Llevamos un año asistiendo a un debate intenso en el seno de Nueva Canarias. Durante todo este tiempo las posiciones, lejos de aproximarse, han alcanzado su cenit de desencuentro en las últimas semanas con el anuncio de una de las partes en conflicto de abandonar la organización tras la decisión de la dirección de no plantear acuerdos hasta el congreso de julio

Durante todo este tiempo he mantenido una posición prudente para no contaminar mi papel institucional como presidente del Cabildo de Gran Canaria y para priorizar la estabilidad del gobierno insular que tan buenos resultados está proporcionando al progreso de Gran Canaria. La voy a seguir manteniendo, pero la casi certeza de que las diferencias de posición entre las distintas partes en conflicto dentro de NC no van a acabar en un acuerdo y sí a generar una fractura en la organización que representa al nacionalismo progresista en Canarias me obliga a compartir públicamente una reflexión responsable sobre las consecuencias graves de esa división.

La necesidad de un proyecto nacionalista de progreso en Canarias se ha hecho patente durante todos los años de la democracia: cuando hemos tenido representación en el Parlamento español defendiendo los derechos olvidados de esta tierra, en los gobiernos municipales que han liderado la transformación social y económica de esta isla tras la dictadura de Franco, desde el Cabildo impulsando un modelo de desarrollo ecosocial integrador para Gran Canaria y desde el Gobierno o en el Parlamento canario promoviendo un modelo de bienestar social que garantizara la sanidad, la educación pública o la defensa del territorio.

Con estos antecedentes, me preocupa enormemente que una fuerza que está siendo útil para la vida de nuestra gente y para defender los derechos de Canarias se fracture. Y con más razón si analizamos el contexto estatal e internacional en el que estamos inmersos en el que constatamos el aumento de los totalitarismos y los populismos así como el crecimiento de los movimientos de extrema derecha y fascistas en Europa y en el planeta. Y no nos puede ser ajeno.

La democracia está en crisis en el mundo. Avanzan los totalitarismos y las posiciones excluyentes que expulsan a los sectores vulnerables del disfrute de los derechos fundamentales. La “internacional reaccionaria” se extiende por el mundo. El negacionismo climático, la destrucción de lo público, la quiebra del Estado de Bienestar, de los derechos universales y de los derechos alcanzados se convierten en objetivos estratégicos para la ultraderecha, el ultraliberalismo y la antidemocracia. Crecen la desigualdad y la pobreza mientras unos pocos se hacen cada vez más ricos. La sociedad se polariza con el debilitamiento o la desaparición de las clases medias y la desesperación genera desconcierto y miradas hacia las posiciones extremas que impiden una salida integradora. Y todo esto se nota muchísimo más en territorios frágiles y aislados como el nuestro.

También la guerra comercial que va a desatar la anunciada imposición de Trump de aranceles a las importaciones, incluidas las de sus socios comerciales, puede tener un fuerte impacto en Gran Canaria, ya que tenemos en el Puerto de La Luz y de Las Palmas unos de nuestros principales vectores de diversificación económica.

Tampoco podemos olvidarnos de la importancia que tiene para las islas la construcción de un marco internacional de paz y respeto a la legalidad internacional. Tenemos una posición geoestratégica clave, y la creciente militarización de las relaciones internacionales así como el imperialismo de algunas potencias (Rusia, Israel, EEUU, Marruecos, etc.) puede tener efectos desestabilizadores poniendo en riesgo nuestra seguridad.

En España comprobamos cómo se afianzan los enfrentamientos entre los distintos partidos, lo que genera desafecto y rechazo hacia la política y las instituciones. Vemos también cómo aumentan el desprecio colonial a la realidad canaria y las posiciones conservadoras en gobiernos autonómicos que debilitan los servicios públicos y aumentan el centralismo excluyente. Esto supone una clara amenaza al estado de las autonomías como podemos comprobar, por ejemplo, con el trato injusto e insolidario que se da a Canarias al rechazar de manera sistemática una redistribución solidaria de la acogida de los menores inmigrantes que llegan hasta aquí.

Solo los territorios más autocentrados, con nacionalismos de amplia trayectoria y mucho apoyo popular, están siendo capaces de resistir al avance del centralismo o las políticas reaccionarias, a las que hacen seguidismo en muchas ocasiones los que se llaman partidos de estado como el PP o el PSOE. Siempre hemos defendido, y ahora es más necesario que nunca, que Canarias necesita tener una voz propia y potente en el concierto estatal, con más razones incluso que otros territorios por sus singularidades y por el tradicional olvido que sufrimos de esos poderes centrales.

La crisis de Nueva Canarias coincide con esa deriva totalitaria, geoestratégica y colonial que sufrimos a nivel estatal, continental y planetario. Sustraernos a esta realidad supone una enorme irresponsabilidad. Ahora, más que nunca, tenemos la obligación de apurar todas las iniciativas que se precisen para encontrar una solución racional al conflicto que amenaza terminar en una ruptura y, por lo tanto, en la división y el debilitamiento del nacionalismo progresista en Canarias.

En este contexto es fundamental contar en Canarias con un movimiento político nacionalista progresista, una voz que represente nuestras necesidades en un contexto de cambio de época. Y digo movimiento y no solo partido, porque tiene que ir mucho más allá de lo partidista-institucional y dar la batalla cultural y social en un momento de profunda derechización social y económica. Y lo cierto es que, hoy por hoy, Nueva Canarias es imprescindible para construir ese movimiento.

Dinamitar la fuerza actual del nacionalismo progresista y poner en riesgo las alianzas de izquierdas para los próximos años en las principales instituciones de Canarias es una enorme irresponsabilidad. La división fragmenta este espacio político, lo debilita de manera exponencial y quiebra, por tanto, la posibilidad de conformar gobiernos de progreso en ayuntamientos, cabildos y en la propia comunidad autónoma por mucho tiempo. Rompe la posibilidad de asumir el reto de combatir los efectos del calentamiento global, la carencia de viviendas, las disfunciones del modelo turístico o la desigualdad. Se abre paso al escenario que ya vimos hace unos años cuando Coalición Canaria gobernaba a su antojo utilizando los comodines del PP o del PSOE, según las circunstancias.

Con la ruptura con los grupos independientes, NC se debilita en Gran Canaria de manera notable. Perderá significativamente poder municipal, insular y autonómico. La posibilidad de sumar con grupos minoritarios en distintos municipios no es suficiente.

El conglomerado de grupos independientes, hasta ahora baluarte municipal de NC, se conforma, como todos sabemos, con una importante diversidad ideológica y corre el riesgo de volver a dividirse como en momentos no muy lejanos: la última alianza de NC con Sumar es una buena muestra de ello. Solos no podrán sino afianzar su poder local y, a lo sumo, tener presencia escasa en el Cabildo. La tentación que se podría plantear en esta amalgama independiente de caminar hacia alianzas antinatura provocaría una nueva división, una nueva fragmentación, una menor capacidad de decisión en las políticas insulares y autonómicas.

Estamos ante un momento crucial y solo la generosidad y la altura de miras de todas y de todos puede lograr un acuerdo digno. Diariamente se dirigen a mí ciudadanos y ciudadanas con la esperanza de una respuesta que les asegure la continuidad de una fuerza que está siendo útil para Gran Canaria y para el conjunto de Canarias. Lo que se está debatiendo es mucho más que una reorganización interna y que una discrepancia en una organización de tantas. La trascendencia que el debate está teniendo en la sociedad así lo demuestra.

Creo que es a la actual dirección de NC a la que corresponde una mayor responsabilidad para hacer frente a esta situación: es preciso que se afronte con altura de miras y sin personalismos. No se pueden sustentar las decisiones en mayorías orgánicas con muchísima menos representación institucional y muchísimo menos número de votos que la que representan quienes han planteado el conflicto. No se puede encontrar una salida sembrando bulos (yo entiendo bastante de esto puesto que lo he vivido en mis carnes) o generando inestabilidades. No se puede dar la espalda a lo que plantea el 80% de los cargos orgánicos o públicos de Gran Canaria. No se puede sustituir el debate político por lealtades personales.

Por parte del sector crítico no se deben plantear alternativas de la mano de la improvisación y la precipitación al comprobar que las vías del diálogo se agotan. Sin estrategias, con ambigüedades ante futuros pactos. Una huida hacia adelante para luego ver qué va a pasar es de una fragilidad peligrosa. El pragmatismo no puede sustituir a una determinación ideológica clara.

Reconozco que se ha perdido demasiado tiempo para alcanzar un acuerdo que considero factible y posible. Pero nunca es tarde si el objetivo lo merece. En el nacionalismo progresista no puede sobrar nadie. Estoy convencido de que la mayoría de nuestra sociedad, incluso de quienes no nos votaron, reconoce que un nacionalismo como el de NC es necesario para defender derechos fundamentales de nuestra gente. Es inexcusable responder a esa demanda. En la responsabilidad de todas y de todos está. Insisto: el auge de los totalitarismos, la antidemocracia, el iliberalismo, la ultraderecha, los neofascismos, el negacionismo climático o el desprecio a la realidad de Canarias aumenta la urgencia de buscar un acuerdo. Es una obligación histórica.

Antonio Morales Méndez. Presidente del Cabildo de Gran Canaria.

Si una buena novela literaria tuviera tantos capítulos como los que han sumado las reivindicaciones de las Islas Verdes para mejorar su conectividad marítima y aérea, el autor de dicha obra aún no podría escribir su último capítulo. Este tema, que es una prioridad para la cohesión territorial e igualdad de oportunidades de los habitantes de La Gomera, El Hierro, La Palma y Tenerife, sigue sin la respuesta adecuada

Hace ya 50 años se iniciaron las conexiones marítimas entre el Puerto de Los Cristianos y el resto de las islas occidentales. Este avance marcó un antes y un después en la movilidad de El Hierro, La Palma, La Gomera y Tenerife, que han encontrado en esta infraestructura portuaria su principal puerta de entrada y salida. Actualmente, el puerto registra más de 1,8 millones de pasajeros y 530 mil vehículos anuales, cifras que reflejan su importancia.

Sin embargo, esas mismas cifras también muestran el problema que enfrentamos: el Puerto de Los Cristianos se ha quedado demasiado pequeño para soportar la movilidad que requieren estas islas. Hasta ahora, no se ha implementado ninguna solución real, más allá de mensajes publicitarios que carecen de una respuesta concreta y efectiva a corto, medio y largo plazo. Esta situación preocupa profundamente a quienes dependemos de este puerto, que son fundamentalmente los habitantes de las Islas Verdes, pero también los habitantes de la isla de Tenerife.

Un refrán popular dice: "lo que no se ve, no se sabe". Bajo esta premisa, quizá sea hora de invitar a todos los responsables públicos implicados a experimentar, durante un fin de semana cualquiera, lo que padecen diariamente los herreños, palmeros, gomeros y tinerfeños que transitan por este puerto. No es raro que las travesías sean más cortas que el tiempo que lleva salir del barco y llegar a la autopista del sur.

No podemos seguir aplazando una respuesta real a esta demanda. El progreso económico de estas islas depende, en gran medida, del tráfico de pasajeros, mercancías y vehículos que pasa por Los Cristianos. El presente y el futuro de las Islas Verdes no serán los mismos si seguimos prolongando la agonía de un problema que exige una solución real y urgente, del mismo modo que es urgente descongestionar las colas y el malestar en la autopista del sur de Tenerife, para hacer de ella una infraestructura moderna y adecuada para los ciudadanos canarios.

Resulta asombroso que, durante más de 20 años, hayamos planteado una solución clara, como es Fonsalía, y que ahora, tras haber ejecutado su acceso, redactar el proyecto y hacer la declaración ambiental e incluirlo en el planeamiento de la isla, se descarte sin un análisis riguroso de los pros y los contras, y sin dar respuesta alternativa al colapso, pero el Parlamento es soberano y ha dicho no a Fonsalía.

Algunos señalan el Puerto de Granadilla como una posible alternativa para mercancías, a pesar de que no lo es para pasajeros. Sin embargo, las navieras ya han alertado de las dificultades de operatividad para los fast-ferries que actualmente operan entre las islas, al igual que lo han hecho con el Puerto de Santa Cruz de Tenerife. Este último, por la desproporcionada duración de los trayectos que superarían las tres horas.

En este contexto, las opciones son limitadas, pero podemos optar por desarrollar y abordar un plan integral para Los Cristianos que contemple tanto el puerto como sus accesos, con todas las dificultades que ello conlleva.

Hemos perdido demasiado tiempo. Desde La Gomera no estamos dispuestos a desperdiciar ni un minuto más. Es hora de actuar con responsabilidad y entender que este es un asunto que nos compete a todos. Ya no se trata solo de voluntades, hace falta tomar una decisión. El Estado, la Comunidad Autónoma, los cabildos de El Hierro, La Palma, La Gomera y Tenerife, junto al Ayuntamiento de Arona debemos determinar la solución. Nadie debe ponerse nervioso cuando desde La Gomera queremos prestar nuestra ayuda para acabar con este problema. Hasta agosto de este año esperaremos por esa respuesta.

Casimiro Curbelo. Presidente del Cabildo de la Isla de La Gomera.

El rey no asistirá a la primera ceremonia de conmemoración de la muerte de Franco. No quiere que se pueda recordar que él ha sido coronado gracias al triunfo de aquel. La monarquía de hoy le debe al fascismo su plácida vida en la Zarzuela. La caída de la monarquía de Alfonso XIII ante la elección popular de la República, no se hubiera revertido nunca, como se puede comprobar por los resultados electorales de 1931, 1933,1936, que solo se pudieron cambiar con un golpe de Estado militar y una cruenta guerra de tres años apoyada por los nazis alemanes y los fascistas italianos, y consentida por las naciones “democráticas” que preferían, sin duda, el triunfo de Hitler al de la II República, que según ellas alimentaba las revueltas populares y la implantación de un régimen socialista en España

La mentira, la hipocresía y la tergiversación de nuestra historia es lo que hoy, cincuenta años después de haber implantado la “democracia” se difunde en los medios de comunicación, se apoya por todos los gobiernos que hemos tenido desde 1982 y se enseña en las escuelas y universidades. No se sabe qué es exactamente lo que el gobierno de hoy quiere conmemorar, si la desaparición, ¡por fín!, del dictador, o el cambio de sistema político que se organizó a partir de ese momento, lo que se convertirá en elogios desmedidos de la bendita Transición que nos hizo a todos demócratas, incluyendo a los jerarcas fascistas que heredaron el bastón de mando. Los que habían sido soporte y dirigido la dictadura siguieron en los puestos más importantes de la esa transición.

Adolfo Suárez, era Secretario General del Movimiento Nacional cuando el rey Juan Carlos I lo nombró Presidente del Gobierno, por orden del Departamento de Estado de EEUU. Martín Villa, jerarca de Falange, gobernador de Barcelona después de la implantación de la monarquía, que aparte de la represión que ejerció contra los sindicatos y movimientos sociales, está implicado en el incendio de la discoteca Scala de Barcelona el 15 de enero de 1978 que resultó con la muerte de cuatro personas y en el que se intentó inculpar a las organizaciones anarquistas CNT y FAI, y que se ha demostrado organizado y realizado por sicarios de la policía para implicar al sindicato y desprestigiar el anarquismo. Martín Villa, que sigue disfrutando de libertad y prestigio político, está procesado en la querella argentina iniciada por los que fuimos víctimas de los torturadores de la policía político-social, como Billy el Niño. Martín Villa ni ha acudido a declarar ni lo han extraditado.

Fraga Iribarne, el hombre fuerte de la dictadura, supuesto sucesor de Franco, fue Presidente de Galicia varias legislaturas y murió como senador vitalicio.

Ninguno de los torturadores de la policía político social fue procesado ni juzgado cuando se implantó la democracia, ni siquiera se les quitaron las medallas, que habían obtenido por su eficacia en la persecución, tortura y muerte de militantes antifascistas, como como Julián Grimau, Salvador Puig Antich, Enrique Ruano Casanova y los cinco hombres fusilados el 27 de septiembre de 1975: Humberto Baena, José Luis Sánchez Bravo y Ramón García Sanz, miembros del FRAP, fusilados en Madrid. Jon Paredes Manot (Txiki) y Ángel Otaegui, militantes de ETA, fusilados en Barcelona y Burgos, respectivamente.

Y tampoco se les exigieron responsabilidades a los cargos políticos y del gobierno franquista que organizaban y ordenaban el aparato represivo. Desde Fraga Iribarne que como ministro ratificaba las sentencias de muerte.

Diputados, senadores, presidentes de autonomías, gobernadores civiles, alcaldes, jefes de policía, desde la Transición hasta hoy, lucen en su curriculum haber sido ejemplares en la defensa de la dictadura y en la represión de los partidos políticos, los sindicatos y las asociaciones antifascistas.

Como decía el pintor Tapies en un artículo publicado hace varias décadas, sobre los homenajes y adulaciones que recibía Dalí en la democracia: ”En España no hay nada más rentable que tener un pasado fascista”. Lo sabe bien el “emérito”, cuyo principal mérito es el de haberse formado a la vera de Franco y haber jurado los “Principios” del “Movimiento Nacional”, que ratifica cuando el dictador lo nombra sucesor suyo con la categoría de rey”.

España es el único país de occidente que el terminar la II Guerra Mundial, sigue manteniendo la dictadura sin que hubiera ni aún la promesa de un plebiscito para decidir la forma de Estado. Y es el único país, en que llegada la bendita “democracia”, no se plantea un referéndum sobre república o monarquía. Todas las dictaduras europeas cayeron al terminar la II Guerra: Grecia, Italia, Bulgaria, Rumanía, Portugal, menos España.

Y hoy, setenta años después de esa guerra y ochenta y cinco del final de la Guerra Civil española, seguimos sin que los gobiernos “democráticos” que tanto presumen de que el pueblo manifiesta su deseo en las rituales elecciones que se celebran, hayan convocado una consulta sobre el mantenimiento de esta monarquía entronizada por Franco y mantenida por todos los partidos legalizados en la Transición: socialista, comunista, Popular, UPD, Ciudadanos, Podemos, Más Madrid, SUMAR, y los sindicatos ya centenarios de UGT, CCOO, CNT, CGT.

Hoy, el rey no quiere que le recuerden que se educó a la vera del dictador, y que nunca ha consultado a su pueblo si está de acuerdo en su permanencia como heredero de una dinastía que ha sido expulsada de España anteriormente dos veces en menos de un siglo por su continua corrupción y traición a la patria, y descendiente directo de Juan Carlos I que ha mermado los fondos del Estado con toda desfachatez, comerciando entre otros países con Arabia Saudí, además de ser adúltero y maltratador de su mujer, estafador de otras amantes y cazador de elefantes.

¿Algo de tan largo e infame recorrido histórico de la dinastía borbónica, y de la permanencia en primera línea en la política española de los líderes de la dictadura e ideólogos del fascismo, sin que se les haya nunca exigido responsabilidades, ni juzgado sus crímenes, durante cuatro décadas, se pondrá de manifiesto en las conmemoraciones de este aniversario?

Es una pregunta retórica como se imaginan. En Alemania, Italia, Francia, Bélgica, Grecia, Portugal, Chile, Argentina, Uruguay, Sudáfrica, se procedió a investigar y aclarar los criminales acontecimientos de aquel oscuro periodo de la historia del mundo. En todos ellos, menos en España.

Es cierto el estribillo que repetía Fraga Iribarne de que “España es diferente”.

La televisión pública, como servicio financiado por todos, tiene la responsabilidad de ofrecer contenidos que reflejen el respeto a la diversidad de creencias y sensibilidades de su audiencia. Sin embargo, en el reciente programa de fin de año, fuimos testigos de un lamentable episodio protagonizado por una de sus presentadoras. En una parodia que pretendía ser humorística, la conductora utilizó una imagen del Sagrado Corazón de Jesús de una manera que muchos consideran irrespetuosa y ofensiva

Esto nos lleva a una pregunta inevitable: ¿Es necesaria tanta zafiedad y vulgaridad para triunfar? Parece que en ciertos sectores existe la creencia de que el escándalo y la provocación son ingredientes esenciales para captar audiencia. Pero, ¿a qué precio? El derecho a la libertad de expresión es indiscutible, pero cuando este se ejerce desde la grosería y el menosprecio hacia los sentimientos religiosos, se convierte en un ejercicio de irresponsabilidad.

La parodia en cuestión no sólo careció de gracia, sino que dejó en evidencia una preocupante falta de talento. Eres zafia. Eres vulgar. Así podría resumirse la actuación de quien parece haber olvidado que la verdadera grandeza del humor radica en su capacidad de unir, no de dividir. Atacar símbolos religiosos, ridiculizarlos y banalizarlos con el pretexto del entretenimiento, resulta una estrategia fácil y, a menudo, carente de ingenio.

El problema no reside únicamente en la burla. Lo verdaderamente preocupante es la selección de los objetivos. Da la impresión de que solo atacan a los que ponen la otra mejilla. Rara vez vemos parodias que apuntan hacia otros colectivos con la misma intensidad, lo que sugiere una lógica de provocación selectiva. ¿Se atreverían con la misma ligereza a burlarse de otros símbolos sagrados que cuentan con defensores más intransigentes? Difícilmente. El respeto no debería depender del temor a las consecuencias, sino del reconocimiento mutuo y la empatía hacia el otro.

El humor crítico tiene un papel fundamental en la sociedad. Despierta conciencias, denuncia injusticias y permite visibilizar problemáticas sociales. Pero cuando se convierte en un simple acto de ofensa gratuita, pierde su razón de ser. La televisión pública debería aspirar a ser un espacio de encuentro y diálogo, no un escenario de provocaciones banales que siembran discordia.

Este episodio es una oportunidad para reflexionar sobre los límites del humor y la necesidad de construir un entretenimiento que no se base en el agravio ajeno. No se trata de censura, sino de buen gusto y responsabilidad. La crítica es necesaria, pero también lo es la autocrítica. Quizá, en lugar de buscar el aplauso fácil a través de la ofensa, algunos deberían preguntarse qué están aportando realmente a la sociedad con sus actuaciones.

El respeto no está reñido con el humor. La inteligencia y la creatividad pueden ofrecer espectáculos memorables sin recurrir a la zafiedad. Ojalá este incidente sirva para recordar que la calidad y el respeto son aliados, no enemigos, en la búsqueda de un entretenimiento que enriquezca a todos.

Si en alguna época del año la rendición de las masas a las consignas del poder se hace notar estruendosamente es en las llamadas “navidades”, término que se ha convertido en plural porque se celebra repetidamente a lo largo de todo el interminable mes de diciembre. Considerando que la fábula cristiana cuenta el episodio del nacimiento de un niño en una sola noche decembrina -suponiendo que sea esta la época en que se produjo- la multiplicidad de celebraciones, festejos y borracheras, es el negocio mejor pensado del capitalismo occidental

Esta crítica que aquí vierto se repite ya en varios espacios, sobre todo por aquellos reaccionarios que echan de menos el objetivo religioso que tenía en tiempos pasados, especialmente bajo la dictadura franquista. Pero viendo como en la sociedad actual ha disminuido palpablemente la extensión y difusión de las creencias cristianas, el sistema capitalista se ha adaptado rápida y eficazmente al escepticismo e indiferencia religiosos que se implantaron después de la Revolución Francesa, origen de la quiebra del fervor cristiano medieval.

La sociedad industrial, que crea las organizaciones de trabajadores que lograron el triunfo de algunas revoluciones que intentan sustituir el sistema de lucha de clases capitalista, rapaz y explotador, por la utopía de la igualdad socialista, ha dado de lado las fantasías religiosas. Y aunque se sigue financiando a la Iglesia católica porque al poder interesa su apoyo, y el 30% de las plazas escolares sigue siendo propiedad de las órdenes eclesiásticas, la mayoría de la sociedad prefiere asistir a las cenas de empresa que a la misa del gallo.

¿Eso explica que, durante treinta días y más, se paralicen las actividades políticas y culturales de las ciudades, especialmente de la llamada izquierda, porque desde el 21 de diciembre hasta después de Reyes, las masas enfebrecidas obtienen más gratificación haciendo cola en la calle a 0 grados de temperatura en la puerta de las expendidurías de lotería y en las cafeterías, para tomar chocolate con churros, que yendo a la iglesia o a los encuentros políticos. Y esto es así porque la alienación brutal a que han sido sometidas las clases populares ha dado sus frutos. Los resultados electorales muestran el éxito de esa estrategia, organizada y montada desde el final de la Guerra Civil, que ha continuado con la llamada democracia instaurada después de la Transición.

Las críticas, suaves, al consumismo de estos días, son débiles balbuceos de algunas plumas menos conformistas, ratificadas por las cartas al director, enviadas por añorantes del espíritu religioso de siglos pasados. Consumismo que exhiben orgullosísimos los gobernantes de todas las ideologías. Estamos en la cúspide de los beneficios que nos trae el turismo desbocado -que ya ha recibido algunos desdenes con manifestaciones ciudadanas- y los comercios hacen su agosto en diciembre. ¿De qué voy a quejarme yo?

Pues de que la izquierda, esa que se supone crítica del poder desde la perspectiva de seguir reclamando igualdad de derechos, mejor reparto de la riqueza y avance del feminismo en un final de año que ya ha sumado dos asesinatos más de mujeres, se ha adaptado también a lo que llamamos las “navidades”. Da igual que se autotitule socialista, populista o feminista, los dirigentes y muchas que fueron luchadoras en el siglo pasado, consideran normal cancelar todas las reuniones, conferencias, asambleas o congresos programados, y necesarios, y someterse al estribillo de “estamos en navidades”, “en diciembre no se puede hacer nada, ya se sabe”, para gastarse el poco pecunio que suelen tener, en cenas de “Nochebuena”, comidas de “Navidad”, celebración de la “Nochevieja”y regalos de “reyes magos”, relato cuya significación es fundamentalmente reaccionaria, que le enseñan a sus propios hijos. Comunistas había que me defendían el cuento porque era bueno para los niños que necesitan creer historias mágicas para aumentar su capacidad de imaginación.

Que ese relato signifique el primero y general engaño que sufren los niños, perpetrado por sus propios padres, no tiene importancia. Con esos mimbres se ha forjado la moral privada y la general. Pronto se aprende que la mentira y la traición son conductas aceptadas por toda la sociedad, incluyendo aquellos que presumen de sus esfuerzos por transformar este mundo, mientras llevan a sus hijos y nietos a deslumbrarse en las cabalgatas que organizan las administraciones, y los acuestan pronto para que no se den cuenta de los paquetes de regalos y juguetes que están en el comedor de la casa, y que a la mañana siguiente les contarán que los han llevado los sabios y poderosos reyes que han recorrido volando sin aviones todo el planeta, para que los infantes vayan acumulando historias necias en su acervo intelectual. No es de extrañar que tengan tan bajas notas en comprensión lectora y matemática que son las que enseñan a pensar.

Recuerdo, cuando a mis 5 o 6 años, ante las dudas que habían introducido en mí las compañeras del colegio que eran algo mayores, sobre la autoría de los regalos de “reyes” le pregunté coercitivamente a mi madre quiénes eran esos personajes que proporcionaban juguetes el 6 de enero, y la insté imperativamente: “Dime la verdad, mamá, dímela”, y ella, ante aquella instancia, me respondió: “son los padres, niña, claro”. La decepción que me sacudió se consoló enseguida al constatar que de mi madre siempre podría fiarme.

Resulta un escándalo que me niegue a tragarme las doce uvas de medianoche que considero una estupidez y me sientan mal. Tengo que aguantar la indignación que suscitan mis críticas en mis compañeros y amigas, y sus rebuscadas y burdas explicaciones de por qué ellos mantienen “las tradiciones”, con un talante mucho más comprensivo y tolerante que el mío, siempre tan radical y tan hosco. Aunque también se quejen luego de los resultados electorales, de la ausencia de juventudes en las organizaciones sociales, y los más leídos, de la banalidad y frivolidad de los “intelectuales” de hoy.

Si quiero pasar estos interminables días y extenuadoras noches de las “navidades” en compañía de amigas y amigos con los que comparto ideología, actividades y muchas y largas luchas por cambiar la sociedad, tengo que gastar ingentes cantidades de dinero en comidas peligrosas para la salud y regalos que nadie necesita, aguantar interminables encuentros donde los temas que se tratan están tan manidos y vulgares que no tienen interés alguno, y evitar cualquier crítica de lo que estamos haciendo si no quiero provocar una agria discusión como final de la fiesta. Se convertiría en un fracaso rotundo que programara el congreso del Partido Feminista el día de navidad.

Recuerdo la indignación de mi abuela, Regina de Lamo Jiménez, cuñada de Rosario de Acuña, líder del movimiento anarquista, sindicalista y cooperativista, cuando soltaba trenos contra sus compañeros de lucha e ideología que llevaban a sus hijas a colegios religiosos porque las educaban mejor, y repetía: “Estos son ateos gracias a Dios”.

Pero a quién y cómo y por qué pido coherencia a los que presumen de opositores al orden establecido. Al fin y al cabo, me contestan, no hay que ser tan rígida en cuestiones sin trascendencia como estas. Los niños se divierten, las abuelas rompen la monotonía de su vida enclaustrada en el comedor de su vivienda, las amas de casa exhiben sus conocimientos culinarios y las esposas disfrutan de la compañía de los maridos, sin temor de que se vayan al prostíbulo antes de terminar la cena. Después, es inevitable.

Y en estos días “santos”, familiares, de reencuentro de los que viven separados y en ciudades alejadas, donde todos los mensajes públicos, incluso de los medios estatales, hablan de familias que se reúnen para celebrar el amor universal, es cuando se produce el mayor número de agresiones machistas y de maltrato infantil. Y las televisiones, públicas y privadas programan las películas de las noches que tratan los crímenes más horrendos y repiten las investigaciones detectivescas más violentas y manidas de la historia del cine. Ah, y los prostíbulos están llenos de clientes.

¡Cuanto perderíamos económicamente si aboliéramos “las navidades”. ¿Habrá algún gobierno que se atreviera a semejante perturbador escándalo? Ni siquiera a introducirlo en su programa y hacerlo público. Y las feministas y los sindicalistas, socialistas y comunistas, de la actualidad “woke”, ¿están de acuerdo?

Este inicio de año es un buen momento para reflexionar sobre uno de los retos más apremiantes que enfrentamos: el empleo. Canarias lleva sobre sus hombros el peso de unos índices de pobreza y exclusión social que se resisten a ceder pese a los esfuerzos que hemos desplegado durante años. Tres de cada diez ciudadanos viven en una situación que no debería ser aceptable en una sociedad que se precie de equitativa

La pobreza y la exclusión son problemas estructurales y, como tales, requieren soluciones estructurales. Es fácil decirlo, pero no así lograrlo. Sin embargo, no hay otra vía. Las herramientas están sobre la mesa: diversificar nuestra economía, apostar por la profesionalización de sectores estratégicos, revitalizar el sector primario y aprovechar las enormes posibilidades que nos brinda la innovación, el desarrollo tecnológico y las energías renovables. Esta última, en particular, representa una oportunidad ineludible. No solo para mitigar los efectos del cambio climático, sino también para generar empleo de calidad y sostenible. Pero no se trata solo de una transformación económica: se trata de una transformación social.

En este esfuerzo, La Gomera no puede ni quiere quedarse al margen. Desde el Cabildo hemos asumido un compromiso inequívoco con quienes encuentran mayores dificultades para acceder al mercado laboral. Pienso, por ejemplo, en esas personas mayores de 60 años que, tras toda una vida de esfuerzo, ven cómo las puertas del empleo se cierran sin razones aparentes. Es injusto y, además, una pérdida inmensa de talento, experiencia y compromiso. Por eso, hemos desplegado iniciativas dirigidas a su inserción laboral, porque creemos firmemente en el valor que aportan y en la dignidad que supone ofrecerles nuevas oportunidades.

Nuestro papel también pasa por convertirnos en facilitadores. No podemos hacer esto solos. Necesitamos de la implicación del sector privado, de los agentes sociales y, por supuesto, del respaldo de otras instituciones. El reto de diversificar la economía y fortalecer nuestra competitividad es de todos, y solo juntos podemos hacer frente a los desafíos sociales que, aún hoy, nos golpean con dureza.

También debemos ser conscientes de que no se trata de sustituir nuestro modelo económico, sino de corregir sus debilidades. Nadie duda de que el turismo es y seguirá siendo un pilar fundamental para Canarias. Pero debemos avanzar hacia un modelo que sea más inclusivo, cualificado, con salarios dignos, que no deje a nadie atrás y que permita que las bondades de nuestra economía lleguen a todas las familias.

Tenemos por delante una oportunidad única. No podemos permitir que las dificultades actuales nos paralicen, sino que deben servirnos de acicate para impulsar el cambio que necesitamos. Nuestra tierra tiene un potencial extraordinario y es nuestra responsabilidad colectiva convertirlo en resultados tangibles. Canarias puede y debe ser un referente no solo en turismo, sino también en sostenibilidad, innovación y empleo digno.

La solución no llegará de la noche a la mañana, pero cada paso que demos en la dirección correcta cuenta. Y en La Gomera lo estamos dando, convencidos de que el empleo no es solo una estadística: es la llave para reducir la pobreza, combatir la exclusión social y garantizar un futuro digno para todos nuestra ciudadanía. Porque, al final, ese es el verdadero objetivo: que nadie se quede atrás.

Casimiro Curbelo. Presidente del Cabildo de la Isla de La Gomera.

La televisión pública, como servicio financiado por todos, tiene la responsabilidad de ofrecer contenidos que reflejen el respeto a la diversidad de creencias y sensibilidades de su audiencia. Sin embargo, en el reciente programa de fin de año, fuimos testigos de un lamentable episodio protagonizado por una de sus presentadoras. En una parodia que pretendía ser humorística, la conductora utilizó una imagen del Sagrado Corazón de Jesús de una manera que muchos consideran irrespetuosa y ofensiva

unnamedEsto nos lleva a una pregunta inevitable: ¿Es necesaria tanta zafiedad y vulgaridad para triunfar? Parece que en ciertos sectores existe la creencia de que el escándalo y la provocación son ingredientes esenciales para captar audiencia. Pero, ¿a qué precio? El derecho a la libertad de expresión es indiscutible, pero cuando este se ejerce desde la grosería y el menosprecio hacia los sentimientos religiosos, se convierte en un ejercicio de irresponsabilidad.

La parodia en cuestión no solo careció de gracia, sino que dejó en evidencia una preocupante falta de talento. Eres zafia. Eres vulgar. Así podría resumirse la actuación de quien parece haber olvidado que la verdadera grandeza del humor radica en su capacidad de unir, no de dividir. Atacar símbolos religiosos, ridiculizarlos y banalizarlos con el pretexto del entretenimiento, resulta una estrategia fácil y, a menudo, carente de ingenio.

El problema no reside únicamente en la burla. Lo verdaderamente preocupante es la selección de los objetivos. Da la impresión de que solo atacan a los que ponen la otra mejilla. Rara vez vemos parodias que apuntan hacia otros colectivos con la misma intensidad, lo que sugiere una lógica de provocación selectiva. ¿Se atreverían con la misma ligereza a burlarse de otros símbolos sagrados que cuentan con defensores más intransigentes? Difícilmente. El respeto no debería depender del temor a las consecuencias, sino del reconocimiento mutuo y la empatía hacia el otro.

El humor crítico tiene un papel fundamental en la sociedad. Despierta conciencias, denuncia injusticias y permite visibilizar problemáticas sociales. Pero cuando se convierte en un simple acto de ofensa gratuita, pierde su razón de ser. La televisión pública debería aspirar a ser un espacio de encuentro y diálogo, no un escenario de provocaciones banales que siembran discordia.

Este episodio es una oportunidad para reflexionar sobre los límites del humor y la necesidad de construir un entretenimiento que no se base en el agravio ajeno. No se trata de censura, sino de buen gusto y responsabilidad. La crítica es necesaria, pero también lo es la autocrítica. Quizá, en lugar de buscar el aplauso fácil a través de la ofensa, algunos deberían preguntarse qué están aportando realmente a la sociedad con sus actuaciones.

El respeto no está reñido con el humor. La inteligencia y la creatividad pueden ofrecer espectáculos memorables sin recurrir a la zafiedad. Ojalá este incidente sirva para recordar que la calidad y el respeto son aliados, no enemigos, en la búsqueda de un entretenimiento que enriquezca a todos.

En un mundo cada vez más globalizado y dependiente de actividades como el turismo y los servicios, el sector primario se presenta como una pieza clave para garantizar la sostenibilidad económica y social de territorios como La Gomera. Nuestra isla, que atesora una rica tradición agrícola, ganadera y pesquera, tiene en su sector primario no solo una fuente de identidad, sino también una oportunidad crucial para diversificar su economía y generar empleo de calidad

Actualmente, este sector genera más de 160 puestos de trabajo directos en La Gomera, una cifra significativa para un territorio insular. Sin embargo, estoy convencido de que el potencial para incrementar estos números es evidente. Con una inversión estratégica y políticas públicas bien definidas, el sector primario puede convertirse en un motor aún más potente para el desarrollo sostenible de nuestra isla de la mano de la cualificación y la profesionalización.

Por este motivo, desde el Cabildo hemos redoblado esfuerzos para modernizarlo y fortalecerlo. La inversión de 1.150.000 euros para atender sus necesidades es un paso importante, especialmente al tratarse de un incremento de 650.000 euros respecto al año pasado, que ha venido de la mano de incentivos extraordinarios que estarán vigentes en pocas semanas para responder a los desafíos del cambio climático y los crecientes costes de producción. Aunque, estos incentivos deben ir de la mano de una planificación que contribuya al relevo generacional y a orientar la formación hacia las demandas del mercado de trabajo.

Estas medidas están diseñadas para garantizar la sostenibilidad y resiliencia del sector. Con acciones específicas para la agricultura, la ganadería, la pesca, la apicultura, el guarapeo y la viticultura. Este enfoque no solo nos permite contribuir a mitigar los efectos de la sequía y otros problemas derivados del cambio climático, sino también fomentar la continuidad de actividades esenciales para nuestro tejido productivo y continuar afianzando la calidad agroalimentaria gomera.

Es más que evidente que estas medidas representan un apoyo crucial para los productores locales, garantizando que puedan continuar desarrollando su actividad en un contexto más estable. La sostenibilidad no solo se refiere al respeto por el medioambiente, sino también a la creación de sistemas económicos robustos y capaces de hacer frente a los retos del futuro.

Nadie duda que el sector primario de La Gomera es una oportunidad para construir un modelo económico más equilibrado y diversificado. Frente a los riesgos de depender exclusivamente del turismo, la agricultura, la ganadería y la pesca se perfilan como pilares estratégicos para garantizar el fortalecimiento económico.

La Gomera tiene la oportunidad de liderar con el ejemplo, demostrando que el desarrollo económico puede ir de la mano de la protección de nuestros recursos naturales. Ahora es el momento de seguir atendiendo al sector primario, con la mirada puesta en el bienestar de nuestros habitantes y en la construcción de un modelo económico que inspire a otros territorios. Porque en cada agricultor, ganadero y pescador de La Gomera reside una pieza fundamental para la isla que queremos.

Al acercarnos al final de este 2024, quiero dirigirme a todos los grancanarios y grancanarias con un mensaje de agradecimiento, esperanza y compromiso para el futuro. Este ha sido un año extraordinario, nuestra isla ha demostrado una vez más su liderazgo en sostenibilidad, inclusión social y capacidad para afrontar los desafíos globales con soluciones locales. Mientras celebramos la Navidad y damos la bienvenida al 2025, es importante reflexionar sobre los logros alcanzados y renovar nuestro compromiso colectivo con una Gran Canaria más fuerte y sostenible

Captura 2Estas buenas noticias vienen junto a nubarrones e incertidumbre que pueden quebrar nuestro ánimo y nuestra ilusión. Porque, como siempre pasa, las buenas noticias para la mayoría conviven con problemas en colectivos más vulnerables. Y es que aunque no siempre las veamos, hay realidades individuales o familiares que rompen esta tendencia general. Por eso, al valorar el año que acaba y sobre todo al mirar hacia el año que empieza, no cabe la autocomplacencia o el olvido de quienes lo pasan mal.

Pero, al mismo tiempo, encarar los próximos meses con optimismo y con determinación nos ayudará a conseguir mejor los objetivos. En psicología se habla de la profecía autocumplida porque sucede que tenemos más probabilidades de tener éxito cuando afrontamos la realidad con actitudes positivas que cuando la afrontamos con pesimismo o resignación. Eso es lo que trato de imprimir a la acción de nuestro gobierno en el Cabildo de Gran Canaria y, después de casi diez años, podemos decir humildemente que está dando resultado.

Deseo para el año 2025 mantener las claves que están permitiendo una estrecha colaboración entre la iniciativa pública del Cabildo de Gran Canaria y la iniciativa privada. Y está siendo posible fundamentalmente porque las prioridades están claras y trasladadas a los presupuestos, de manera que no son meras declaraciones de intenciones sino acciones realmente ejecutadas. Se reconoce que Gran Canaria tiene un libro de ruta, unas prioridades mantenidas y programadas. La estabilidad de gobierno y estar centrados en la atención a las personas, son otros factores que debemos prolongar el próximo año. Y la consecución de grandes consensos que permitan una coincidencia de la mayor parte de la población con un cabildo cercano y próximo, es la tercera de nuestras intenciones.

Si miramos hacia el año que acaba, uno de los hitos más destacados que ratifica esta valoración general que he realizado, ha sido la confirmación de Gran Canaria como una de las sedes del Mundial de Fútbol 2030. Este reconocimiento es fruto del esfuerzo conjunto de instituciones y hombres y mujeres que han trabajado incansablemente para situar a nuestra isla en el mapa global. El estadio de Gran Canaria será renovado para este evento, con una infraestructura moderna y sostenible que estará a la altura de las exigencias internacionales. Las obras empezaran en el nuevo año que comienza dentro de pocos días. Más allá del impacto económico que supondrá para el turismo y el comercio local, el Mundial será una oportunidad para mostrar al mundo los valores de hospitalidad, diversidad y excelencia que definen a nuestra comunidad. Se iniciarán, igualmente, las obras del nuevo Centro Insular de Deportes.

Otro logro destacado es el avance en el proyecto Salto de Chira, una iniciativa clave para nuestra transición energética y la lucha contra el cambio climático. En el 2025 veremos entrar el agua a las presas. La próxima inauguración de la desaladora asociada al proyecto representa un paso firme hacia la seguridad hídrica y la soberanía energética de Gran Canaria. El Salto de Chira es mucho más que una obra de ingeniería; es una declaración de intenciones sobre el tipo de isla que queremos ser: innovadora, sostenible y resiliente.

Gran Canaria ha reafirmado su liderazgo en materia de transición energética y ecológica, convirtiéndose en un referente a nivel nacional e internacional. El próximo año será clave para la eólica marina, que permitirá aprovechar los recursos naturales de nuestra isla con el fin de generar energía limpia y reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles. También la geotermia nos empezará a mostrar sus inmensas posibilidades en el año que está por empezar.

Acabamos de aprobar nuestra Estrategia para la Transición Energética y el próximo año tendremos la de Economía Circular. Estas acciones no solo protegen nuestro entorno natural, sino que también generan nuevas oportunidades económicas y empleos verdes. El compromiso de Gran Canaria con la sostenibilidad es claro: ser una isla que cuida su biodiversidad y garantiza un futuro habitable para las próximas generaciones.

En 2024 también hemos seguido avanzando en el desarrollo de infraestructuras sociosanitarias, que incluye tanto la creación de 2.000 nuevas plazas como la mejora de instalaciones existentes. Hemos caminado hacia un modelo que prioriza la dignidad y el bienestar de nuestras personas mayores y colectivos vulnerables. Este esfuerzo responde a una demanda histórica de nuestra sociedad, a la necesidad de dar una respuesta adecuada a la dependencia y refuerza nuestro compromiso de garantizar servicios públicos de calidad. En 2025 inauguraremos distintos centros sociosanitarios en la isla e iniciaremos otros tan importantes como el situado en el antiguo psiquiátrico o en las antiguas oficinas de la Seguridad Social. La atención sociosanitaria no es solo una política social, sino un acto de justicia y humanidad. Estos avances son posibles gracias a una gestión responsable y a la colaboración entre instituciones, que seguirá siendo clave para afrontar los retos del futuro.

En el ámbito cultural, el año 2025 nos pondrá a las puertas de la inauguración del Museo de Bellas Artes de Gran Canaria, conocido como MUBEA. Este espacio se convertirá en uno de los museos más importantes de Canarias, albergando una colección que reunirá lo más destacado de la excepcional producción artística canaria, enriqueciendo nuestra vida cultural y reforzando nuestra identidad como isla de creatividad y talento.

Pero el próximo año nos traerá muchos más grandes desafíos y oportunidades. Empezaremos con las expropiaciones para las obras del tren de Gran Canaria; iniciaremos las obras del nuevo edificio icónico y emblemático de Infecar, lo que nos hará ser el espacio ferial más importante de Canarias; empezará a funcionar el plató virtual, con la tecnología más puntera del estado español; pondremos la primera piedra del Radiotelescopio de Temisas, lo que nos hará estar presente en una red mundial de 80 radiotelescopios para hacer un seguimiento del calentamiento global; continuaremos impulsando el puerto de Taliarte como centro estratégico de la economía azul en esta isla e iniciaremos las obras de 63 viviendas de alquiler social en El Secadero.

Y si todo esto está siendo posible es gracias a que Gran Canaria está viviendo el periodo de estabilidad política y progreso más prolongado de su historia reciente. También los indicadores de creación de empleo son los más positivos desde la crisis económica de 2008. El proyecto de cambio ecosocial que ha propuesto el gobierno del Cabildo de Gran Canaria ha conseguido concitar el apoyo mayoritario de la ciudadanía de la isla y la colaboración de todos los ayuntamientos así como de las instituciones públicas y privadas convencidas de colaborar en este proyecto común.

En estas fechas, quiero invitar a todos los grancanarios y grancanarias a reflexionar sobre los valores que nos unen. La solidaridad, el respeto y la capacidad de superar adversidades son pilares que nos han llevado hasta aquí y que seguirán guiándonos en el futuro. Aunque los desafíos globales son inmensos, desde la crisis climática hasta las desigualdades sociales, estoy convencido de que Gran Canaria tiene la fortaleza y el talento necesario para afrontarlos con éxito.

La Navidad es también un momento para expresar gratitud. Agradezco a todas las personas que, desde diferentes ámbitos, contribuyen diariamente al bienestar de nuestra isla. Desde los trabajadores sanitarios y educadores hasta los agricultores y pequeños empresarios, cada esfuerzo cuenta y construye el futuro que deseamos.

Quiero desearles a todos y a todas unas fiestas de Navidad llenas de alegría y paz, rodeados de sus seres queridos. Que este año nuevo venga cargado de oportunidades, salud y éxitos para cada uno y cada una de ustedes y para nuestra isla. Juntos, seguiremos construyendo una Gran Canaria que sea motivo de orgullo para sus hombres y sus mujeres.

Antonio Morales Méndez. Presidente del Cabildo de Gran Canaria.

Nos encontramos a tan solo unos días de cerrar un año cargado de retos y desafíos que han marcado profundamente nuestra realidad. Este 2024 ha sido un período de grandes tensiones que nos obligan a hacer balance sobre lo vivido y, sobre todo, a reflexionar sobre lo que estamos haciendo y hacia dónde nos dirigimos. La crisis migratoria, la inestabilidad internacional y la urgente necesidad de afrontar la planificación territorial, demográfica y social en las islas han sido algunos de los temas que han dominado la agenda política y social

Sin lugar a dudas, uno de los mayores retos que hemos enfrentado ha sido la crisis migratoria. Este fenómeno ha puesto a prueba la capacidad de respuesta ante una emergencia humanitaria sin precedentes. Más de 5.500 menores migrantes han llegado a nuestras costas en busca de un futuro mejor, y la respuesta ha sido, lamentablemente, insuficiente. La política, atrapada en sus dinámicas partidistas y en un tablero que parece más enfocado en la lucha por el poder que en dar soluciones efectivas, ha demostrado su incapacidad para abordar la crisis migratoria con la seriedad y urgencia que la situación requiere. Este es un claro ejemplo de la ausencia de una política de altura, capaz de mirar más allá de los intereses particulares y poner por encima de todo el bienestar de la sociedad en su conjunto.

Pero no todo ha sido negativo. A pesar de las dificultades, hemos sido testigos de avances significativos en otros frentes. Uno de los más importantes ha sido la reflexión colectiva del futuro de Canarias, que hemos realizado sobre el Reto Demográfico, una meta que busca sentar las bases de lo que queremos para nuestra tierra en las próximas décadas. Los trabajos desarrollados desde el Parlamento de Canarias y las mesas de trabajo creadas por el Ejecutivo autonómico han sido pasos cruciales para definir una estrategia que nos permita afrontar con éxito los desafíos demográficos y sociales que se nos vienen encima. Este proceso, aunque no exento de dificultades, ha sido un ejercicio de unidad política, uniendo fuerzas para pensar y planificar el futuro de la región con un horizonte claro, en el que podamos crecer de manera equilibrada, garantizando la sostenibilidad de nuestros recursos naturales, culturales y patrimoniales, y la calidad de los servicios públicos esenciales.

En un contexto de incremento de la conflictividad bélica y la inestabilidad económica global, la situación de Canarias no ha sido ajena a los efectos de la crisis internacional. La prórroga de los Presupuestos Generales del Estado ha generado incertidumbre sobre lo que nos depara el futuro económico y sobre cómo se distribuirán los recursos necesarios para afrontar los retos de las islas. Aún así, debemos centrar nuestros esfuerzos en dar respuesta a la necesidad de vivienda; la reforma de la administración pública; la actualización del Sistema de Financiación Autonómica para atender al crecimiento demográfico y la planificación urbanística, territorial y de los recursos naturales como finalidades irrenunciables.

En el caso de La Gomera, a pesar de las dificultades, hemos mantenido el rumbo marcado. Nuestra isla ha logrado consolidarse como un modelo de desarrollo sostenible, equilibrado entre el progreso social y la conservación de nuestros valores naturales. El trabajo realizado en el ámbito energético, con un impulso decidido hacia las energías renovables, y la planificación para el aprovechamiento de los recursos hídricos, nos coloca a la vanguardia de la transición hacia un modelo económico más verde y justo.

A nivel social, hemos dado pasos importantes con el desarrollo de una red de centros sociosanitarios que ya comienza a dar frutos en San Sebastián. Este proyecto es un claro ejemplo de cómo la colaboración entre diferentes administraciones puede generar soluciones innovadoras. La atención a nuestros mayores, la apuesta por las familias y el apoyo a los niños y estudiantes siguen siendo pilares fundamentales de nuestra política social.

Y no podemos olvidar a los verdaderos motores de nuestra economía que siguen siendo el turismo, las pequeñas industrias y el sector primario. Autónomos, pequeñas y medianas empresas, que día a día generan empleo y riqueza en la isla. La Gomera es una suma de muchos elementos: ciudadanos comprometidos, instituciones cercanas y una tierra que, poco a poco, va demostrando su capacidad para adaptarse y prosperar.

Hoy, cuando echamos la vista atrás, es evidente que los esfuerzos realizados no han sido suficientes para responder a todos los retos que hemos tenido que afrontar, pero también es cierto que hemos recorrido un camino en positivo. Y es que, aunque los desafíos continúan, tenemos razones para ser optimistas. Podemos decir con orgullo que La Gomera sigue adelante, dando ejemplo de cómo la transformación social y económica es posible cuando se apuesta por las personas y por un modelo de desarrollo equilibrado.

El trabajo realizado hasta ahora ha sido el cimiento sobre el que construiremos el futuro. Pero debemos seguir añadiendo nuevos elementos para que nuestra isla, y Canarias en su conjunto, se conviertan en un referente mundial de sostenibilidad, solidaridad y progreso.

El 2025 será otro año de nuevas oportunidades. Solo con unidad, compromiso y una política que mire hacia el futuro, podremos garantizar lo mejor para nuestras islas y para todos sus habitantes.

Casimiro Curbelo. Presidente del Cabildo de la isla de La Gomera