poner límites, que es la base del gran reto, sino también en abordar de una forma integral la calidad en los alojamientos y servicios turísticos; la profesionalización del personal y la mejora de las condiciones sociolaborales de los miles de canarios que trabajan en este sector. Esto implica garantizar una formación continua para los profesionales, impulsar la digitalización y sostenibilidad de la oferta turística y fomentar un equilibrio entre la actividad turística y la vida cotidiana de los residentes.

En La Gomera, hace mucho tiempo que hemos asumido este gran reto como línea de trabajo. Primero, con la definición clara de hasta dónde queremos crecer y de qué manera. Y, después, primando la calidad de los alojamientos y los servicios que prestamos. Porque, como decía antes, no queremos crecer más en cuanto al número de turistas, sino incrementar el gasto que dejan en la isla.

Este modelo de turismo de calidad debe apoyarse también en la diversificación de la oferta, promoviendo experiencias que vayan más allá del tradicional sol y playa. La gastronomía, el turismo rural, el etnoturismo o las actividades de bienestar son ejemplos de segmentos que pueden atraer a un visitante dispuesto a gastar más y a contribuir al desarrollo local de una manera más equilibrada y sostenible.

No se trata de renunciar a la principal industria de Canarias, sino de reorientarla de manera inteligente y sostenible. El éxito no debe medirse únicamente en cantidad, sino en la capacidad de generar riqueza sin comprometer nuestro futuro. Canarias tiene la oportunidad de consolidarse como un referente mundial en turismo competitivo, sostenible y de calidad, y depende de nosotros aprovechar esta oportunidad con visión, inteligencia y responsabilidad.

Este lunes 20 de enero, Donald Trump asumirá por segunda vez la presidencia de los Estados Unidos. Su reelección representa un gran triunfo para la llamada “internacional reaccionaria”, un movimiento compuesto por diversas corrientes de derechas y extremas derechas —neofascistas, nacional-populistas, y ultraliberales, entre otros— que ponen en peligro pilares fundamentales de nuestras democracias. Entre estos se encuentran el Estado del Bienestar, los derechos de las mujeres y las minorías, así como el respeto a la legalidad internacional.

Tal y como ya comenté en mi artículo de la semana pasada, aunque pueda parecer distante, esta situación implica serios riesgos para Canarias. Un elemento común de los movimientos de derecha radical es su negación del cambio climático, su oposición a las energías renovables y su apuesta por los combustibles fósiles. Trump ha llamado insistentemente a intensificar las extracciones de combustibles fósiles y el mismo canciller socialdemócrata alemán Olaf Scholz ha pedido a Von Der Leyen que flexibilice los estándares medioambientales para impulsar la competitividad de su economía, tal y como pide la ultraderecha de su país. Este enfoque sería devastador para un territorio como el nuestro, que ya experimenta con especial intensidad los efectos de la emergencia climática. Para Canarias, la mitigación y adaptación al cambio climático no solo es una necesidad, sino también una oportunidad para un desarrollo verdaderamente sostenible.

Es ampliamente conocido que Canarias, por su posición geográfica, juega un papel estratégico importante en el comercio internacional marítimo. El Puerto de Las Palmas está creciendo como centro logístico principal del Atlántico medio y ya en 2021, cuando el accidente de un barco inhabilitó el Canal de Suez durante una semana, Las Palmas se erigió como vía alternativa de tráfico marítimo. Por ello una guerra comercial derivada de las políticas arancelarias ultraproteccionistas como las que han anunciado Trump u otras derechas radicales, podría truncar el desarrollo del Puerto como una vía de diversificación e innovación para nuestra economía.

En su primer mandato, Trump reconoció unilateralmente la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, un gesto que probablemente se traduzca en un fortalecimiento del reino alauí como potencia regional durante su segundo mandato. Para Canarias, esto es una noticia preocupante, especialmente considerando los múltiples conflictos abiertos con Marruecos: disputas sobre aguas territoriales, la explotación de tierras raras, maniobras militares o prospecciones petrolíferas.

Y resulta mucho más grave tras el mensaje lanzado hace unos días de que pretende anexionarse por la fuerza Groenlandia y el Canal de Panamá y de que, incluso, Canadá podría ser un nuevo estado de Estado Unidos. Como escribió Miguel Roca el pasado martes en La Vanguardia se trata de algo “muy serio, muy grave y muy preocupante (…), una amenaza que genera incertidumbre y trastoca el orden internacional”. Para el político catalán esta amenaza de Trump recuerda a cuando Adolf Hitler “reclamaba el derecho de ocupar el espacio vital que Alemania necesitaba para asegurar su crecimiento y su seguridad”.

La reelección de Trump se inscribe en una ola reaccionaria que ha impulsado a fuerzas de extrema derecha en todo el mundo. En Europa, líderes como Viktor Orbán en Hungría y Giorgia Meloni en Italia representan esta tendencia. En Austria, el Partido de la Libertad, con raíces en el nazismo, ha sido encargado de formar gobierno tras ganar las elecciones. En Alemania, la AfD, otro partido con reminiscencias neonazis, espera obtener resultados destacados en las elecciones de febrero, mientras que en Francia, Marine Le Pen lidera las encuestas en medio de la mayor crisis político-institucional de la historia reciente del país.

El fenómeno no se limita a Occidente. En América Latina, fuerzas reaccionarias han ganado terreno, utilizando estrategias similares a las de Trump, como la desinformación y el populismo autoritario. El ascenso de gobiernos de corte ultraderechista en Argentina, con Milei, y en otros países, demuestra que la ola reaccionaria tiene alcance global, impulsada en parte por el debilitamiento de las instituciones internacionales y el auge de líderes que priorizan agendas nacionalistas excluyentes sobre el multilateralismo.

antonio 2Sin embargo, limitar el análisis a los triunfos electorales sería un error. Estamos ante una profunda derechización de los valores, el pensamiento y el debate público. Incluso, principios antes incuestionables, como el apoyo a la democracia, están siendo erosionados. Esto es especialmente preocupante entre los jóvenes: según una encuesta de septiembre publicada por El País, uno de cada cuatro hombres de entre 18 y 26 años considera que el autoritarismo puede ser preferible a la democracia en ciertas circunstancias.

Las redes sociales, que son un espacio clave de socialización para las nuevas generaciones, han desempeñado un papel significativo en esta deriva. Bajo la influencia de magnates como Elon Musk, estos espacios se han convertido en plataformas para la difusión de bulos, mensajes de odio e ideas reaccionarias. Musk, en particular, ha utilizado su poder para desestabilizar democracias, apoyando abiertamente a partidos extremistas en Europa.

Un ejemplo reciente es su campaña en redes sociales para desacreditar al primer ministro británico, Keir Starmer, acusándolo falsamente de encubrir una red de pederastas pakistaníes. Lo irónico es que Starmer fue clave en llevar a los culpables ante la justicia. Este tipo de manipulaciones muestran cómo un excéntrico multimillonario con inclinaciones autoritarias puede amenazar a gobiernos democráticos sin que existan mecanismos efectivos para detenerlo.

La labor prioritaria de los nacionalistas de izquierda debe ser interpretar y responder a los retos globales desde nuestras coordenadas. No podemos limitarnos a ser espectadores, debemos intervenir activamente desde una perspectiva local. Por nuestra situación geográfica y por nuestras características únicas, Canarias es particularmente vulnerable a fenómenos como el cambio climático, la inestabilidad en el Sahel y África Occidental, las políticas migratorias y las turbulencias en el comercio internacional. Estos desafíos tienen un impacto directo en nuestra sociedad y en nuestra economía.

Es fundamental, por tanto, que las personas y las organizaciones progresistas de Canarias desarrollemos un proyecto de país y de gobierno que haga frente a esta ola reaccionaria. Desde la humildad, pero con determinación, debemos organizarnos para ser influyentes en el Congreso de los Diputados y contribuir a revertir esta dinámica en España. Asimismo, debemos librar la batalla cultural en defensa de nuestra identidad, que se basa en la apertura, la tolerancia, la paz, el respeto y la convivencia.

Antonio Morales Méndez. Presidente del Cabildo de Gran Canaria.

En estos días resulta inevitable reflexionar sobre la deriva que está tomando la política en nuestro país. Lo que últimamente estamos acostumbrados a ver solo se puede entender desde la óptica del enfrentamiento. Este ensimismamiento peligroso y a la vez muy negativo para los ciudadanos nos está llevando hacia un callejón sin salida. Lo ocurrido esta semana en el Congreso de los Diputados, con el rechazo al Decreto-Ley que contemplaba medidas tan relevantes como la revalorización de las pensiones y la gratuidad del transporte, es un claro ejemplo de ello

Lo digo con profunda preocupación: se está perdiendo el sentido común. La gestión de lo público parece haberse convertido en una batalla constante donde las prioridades reales de los ciudadanos quedan relegadas a un segundo plano. No se está pensando en el pensionista que, cada día, lucha para llegar a fin de mes. Tampoco en los miles de canarios que dependen de un sistema de transporte gratuito que asegura la cohesión y la movilidad en un archipiélago marcado por su fragmentación territorial. Estos problemas reales están siendo olvidados en medio de un enfrentamiento político que, sinceramente, ya genera vergüenza y desasosiego.

Me preocupa profundamente que los grandes partidos políticos de nuestro país no aborden desde la serenidad y la responsabilidad el futuro que queremos construir. Se están olvidando de quienes depositaron en ellos su confianza y, en su lugar, optan por perpetuar una contienda dialéctica, e incluso judicial, que no aporta soluciones. Hay que decirlo claro: es perfectamente compatible ejercer una oposición firme y crítica con estar a la altura de los retos que afrontamos como sociedad. Pero eso sólo es posible si volvemos a entender la política como un espacio para el diálogo y el consenso, una forma de actuar que, lamentablemente, hemos ido perdiendo con el paso de los años.

No hace tanto tiempo, España demostró que era posible encontrar puntos de encuentro entre partidos con diferencias ideológicas marcadas. Recordemos los pactos de Estado sobre las pensiones, el antiterrorismo o la lucha contra la violencia de género. En esos momentos, la palabra, la unidad de acción y el consenso se convirtieron en herramientas para el progreso. Esos valores deben ser recuperados. No porque sea fácil, sino porque es absolutamente necesario.

Me atrevo a decir que, cuando los diputados y diputadas dieron su voto negativo a la convalidación de esos decretos-leyes, no quisieron entender que quienes salían perdiendo eran los ciudadanos. En Canarias, el impacto es aún más negativo. Nuestra tierra, con sus carencias estructurales y sus singularidades geográficas, sufre de manera más acusada las consecuencias de estas decisiones. No podemos permitirnos este tipo de oportunidades perdidas.

Lo sucedido debe servirnos como un aviso a navegantes. Nuestra sociedad necesita calma y, sobre todo, más diálogo. Los ciudadanos merecen que sus representantes estén a la altura de las circunstancias y actúen con responsabilidad. Desde mi posición, seguiré defendiendo una forma de hacer política basada en el entendimiento y el compromiso con las necesidades reales de las personas. Porque sólo desde la unidad y el consenso podremos construir el futuro que todos deseamos para nuestro país y para Canarias.

Casimiro Curbelo. Presidente del Cabildo de la Isla de La Gomera.

Manuel de la Peña, gurú español de la longevidad: “El microchip cerebral nos permitirá dar órdenes con solo pensarlas y nos convertirá en híbridos humanos-tecnológicos”

Aunque puede generar inquietud, los microchips cerebrales (interfaces cerebro-computadora o BCI) ya son una realidad, y los avances previstos para 2025 prometen transformar la evolución de la especie humana. Según el doctor Manuel de la Peña, destacado experto español en longevidad, nos encontramos ante un cambio de paradigma que plantea el desafío de adaptarnos para garantizar que esta transformación beneficie a toda la humanidad.

En septiembre de 2023, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) aprobó el primer implante cerebral en humanos desarrollado por Neuralink, la compañía de Elon Musk. Tras esta autorización, dos pacientes —uno con tetraplejia y otro con esclerosis lateral amiotrófica (ELA)— recibieron el microchip Telepathy. Este dispositivo ha permitido dar órdenes tan sólo con el pensamiento y registrar señales cerebrales asociadas al movimiento y traducirlas en acciones, como interactuar con una computadora o controlar dispositivos.

Para De la Peña, este es un paso crucial en la transición del Homo sapiens hacia una integración profunda de la tecnología con nuestra mente y organismo humano. Se está comenzando a crear sistemas híbridos en los que nuestras capacidades cognitivas se potenciarán y se entrelazarán con la inteligencia artificial, permitiéndonos alcanzar niveles de conexión e interacción inimaginables hasta ahora, donde las capacidades humanas aumentarán y alcanzaremos un nivel cognitivo mucho más elevado. Estamos muy cerca de leer los pensamientos y conocer las intenciones, los recuerdos o los deseos de la otra persona que tenemos a nuestro lado. Con este tipo de dispositivos, tarde o temprano, podremos llegar a saber en qué está pensando la gente: medir el pensamiento, las intenciones, los recuerdos o los deseos, señala el profesor.

El dispositivo Telepathy es un BCI del tamaño de una moneda, equipado con 1.024 electrodos ultrafinos que registran y estimulan la actividad cerebral. Este microchip se implanta directamente en el cerebro mediante un procedimiento mínimamente invasivo que dura apenas 25 minutos. Una vez instalado, el dispositivo transmite información sin cables gracias a una batería recargable de forma inalámbrica y conectividad Bluetooth.

Aunque actualmente sus aplicaciones están restringidas a tratamientos médicos específicos, el doctor de la Peña asegura que este tipo de tecnología tendrá un impacto mucho más amplio: "Con el tiempo, se abrirán nuevas posibilidades terapéuticas y funcionales, lo que permitirá curar enfermedades y expandir las capacidades humanas hasta niveles que hoy solo podemos imaginar".

Investigaciones realizadas por el Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social concluyen que grandes compañías biotecnológicas están desarrollando algoritmos que traducen señales neuronales en comandos, como generar texto o controlar dispositivos electrónicos. Estas tecnologías devolverán la autonomía a personas con discapacidades severas, permitiendo, por ejemplo, controlar un cursor o enviar correos electrónicos con solo pensar.

El auge de los microchipcerebrales no se limita a Neuralink. Empresas como la china NeuraMatrix o instituciones como la Universidad Médica Capital del Hospital Xuanwu están logrando avances significativos. Por ejemplo, un laboratorio en Tianjin, China, trabaja en el desarrollo de interfaces cerebro-máquina con capacidad para revolucionar la conducción autónoma, la realidad virtual y la medicina.

Otras iniciativas, como la de École Polytechnique Fédérale de Lausanne (EPFL), ya han conseguido que una persona paralítica camine mediante el control de sus pensamientos. "Al igual que los marcapasos cardíacos transformaron la medicina hace décadas, los BCI expandirán nuestras mentes y capacidades físicas", añade de la Peña.

El doctor de la Peña destaca que los BCI no solo integrarán nuestras mentes con la tecnología, sino que se apoyarán en la inteligencia artificial generativa, como modelos tipo ChatGPT, capaces de crear contenido nuevo, desde texto hasta música. "Estamos ante el inicio de una nueva era en la que los límites de la mente humana se verán ampliados y rediseñados por la tecnología". En este contexto, la humanidad deberá equilibrar innovación y ética para garantizar que esta transformación sea un beneficio colectivo y no una herramienta de exclusión o desigualdad, concluye el doctor.

El doctor Manuel de la Peña está revolucionando los criterios de salud con su nueva obra “Guía para vivir sanos 120 años” que va camino de convertirse en un best seller. En ella destaca las innovaciones de los microchips cerebrales como un hito en el cambio de la evolución de la especie humana.

De la Peña, además de profesor de cardiología, es escritor, académico, doctor cum laude en medicina, y director de la cátedra del corazón y longevidad. Es un reconocido gurú de la longevidad y preside el Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social. Ha sido galardonado con prestigiosos premios como la Insignia de Oro de la Asociación de Pacientes Coronarios (APACOR), la Medalla de Bronce de la Sociedad de Estudios Internacionales (SEI) y el premio Escultura Donante-Receptor de la Asociación Española de Trasplantados de Corazón.

El Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social es una institución independiente, donde han participado Premios Nobel, ministros de distintos signos políticos y diputados del Parlamento Europeo, entre otros.

Llevamos un año asistiendo a un debate intenso en el seno de Nueva Canarias. Durante todo este tiempo las posiciones, lejos de aproximarse, han alcanzado su cenit de desencuentro en las últimas semanas con el anuncio de una de las partes en conflicto de abandonar la organización tras la decisión de la dirección de no plantear acuerdos hasta el congreso de julio

Durante todo este tiempo he mantenido una posición prudente para no contaminar mi papel institucional como presidente del Cabildo de Gran Canaria y para priorizar la estabilidad del gobierno insular que tan buenos resultados está proporcionando al progreso de Gran Canaria. La voy a seguir manteniendo, pero la casi certeza de que las diferencias de posición entre las distintas partes en conflicto dentro de NC no van a acabar en un acuerdo y sí a generar una fractura en la organización que representa al nacionalismo progresista en Canarias me obliga a compartir públicamente una reflexión responsable sobre las consecuencias graves de esa división.

La necesidad de un proyecto nacionalista de progreso en Canarias se ha hecho patente durante todos los años de la democracia: cuando hemos tenido representación en el Parlamento español defendiendo los derechos olvidados de esta tierra, en los gobiernos municipales que han liderado la transformación social y económica de esta isla tras la dictadura de Franco, desde el Cabildo impulsando un modelo de desarrollo ecosocial integrador para Gran Canaria y desde el Gobierno o en el Parlamento canario promoviendo un modelo de bienestar social que garantizara la sanidad, la educación pública o la defensa del territorio.

Con estos antecedentes, me preocupa enormemente que una fuerza que está siendo útil para la vida de nuestra gente y para defender los derechos de Canarias se fracture. Y con más razón si analizamos el contexto estatal e internacional en el que estamos inmersos en el que constatamos el aumento de los totalitarismos y los populismos así como el crecimiento de los movimientos de extrema derecha y fascistas en Europa y en el planeta. Y no nos puede ser ajeno.

La democracia está en crisis en el mundo. Avanzan los totalitarismos y las posiciones excluyentes que expulsan a los sectores vulnerables del disfrute de los derechos fundamentales. La “internacional reaccionaria” se extiende por el mundo. El negacionismo climático, la destrucción de lo público, la quiebra del Estado de Bienestar, de los derechos universales y de los derechos alcanzados se convierten en objetivos estratégicos para la ultraderecha, el ultraliberalismo y la antidemocracia. Crecen la desigualdad y la pobreza mientras unos pocos se hacen cada vez más ricos. La sociedad se polariza con el debilitamiento o la desaparición de las clases medias y la desesperación genera desconcierto y miradas hacia las posiciones extremas que impiden una salida integradora. Y todo esto se nota muchísimo más en territorios frágiles y aislados como el nuestro.

También la guerra comercial que va a desatar la anunciada imposición de Trump de aranceles a las importaciones, incluidas las de sus socios comerciales, puede tener un fuerte impacto en Gran Canaria, ya que tenemos en el Puerto de La Luz y de Las Palmas unos de nuestros principales vectores de diversificación económica.

Tampoco podemos olvidarnos de la importancia que tiene para las islas la construcción de un marco internacional de paz y respeto a la legalidad internacional. Tenemos una posición geoestratégica clave, y la creciente militarización de las relaciones internacionales así como el imperialismo de algunas potencias (Rusia, Israel, EEUU, Marruecos, etc.) puede tener efectos desestabilizadores poniendo en riesgo nuestra seguridad.

En España comprobamos cómo se afianzan los enfrentamientos entre los distintos partidos, lo que genera desafecto y rechazo hacia la política y las instituciones. Vemos también cómo aumentan el desprecio colonial a la realidad canaria y las posiciones conservadoras en gobiernos autonómicos que debilitan los servicios públicos y aumentan el centralismo excluyente. Esto supone una clara amenaza al estado de las autonomías como podemos comprobar, por ejemplo, con el trato injusto e insolidario que se da a Canarias al rechazar de manera sistemática una redistribución solidaria de la acogida de los menores inmigrantes que llegan hasta aquí.

Solo los territorios más autocentrados, con nacionalismos de amplia trayectoria y mucho apoyo popular, están siendo capaces de resistir al avance del centralismo o las políticas reaccionarias, a las que hacen seguidismo en muchas ocasiones los que se llaman partidos de estado como el PP o el PSOE. Siempre hemos defendido, y ahora es más necesario que nunca, que Canarias necesita tener una voz propia y potente en el concierto estatal, con más razones incluso que otros territorios por sus singularidades y por el tradicional olvido que sufrimos de esos poderes centrales.

La crisis de Nueva Canarias coincide con esa deriva totalitaria, geoestratégica y colonial que sufrimos a nivel estatal, continental y planetario. Sustraernos a esta realidad supone una enorme irresponsabilidad. Ahora, más que nunca, tenemos la obligación de apurar todas las iniciativas que se precisen para encontrar una solución racional al conflicto que amenaza terminar en una ruptura y, por lo tanto, en la división y el debilitamiento del nacionalismo progresista en Canarias.

En este contexto es fundamental contar en Canarias con un movimiento político nacionalista progresista, una voz que represente nuestras necesidades en un contexto de cambio de época. Y digo movimiento y no solo partido, porque tiene que ir mucho más allá de lo partidista-institucional y dar la batalla cultural y social en un momento de profunda derechización social y económica. Y lo cierto es que, hoy por hoy, Nueva Canarias es imprescindible para construir ese movimiento.

Dinamitar la fuerza actual del nacionalismo progresista y poner en riesgo las alianzas de izquierdas para los próximos años en las principales instituciones de Canarias es una enorme irresponsabilidad. La división fragmenta este espacio político, lo debilita de manera exponencial y quiebra, por tanto, la posibilidad de conformar gobiernos de progreso en ayuntamientos, cabildos y en la propia comunidad autónoma por mucho tiempo. Rompe la posibilidad de asumir el reto de combatir los efectos del calentamiento global, la carencia de viviendas, las disfunciones del modelo turístico o la desigualdad. Se abre paso al escenario que ya vimos hace unos años cuando Coalición Canaria gobernaba a su antojo utilizando los comodines del PP o del PSOE, según las circunstancias.

Con la ruptura con los grupos independientes, NC se debilita en Gran Canaria de manera notable. Perderá significativamente poder municipal, insular y autonómico. La posibilidad de sumar con grupos minoritarios en distintos municipios no es suficiente.

El conglomerado de grupos independientes, hasta ahora baluarte municipal de NC, se conforma, como todos sabemos, con una importante diversidad ideológica y corre el riesgo de volver a dividirse como en momentos no muy lejanos: la última alianza de NC con Sumar es una buena muestra de ello. Solos no podrán sino afianzar su poder local y, a lo sumo, tener presencia escasa en el Cabildo. La tentación que se podría plantear en esta amalgama independiente de caminar hacia alianzas antinatura provocaría una nueva división, una nueva fragmentación, una menor capacidad de decisión en las políticas insulares y autonómicas.

Estamos ante un momento crucial y solo la generosidad y la altura de miras de todas y de todos puede lograr un acuerdo digno. Diariamente se dirigen a mí ciudadanos y ciudadanas con la esperanza de una respuesta que les asegure la continuidad de una fuerza que está siendo útil para Gran Canaria y para el conjunto de Canarias. Lo que se está debatiendo es mucho más que una reorganización interna y que una discrepancia en una organización de tantas. La trascendencia que el debate está teniendo en la sociedad así lo demuestra.

Creo que es a la actual dirección de NC a la que corresponde una mayor responsabilidad para hacer frente a esta situación: es preciso que se afronte con altura de miras y sin personalismos. No se pueden sustentar las decisiones en mayorías orgánicas con muchísima menos representación institucional y muchísimo menos número de votos que la que representan quienes han planteado el conflicto. No se puede encontrar una salida sembrando bulos (yo entiendo bastante de esto puesto que lo he vivido en mis carnes) o generando inestabilidades. No se puede dar la espalda a lo que plantea el 80% de los cargos orgánicos o públicos de Gran Canaria. No se puede sustituir el debate político por lealtades personales.

Por parte del sector crítico no se deben plantear alternativas de la mano de la improvisación y la precipitación al comprobar que las vías del diálogo se agotan. Sin estrategias, con ambigüedades ante futuros pactos. Una huida hacia adelante para luego ver qué va a pasar es de una fragilidad peligrosa. El pragmatismo no puede sustituir a una determinación ideológica clara.

Reconozco que se ha perdido demasiado tiempo para alcanzar un acuerdo que considero factible y posible. Pero nunca es tarde si el objetivo lo merece. En el nacionalismo progresista no puede sobrar nadie. Estoy convencido de que la mayoría de nuestra sociedad, incluso de quienes no nos votaron, reconoce que un nacionalismo como el de NC es necesario para defender derechos fundamentales de nuestra gente. Es inexcusable responder a esa demanda. En la responsabilidad de todas y de todos está. Insisto: el auge de los totalitarismos, la antidemocracia, el iliberalismo, la ultraderecha, los neofascismos, el negacionismo climático o el desprecio a la realidad de Canarias aumenta la urgencia de buscar un acuerdo. Es una obligación histórica.

Antonio Morales Méndez. Presidente del Cabildo de Gran Canaria.

Si una buena novela literaria tuviera tantos capítulos como los que han sumado las reivindicaciones de las Islas Verdes para mejorar su conectividad marítima y aérea, el autor de dicha obra aún no podría escribir su último capítulo. Este tema, que es una prioridad para la cohesión territorial e igualdad de oportunidades de los habitantes de La Gomera, El Hierro, La Palma y Tenerife, sigue sin la respuesta adecuada

Hace ya 50 años se iniciaron las conexiones marítimas entre el Puerto de Los Cristianos y el resto de las islas occidentales. Este avance marcó un antes y un después en la movilidad de El Hierro, La Palma, La Gomera y Tenerife, que han encontrado en esta infraestructura portuaria su principal puerta de entrada y salida. Actualmente, el puerto registra más de 1,8 millones de pasajeros y 530 mil vehículos anuales, cifras que reflejan su importancia.

Sin embargo, esas mismas cifras también muestran el problema que enfrentamos: el Puerto de Los Cristianos se ha quedado demasiado pequeño para soportar la movilidad que requieren estas islas. Hasta ahora, no se ha implementado ninguna solución real, más allá de mensajes publicitarios que carecen de una respuesta concreta y efectiva a corto, medio y largo plazo. Esta situación preocupa profundamente a quienes dependemos de este puerto, que son fundamentalmente los habitantes de las Islas Verdes, pero también los habitantes de la isla de Tenerife.

Un refrán popular dice: "lo que no se ve, no se sabe". Bajo esta premisa, quizá sea hora de invitar a todos los responsables públicos implicados a experimentar, durante un fin de semana cualquiera, lo que padecen diariamente los herreños, palmeros, gomeros y tinerfeños que transitan por este puerto. No es raro que las travesías sean más cortas que el tiempo que lleva salir del barco y llegar a la autopista del sur.

No podemos seguir aplazando una respuesta real a esta demanda. El progreso económico de estas islas depende, en gran medida, del tráfico de pasajeros, mercancías y vehículos que pasa por Los Cristianos. El presente y el futuro de las Islas Verdes no serán los mismos si seguimos prolongando la agonía de un problema que exige una solución real y urgente, del mismo modo que es urgente descongestionar las colas y el malestar en la autopista del sur de Tenerife, para hacer de ella una infraestructura moderna y adecuada para los ciudadanos canarios.

Resulta asombroso que, durante más de 20 años, hayamos planteado una solución clara, como es Fonsalía, y que ahora, tras haber ejecutado su acceso, redactar el proyecto y hacer la declaración ambiental e incluirlo en el planeamiento de la isla, se descarte sin un análisis riguroso de los pros y los contras, y sin dar respuesta alternativa al colapso, pero el Parlamento es soberano y ha dicho no a Fonsalía.

Algunos señalan el Puerto de Granadilla como una posible alternativa para mercancías, a pesar de que no lo es para pasajeros. Sin embargo, las navieras ya han alertado de las dificultades de operatividad para los fast-ferries que actualmente operan entre las islas, al igual que lo han hecho con el Puerto de Santa Cruz de Tenerife. Este último, por la desproporcionada duración de los trayectos que superarían las tres horas.

En este contexto, las opciones son limitadas, pero podemos optar por desarrollar y abordar un plan integral para Los Cristianos que contemple tanto el puerto como sus accesos, con todas las dificultades que ello conlleva.

Hemos perdido demasiado tiempo. Desde La Gomera no estamos dispuestos a desperdiciar ni un minuto más. Es hora de actuar con responsabilidad y entender que este es un asunto que nos compete a todos. Ya no se trata solo de voluntades, hace falta tomar una decisión. El Estado, la Comunidad Autónoma, los cabildos de El Hierro, La Palma, La Gomera y Tenerife, junto al Ayuntamiento de Arona debemos determinar la solución. Nadie debe ponerse nervioso cuando desde La Gomera queremos prestar nuestra ayuda para acabar con este problema. Hasta agosto de este año esperaremos por esa respuesta.

Casimiro Curbelo. Presidente del Cabildo de la Isla de La Gomera.