
La popular y veterana emisora de radio "Radio faro del Noroeste" sigue su proyección hacia una mayor ampliación de su cobertura.
Las palabras nos llevan hoy hasta una orilla en el tiempo. Y lo hacen en volandas. Literalmente. Y comprenderán el porqué. El Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM) del Cabildo de Gran Canaria acaba de inaugurar la exposición ‘Martín Chirino. Crónica del siglo’. La muestra escribe sus primeros renglones con el salitre de la playa de Las Canteras, cuando Martín Chirino contempló al viento jugar con la arena y la espuma. De ahí surgió el atrevimiento de hacer visible lo invisible. Fue un acto creativo de la imaginación humana reservado a los artistas llamados a ver más allá del horizonte. Gracias a su visión, nuestra mirada también es transportada a lugares que, de otro modo, jamás habríamos alcanzado
No es una inauguración cualquiera. A partir de ese momento, e incluso a puerta cerrada, el CAAM quedó felizmente expuesto a ser recorrido por el viento. Quedaron las salas al recaudo de las emblemáticas espirales que han pasado a formar parte de nuestro imaginario colectivo y que son una insignia artística de alcance internacional. Y hasta es posible que las criaturas aéreas del maestro alcen realmente el vuelo en la intimidad de la noche, cuando nadie observe, obteniendo así una visión general del asombroso mundo creativo del que forman parte.
La retrospectiva que el cabildo, a través de su CAAM, dedica al escultor, en el centenario de su nacimiento, se enmarca en la labor del museo para difundir el legado de artistas fundamentales del arte contemporáneo en Canarias y, en este caso, también en el contexto nacional e internacional, territorios donde Chirino ocupa un lugar preeminente.
Esta exposición abarca cinco décadas de trayectoria y revela la coherencia de quien creó todo un universo mientras sus pies, junto a su memoria, seguían en la ribera oceánica original, en permanente contacto y diálogo con el Atlántico, la ancestral cultura canaria y los lazos africanistas y tricontinentales que enhebran la identidad del archipiélago.
La propuesta expositiva plantea una revisión histórica de su trabajo a través de una selección de un total de 74 obras de distintos formatos, además de una parte de su archivo bibliográfico y documental. Incluye también una selección de sus dibujos, bocetos, collages y dos obras audiovisuales creadas expresamente para esta exhibición.
La retrospectiva permite a las personas que la visitan contemplar la vitalidad del trabajo de Chirino y la enorme coherencia de su imaginario creativo, desde un planteamiento museográfico cronológico que abarca todas las series escultóricas que creó a lo largo de su medio siglo de trayectoria profesional.
Las piezas que conforman ‘Crónica del siglo’ proceden de un total de 25 colecciones privadas y de instituciones públicas españolas, como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el Instituto Valenciano de Arte Moderno, el IVAM, el Museo Patio Herreriano, el Museo de Arte Abstracto de Cuenca, el Museo de Arte Contemporánea Vicente Aguilera Cerni de Vilafamés o el TEA Tenerife Espacio de las Artes. Este hecho habla por sí mismo de la relevancia y admiración alcanzadas por la obra de Chirino.
Tengo que destacar que la exposición posee un carácter marcadamente didáctico, al incorporar en las distintas salas una selección de frases del artista alusivas a su obra o en textos de carteles explicativos que contextualizan su trabajo y su medio siglo de producción artística. Y este acento no es casual. Es un afán. Queremos mantener vivas las enseñanzas del autor y convertirlas en ejemplos de ciudadanía, de valentía artística, política y social. Estoy convencido de que esta exposición nos ayudará a forjar nuestros esfuerzos mientras contribuimos a situar su memoria en el lugar que merece, en lo más alto, donde vuelan inmóviles pero eternas, majestuosas e imparables, sus aeróvoros.
La solidez y la autenticidad de la obra de Chirino son fruto de su genio, pero nos hablan también de la firme verdad de quien supo transformar en arte y proyecto vital los sonidos de su infancia, aquella orquesta de yunques y martillos en el astillero, y que también asumió como parte de sí mismo la luz de su isla, el alisio y las referencias simbólicas a su tierra y su tradición milenaria.
Sin embargo, resulta ingenuo pensar en él como un alquimista ensimismado al borde del Atlántico mientras respira el aire que se convierte en hierro tras pasar por su poderoso pulmón creativo. Siempre quiso mover la orilla, llevarla más allá de la línea del horizonte, como así consiguió gracias a su talento. Le impulsaba a ello su vocación cosmopolita, su vasta cultura y su admiración por el mundo clásico desde la modernidad, como bien nos ilustra el magnífico equipo que ha hecho posible esta exposición.
Isla y horizonte. Raíz y cielo. Son algunos de los conceptos esenciales con los que Chirino forjó su trayectoria. Al mismo tiempo, nos hacen pensar en la esencia de lo que son y han sido Gran Canaria y Canarias a lo largo de su historia. Y, desde luego, su ejemplo como manera atlántica de estar en el mundo nos ha ayudado a fraguar algunas de las mejores manifestaciones de la moderna sociedad isleña.
La cultura canaria que compartimos tuvo en Martín un liderazgo relevante que ejerció desde aquel Manifiesto de El Hierro que expresó un grito de libertad y vanguardia justo cuando amanecíamos a la democracia y al autogobierno. Y hoy resuena con nueva energía para alumbrarnos un presente tan necesitado como entonces de valentía y compromiso.
Su función como faro guio a una nueva generación de creadores y creadoras en los años setenta y alumbró rutas de compromiso político con las libertades y de lucha contra la dictadura. Esta herencia es una espiral que nos trae el aliento del Chirino comprometido, por supuesto también con la promoción de la cultura como vía para la mejora social en las Islas. Una clara muestra de esta implicación es el propio CAAM, del que fue fundador y primer director.
Quiero compartir con ustedes algunas reflexiones de los comisarios de la muestra, profundos conocedores de la herencia que nos legó. Jesús María Castaño, además director de su Fundación, enfatiza que “la de Chirino es una obra poética, con ritmo y cierta musicalidad, que dota de alma a sus piezas. Él siempre reivindicó la elegancia y la belleza. Tuvo hambre de belleza y se mantuvo fiel a su compromiso con la historia”.
Fernando Castro Flórez apunta que “a través de sus obras penetramos en la experiencia radical de la modernidad, contemplamos una impresionante proyección espacial, con pliegues y repliegues de una hermosa modulación que torna ligero lo pesado, en una búsqueda del origen que mantiene abierta la esperanza”. El mensaje, y la mera evocación de la esperanza en estos tiempos de incertidumbre y avance de las sombras, nos conforta e hincha nuestras velas de los vientos necesarios para resistir, evitar el naufragio y avanzar.
Deseo que esta exposición, en realidad toda la programación del centenario, nos haga llegar toda la pasión por la libertad y la creación que Chirino transmitió en toda su obra y en toda su vida. En tiempos de incertidumbre y de riesgos democráticos el arte de nuevo puede y debe ser fuente de resistencia y de esperanza.
De la mano de Chirino conviven bajo un mismo techo nuestros sueños y nuestros orígenes. Y también lo hacen el instante y la eternidad. Por eso están abiertas de par en par las puertas y ventanas del museo, para que entren los vientos forjados del artista. Y precisamente por este mismo motivo no encuentro otra manera de cerrar este espacio compartido que invitarles desde aquí a disfrutar de esta agitadora y ensoñadora crónica del siglo.
Antonio Morales Méndez. Presidente del Cabildo de Gran Canaria.
El 4 de noviembre de 1925 se detuvo de pronto el aire en Santa Brígida. Aquella noche, la luna mantuvo su curso menguante. Incluso podría decirse que todo siguió igual. Pero no fue así. Aquel día se apagaron los pulmones y el corazón de Alonso Quesada. Y en el mismo instante comenzó a respirar la eternidad de su legado humano y literario. El rastro de ese aliento sobre el cristal de la memoria es precisamente el que nos convocó entre los libros de la Librería del Cabildo para anunciar los actos que, con motivo del centenario de su marcha, promovemos desde el Gobierno de la isla
No se vieron alterados los acontecimientos cotidianos e íntimos como los que retrató en sus magistrales ‘Crónicas de la ciudad y de la noche’, habitadas por noctámbulos, panaderos, seres envueltos en el misterio que desaparecen entre las sombras y farolitos de luces anémicas, en irónico contraste con el resplandor creciente en el que se ha convertido la obra del escritor grancanario un siglo después de su muerte.
Es quizás la paradoja que aguarda a las personas destinadas a permanecer en el tiempo, incluso aunque abandonen la vida demasiado pronto.
No tuvo Alonso Quesada, seudónimo de Rafael Romero Quesada, una vida fácil. La temprana muerte de su padre hizo recaer sobre él el peso de sacar adelante a la familia. Desarrolló su vida en su ciudad de nacimiento, Las Palmas de Gran Canaria, donde fue, en palabras de la catedrática Yolanda Arencibia, un “eterno disidente”, con una combinación de actitud crítica y compromiso que es, igualmente, un faro que haríamos bien en no perder de vista en estos tiempos de tormenta, pero donde también nos acechan la inacción y la amnesia social. Precisamente por eso necesitamos mantener a flote el mensaje de autores y autoras capaces de agitar conciencias.
En este sentido, Alonso Quesada es uno de los escritores más importantes de la literatura canaria, como mostró en sus facetas de poeta, narrador, dramaturgo y periodista, con su estilo a la vez existencial e irónico. Era capaz de navegar con soltura por las aguas más profundas, remando entre los acontecimientos cotidianos, donde encontraba la verdad que continúa revelando su obra.
Su extraordinaria sensibilidad, su vocación universal, su amplia cultura, su aguda mirada de cernícalo sobre la realidad -desde el amplio cielo de su universo literario- y su conocimiento de las intimidades del paisaje humano hicieron posible que levantara todas las anclas. De este modo, ni tan siquiera las dificultades ni las amarguras pudieron impedir que Alonso Quesada se convirtiera en uno de los grandes renovadores de las letras en el archipiélago.
Un siglo después de que se fuera el hombre y ocupara su lugar la eternidad del poeta, el Cabildo de Gran Canaria, a través de la Consejería de Cultura, impulsa un amplio programa de actividades que se desarrollará en los diferentes equipamientos culturales de la institución insular con el objetivo de reivindicar el valor de la palabra y su poder transformador. El programa involucra a la Biblioteca Insular de Gran Canaria, a la Casa-Museo Tomás Morales, al Centro de Cultura Audiovisual, al Servicio de Ediciones, a la Sala Insular de Teatro, a la Librería del Cabildo y al Teatro Cuyás.
Desde hace medio siglo, la institución insular ha difundido el legado del escritor de diversas formas, adquiriendo también su biblioteca y archivo personal, que se conservan en la Biblioteca Insular. Y esta labor abarca, por supuesto, la publicación del patrimonio bibliográfico a través del departamento de Ediciones del Cabildo de Gran Canaria, una editorial pública que presentó la primera edición facsímil de su obra teatral ‘La umbría’ en 1974 y, posteriormente, publicó sus ‘Obras Completas’ (en 1976 y 1986) así como la Biblioteca Alonso Quesada (2012) y los nuevos facsímiles de ‘El lino de los sueños’ (2015) y ‘La umbría’ (2022).
En el marco de este centenario, y con el mismo objetivo de preservar la memoria de Quesada y mantenernos fieles al compromiso en la difusión de su obra, presentaremos nuevas ediciones de sus textos, incluyendo material inédito, como es el caso de la pieza teatral ‘Doña Juana y sus hijos’. Quiero destacar también la instauración del premio de teatro que llevará su nombre.
Este gran árbol creativo a partir de las inspiradoras raíces de Quesada se ramificará también en exposiciones, documentales, rutas urbanas, representaciones teatrales, conciertos, talleres de rap, o actividades divulgativas, algunas de ellas dirigidas de manera especial al público más joven. Porque todo lo abarca y todo lo permite el infinito Alonso.
Todo ello, sin duda, obedece a una de las principales líneas de actuación del Cabildo por medio de su Consejería de Cultura: la transmisión de la centralidad de la lectura, la escritura y el uso de la palabra en la formación de una ciudadanía libre. Esta programación, a la altura de la importancia de un escritor sobresaliente, desea ser también un espacio abierto para la colaboración con otras instituciones, y con otros actores de la vida cultural del archipiélago, a quienes animamos a mostrar sus propuestas e iniciativas que proyecten al futuro el legado de Quesada y contribuyan al esfuerzo solidario para crear una ciudadanía libre.
Y precisamente en estos momentos, cuando una tecnocracia de tintes autoritarios aspira a gobernarnos con algoritmos que dejan de lado el respeto a la verdad o a los valores que enaltecen a las sociedades basadas en los principios democráticos, necesitamos mirarnos en espejos que nos reflejen tal y como somos, mostrando a la vez las luces y los rincones oscuros del alma, en lugar de idiotizarnos y distorsionar la realidad de manera intencionada.
Sumamos con estos argumentos nuevas y sobradas razones para declarar Hijo Predilecto de Gran Canaria a Alonso Quesada y, también, como Hija Predilecta a Pino Ojeda, como anunciamos el pasado viernes y como haremos oficial en el acto que tendrá lugar el próximo 14 de marzo con motivo del 112 aniversario del Cabildo. La elección de Alonso Quesada como protagonista del Día de las Letras Canarias es, desde luego, una decisión que avalamos y que nos alegra.
Será lo justo y lo necesario, porque las palabras de Alonso y de Pino fueron escritas en otra época. Sin embargo, nunca fueron pasado, porque nacieron para sonar siempre actuales, para emocionarnos y mantenernos alerta en el presente, como se demuestra cuando leemos sus textos. Ocurre lo mismo con Tomás Morales, cuya herencia cuidamos, estudiamos y difundimos en la casa-museo. O con Saulo Torón, del que conmemoramos el pasado año el 50 aniversario de su adiós con la edición de las ‘Conversaciones noveladas’.
Y así es. Mantenemos vivo el diálogo con quienes ensancharon los límites de nuestras reflexiones y sentimientos. Lo hacemos con la fe depositada en el verbo, agarrados a los restos del naufragio, los mismos a los que se aferró el propio Quesada en ‘El lino de los sueños’, cuando dejó que un rayo luminoso encendiera las aguas de su agitado océano para proclamar que su alma tendía sobre el mar dorado una esperanza de mejores tiempos. Reviviendo sus versos, obramos el milagro y retoma el aire su movimiento, batiendo con un viento a la vez pretérito y fresco la arboleda del pensamiento.
ECCA, una institución emblemática en el ámbito de la educación popular en Canarias, ha sido desde su fundación en 1965 un faro de esperanza y progreso para miles de personas. Su labor ha quebrado las barreras geográficas, sociales y económicas para llevar la educación a los rincones más apartados del archipiélago y democratizar así el acceso a la educación. A lo largo de su historia, ECCA ha demostrado un compromiso inquebrantable con la innovación educativa y la inclusión social, adaptándose a los cambios tecnológicos y sociales sin perder de vista su misión original: formar personas libres, críticas y comprometidas con su entorno
Nació en un contexto en el que la educación formal era un privilegio al que pocas personas podían acceder, especialmente en las zonas rurales y entre los sectores más desfavorecidos de la población. Su fundador, el jesuita Francisco Villén Lucena, entendió que la radio, un medio de comunicación masivo y accesible, podía ser una herramienta poderosa para llevar la educación a quienes más lo necesitaban. Así, desarrolló un sistema educativo único, basado en la combinación de clases radiofónicas, materiales impresos y tutorías presenciales, que permitía a los estudiantes aprender a su propio ritmo y desde sus hogares.
Debemos recordar que la educación canaria sufrió un retraso doloroso durante la dictadura y al iniciarse la transición democrática las cifras de escolarización, de abandono escolar,de oferta educativa nos situaban con un retraso de décadas en comparación con las comunidades españolas más avanzadas. Radio ECCA vino a compensar aquel abandono y ha cumplido un papel amortiguador de la desigualdad de oportunidades de enorme importancia.
Este modelo, conocido como el Sistema ECCA, revolucionó la educación a distancia en España y se convirtió en un referente internacional. No solo facilitó el acceso a la educación básica y profesional a los adultos, sino que también promovió la alfabetización y la formación en valores cívicos y sociales. A través de sus programas, Radio ECCA ha contribuido a reducir las tasas de analfabetismo en Canarias y ha empoderado a miles de personas, especialmente mujeres, que encontraron en la educación una vía para mejorar sus condiciones de vida y participar activamente en la sociedad.
Uno de los aspectos más destacables de ECCA ha sido su capacidad para reinventarse y adaptarse a los cambios tecnológicos y sociales. En sus inicios, la radio fue el medio principal para difundir sus programas educativos, pero con el paso del tiempo, la institución ha incorporado nuevas tecnologías para ampliar su alcance y mejorar la calidad de su oferta formativa. Con la introducción de cassettes y vídeos en los años 80 hasta llegar a la creación de plataformas digitales y aplicaciones móviles en la actualidad, ha sabido mantenerse a la vanguardia de la innovación tecnológica.
En los últimos años, la institución ha dado un salto cualitativo con la implementación de metodologías de aprendizaje en línea y blended learning, que combinan lo mejor de la educación presencial y a distancia. Esto ha permitido a la actual ecca.edu llegar a un público más amplio y diverso, incluyendo a jóvenes que buscan una formación profesional y a personas mayores que quieren mantenerse activas y seguir aprendiendo. Además, ha desarrollado programas específicos para colectivos vulnerables como inmigrantes, personas con discapacidad y desempleados, demostrando una vez más su compromiso con la inclusión y la justicia social.
En 2023 dio un paso más en su proceso de transformación con la creación de dos fundaciones independientes: la Fundación Radio ECCA, dedicada a la acción social, y la Fundación Canaria Educación y Cultura, enfocada en la actividad educativa. Esta reconversión responde a la necesidad de especializar y optimizar sus recursos para afrontar los retos del siglo XXI, sin perder de vista su misión fundacional. La separación de lo social y lo educativo permite a ambas fundaciones centrarse en sus respectivos ámbitos de actuación y desarrollar estrategias más eficaces para cumplir sus objetivos. Por un lado, la Fundación Canaria Educación y Cultura se encargará de seguir innovando en el campo de la educación a distancia, adaptando sus programas a las demandas del mercado laboral y las necesidades de la sociedad canaria. Por otro lado, la Fundación Radio ECCA continuará trabajando en proyectos de acción social, promoviendo la igualdad de oportunidades y la cohesión social en las islas.
Esta reconversión no supone una ruptura con el pasado, sino una evolución natural de una institución que siempre ha estado atenta a las necesidades de su entorno. Refuerza el compromiso de ECCA con la educación y el bienestar de las personas, garantizando que su legado perdure en el tiempo y siga siendo un referente en el ámbito de la educación popular. Su aportación a la educación popular en Canarias es incalculable. A lo largo de casi seis décadas, ha formado a más de dos millones de personas, contribuyendo a su desarrollo personal y profesional y, por ende, al progreso de la sociedad canaria en su conjunto. Su modelo educativo ha sido replicado en otros países de América Latina y África, demostrando que la educación es una herramienta poderosa para transformar vidas y construir un mundo más justo y equitativo.
El Cabildo de Gran Canaria ha valorado permanentemente su proyección socioeducativa y ha estado siempre a su lado aportando recursos y apoyo institucional para que los objetivos decisivos que promueve lleguen a cada una de las grancanarias y grancanarios que lo solicitan. Pero más allá de los números, lo que realmente define a ecca.edu es su espíritu de servicio y su capacidad para conectar con las personas. Detrás de cada programa, de cada clase radiofónica, de cada tutoría, hay historias de superación, de esfuerzo y de esperanza. Historias de personas que, gracias a Radio ECCA, han podido cumplir sus sueños y mejorar sus condiciones de vida.
En un mundo cada vez más globalizado y tecnológico, el papel de instituciones como ECCA es más importante que nunca. La brecha digital, la exclusión social y las desigualdades educativas siguen siendo desafíos urgentes que requieren soluciones innovadoras y comprometidas. Ecca.edu con su larga trayectoria y su capacidad para adaptarse a los nuevos tiempos, está llamada a seguir liderando este esfuerzo. En un momento en el que la sociedad canaria se enfrenta a múltiples desafíos, desde el desempleo juvenil hasta la crisis climática, ecca.edu sigue siendo un faro de esperanza y un motor de cambio. En definitiva, es mucho más que una institución educativa: es un símbolo de resistencia, de innovación, de compromiso y de solidaridad.
Antonio Morales Méndez. Presidente del Cabildo de Gran Canaria.
Este año llegamos a FITUR con las lluvias que dejó en Madrid la borrasca Garoé, la primera bautizada con un nombre aborigen canario. Dentro de los pabellones de IFEMA se movía un río de miles de personas, integrantes de delegaciones llegadas de todos los rincones del mundo para participar en las sesiones profesionales. Resulta difícil no dejarse arrastrar por la inercia de una cita que históricamente desemboca en otra lluvia, en este caso de cifras. Expectativas de más visitantes, beneficios, macroresultados económicos, conexiones aéreas, plazas alojativas…
Me ha llamado la atención el auge de discursos vinculados a la importancia de que el turismo se dirija hacia su propia sostenibilidad. Lo he escuchado por boca de representantes públicos de destinos internacionales y nacionales, y también dentro de nuestro archipiélago. Quiero pensar que estas declaraciones suponen el indicio de un cambio de rumbo. Aunque tengo mis reservas, además del temor de que en ciertos casos se trate de una variante más de lo que ahora conocemos, según su popularizada denominación en inglés, como greenwashing, es decir, la falsa promesa de un compromiso medioambiental y social envuelta en buenas palabras. El gato por la liebre del refranero de siempre.
Por sí mismas, a las palabras se las lleva el viento. Solo mantienen su sentido cuando van de la mano de hechos y estrategias encauzadas a modificar la realidad. De lo contrario, se abre un abismo entre lo que se dice y lo que se hace por el que desaparecen la coherencia y la esperanza de un cambio real. Y, sinceramente, entre lo que he oído, visto y leído estos días, pasada una semana del cierre de FITUR 2025, compruebo la existencia de profundas lagunas entre lo que se pregona y lo que se lleva a la práctica, como pantanos que desprenden el aroma del oportunismo.
No es el caso de las líneas de acción en las que lleva embarcado una década el Cabildo, que engloban un golpe de timón turístico para mejorar la travesía de quienes comparten proyectos e ilusiones en Gran Canaria. Por eso quise aprovechar mi presencia en FITUR para que la firmeza de la voz de la isla se escuchara con claridad dentro del gigantesco coro, como una contribución al debate y aunque a alguien le pudiera resultar disonante. De hecho, ahí reside su valor. Sé que existen muchas sensibilidades, pero es necesario que las discutamos y busquemos fórmulas para aproximarnos, huyendo del cortoplacismo y la negación de que estamos ante un cambio de paradigma.
Hemos vivido procesos parecidos con el cambio de modelo energético o con la necesidad de hacer frente al calentamiento global. Afortunadamente, las posiciones se han ido aproximando, aunque siempre nos encontraremos con negacionistas, retardadores que priorizan aspectos menos significativos y dilatan las soluciones o los catastrofistas que aseguran que ya nada se puede cambiar. En este lado están los que dicen que nada se debe cambiar y se instalan en el inmovilismo y los que señalan que nada se puede cambiar y se anclan en la turismofobia.
Las macrocifras del turismo son contundentes. Estamos ante una actividad que mueve el 9% del PIB mundial (en España un 13% y en Canarias un 35%) y del que depende uno de cada doce empleos en el planeta, principalmente ocupados por mujeres. Además, se trata de un sector económico que impulsa el desarrollo de países menos avanzados y favorece el diálogo y la cooperación entre culturas. Asimismo, el derecho a las vacaciones anuales retribuidas está regulado en diversas normas internacionales. También a moverse libremente.
Existen múltiples modalidades de turismo, pero, entre otras razones, con el auge de los vuelos y servicios de bajo costo, y las ansias de romper con el aislamiento que supuso la pandemia, ha surgido el fenómeno de la masificación. Incluso en los lugares más sorprendentes o peligrosos podemos encontrar colas de personas. Y Canarias figura entre los destinos líderes del turismo en el mundo y eso es debido a una gran cantidad de personas, empresas y organismos que hacen posible la excelencia de nuestra oferta. Pero no nos podemos dormir en los laureles.
El turismo hunde sus raíces en nuestra historia y es parte de nuestra identidad. Y a partir de esa realidad, hemos de esforzarnos por conseguir que responda a nuestras necesidades y no profundice en las desigualdades, la animadversión social o en el impacto negativo en los recursos naturales o de servicios, porque determina nuestras vidas. Este año se cumple medio siglo desde la creación del Patronato de Turismo. Durante cinco décadas, el Cabildo ha servido de soporte a la promoción de la isla y a las empresas del sector. Hoy la gobernanza de los destinos está en cuestión. El pacto social está en crisis y no podemos dejar que se deteriore más.
En estos cincuenta años, el turismo se ha profesionalizado y estructurado de manera considerable. Pero también hemos visto crecer el descontento de sectores de la población que lo culpan de déficits sociales y medioambientales y plantean cambios. Por ello, debemos recuperar la implicación de la sociedad para consolidar un modelo de turismo más sostenible y rentable, que contribuya al progreso, a la diversificación de la economía, a una mayor igualdad social, a la protección del medio natural y sus recursos y a una mayor distribución de sus beneficios.
Tenemos que reflexionar sobre la calidad de los empleos y sobre la adecuación de los salarios a los beneficios. Le correspomde, nos corresponde, a instituciones públicas, operadores turísticos y sus organizaciones representativas, sindicatos y sociedad civil organizada, representante de distintas sensibilidades. Y sería un error hacerlo desde el enfrentamiento aunque tengamos posiciones distintas. Lo cierto es que existe un malestar, aunque no se manifiesta igual en todas las islas. En realidad, estamos ante dos situaciones bien distintas, con un crecimiento desorbitado de la población en cuatro islas y un decrecimiento o estacionamiento en las restantes.
Y es que la imposibilidad de poder acceder a una vivienda asequible, la gentrificación, las molestias por la saturación de servicios e infraestructuras, las restricciones de agua o la preocupación por el deterioro de espacios naturales y playas por un afán expansionista sin control que se está dando en algunas islas, son cuestiones que afectan a una mayoría social al margen de ideologías. Y lo más importante, y que creo que está en el núcleo central de las movilizaciones, es que se ha dejado de percibir que el crecimiento turístico sin límite sea la vía para aumentar los ingresos y el bienestar de la sociedad canaria en su sentido más amplio. En realidad, tal y como señalaba la ZEC hace unos días, el 55% de la renta turística acaba escapando a terceros países, se va de las islas.
Y los datos parecen señalar que existen razones para ello. En el año 2000 llegaron a las islas Canarias 9.975.977 turistas, 14,6 millones en 2022, 15 millones en 2023 y en 2024 casi 18 millones. Pues bien, en el año 2000 la renta per cápita en Canarias era de 20.703 euros y en 2021 fue de 18.990 euros y, según datos de Eurostat, este año ha vuelto a bajar. Es decir, en estas dos décadas hemos visto incrementarse la llegada de visitantes en un 50% y aun así hemos perdido 1.700 euros de renta per cápita. Somos la segunda comunidad española con más pobreza pese a que la evolución del PIB canario ha sido similar a la del conjunto de España. Sin embargo, el aumento desproporcionado de población -ligada al desarrollo turístico- ha provocado el brusco descenso del PIB per cápita.
Ahora bien, dicho esto creo que para afrontar los problemas adecuadamente debemos tener en cuenta dos cuestiones: no todos los problemas que se señalan son consecuencia directa del modelo turístico (aunque tenga influencia), y existen, insisto, importantes contrastes.
La demografía no opera al margen de la estructura socioeconómica. Sin las oportunidades económicas vinculadas al turismo sería muy difícil que se hubiera producido este aumento poblacional, pero también es verdad que no todo el incremento poblacional se debe al turismo. Pertenecemos a un territorio con unas condiciones privilegiadas que lo hacen atractivo para muchos europeos que tienen libertad de circulación. En los últimos 25 años, el crecimiento en Tenerife ha sido de un 31%, de un 70% en Lanzarote, casi de un 100% en Fuerteventura y en Gran Canaria de un 15%. De ahí la necesidad imperiosa de buscar vías para frenar la llegada de nuevos residentes. Hablo de una Ley de Residencia.
Hay muchos aspectos de nuestro modelo de desarrollo, que tiene al turismo en el centro, que necesitan ser revisados. Hoy somos más pobres que hace dos décadas, a pesar de haber doblado el número de turistas, y el incremento de la población está situando al límite nuestra capacidad para proveer servicios esenciales a la ciudadanía. Urge mejorar la calidad del destino, haciéndolo más sostenible y generando servicios de alto valor añadido vinculados a la cultura, la gastronomía, al sector primario y al medio ambiente que puedan ser provistos por actores locales.
La regulación de los usos de la vivienda -especialmente la de uso vacacional de grandes tenedores en el conjunto del territorio- se hacía altamente necesaria y se están dando los pasos para ello. Pero ahora mismo el impacto es brutal. Es preciso también limitar la compra de viviendas por personas extranjeras, poner barreras al crecimiento incontrolado y arbitrario de los precios del alquiler, poner en uso las más de 200.000 viviendas vacías en Canarias y construir vivienda pública, porque no se ha hecho en décadas. También regular el encarecimiento del coste de la vivienda e impedir la turistificación de barrios enteros que echa a las familias de sus casas de siempre. Defiendo igualmente una Ecotasa finalista que ayude a corregir y paliar estos efectos. Y debe plantearse una propuesta homogénea para toda la Comunidad canaria. Al margen de que cada isla administre su realidad concreta.
El turismo debe contribuir en mayor medida a romper desigualdades. La dignificación, la cualificación, la mejora de las condiciones de trabajo y el aumento de los salarios harían posible una mayor integración de los hombres y mujeres de nuestra tierra en la industria turística y harían menos necesaria la incorporación de personal foráneo. Somos también la segunda comunidad con los salarios más bajos. Estoy convencido de que esta es la mejor manera de mejorar la productividad de la que siempre se culpa al trabajador. Igualmente, el sector también debe integrarse de una manera efectiva en la sociedad adquiriendo un mayor compromiso de responsabilidad empresarial, social y económica.
En Gran Canaria avanzamos con el modelo de Ecoísla. Con él ofrecemos verdad, resultado y compromiso. Esta sostenibilidad integral supone también un atractivo para visitantes con mayor conciencia medioambiental. En cualquier caso, se trata de repensar estructuras e ideas preconcebidas para afrontar nuevos retos y nuevos tiempos, cuando ya no existen árboles sagrados como el Garoé pero crece la necesidad de que germine y se expanda el cambio.
Antonio Morales Méndez. Presidente del Cabildo de Gran Canaria.
Gran Canaria se ha caracterizado históricamente por perseguir objetivos ambiciosos, acordar consensos sociales para alcanzarlos y mostrar coraje y determinación para superar dificultades y resistencias. Esto es lo que nos está ocurriendo con la construcción del Salto de Chira en el barranco de Arguineguín, que es la gran apuesta para descarbonizar la producción de energía en la isla y disponer de más agua para mitigar los efectos de la sequía
El proyecto de Salto de Chira simboliza la capacidad de la sociedad grancanaria para definir las necesidades y prioridades que debe resolver a corto y medio plazo y acometer una estrategia eficaz que permita que sea realidad en el menor tiempo posible. Cuando el pasado viernes hacíamos una primera visita a las obras de las instalaciones de la central hidroeléctrica en el barranco de Arguineguín, los representantes sociales que habíamos invitado a acompañarnos, lo que destacaban, además de la trascendencia de las actuaciones, es que no era un proyecto sino una realidad. No anunciábamos previsiones, comprobábamos certezas, actuaciones, obras en marcha con un ritmo profesional y responsable por delante de los plazos establecidos.
Los avances sociales nunca son resultado de la casualidad. El gran proyecto de Salto de Chira que va a definir el futuro energético e hídrico de nuestra isla, nos habla de una sociedad madura que ha sabido articular todas las decisiones para que una actuación de unos 600 millones de euros, progrese hoy en medio de unos de los parajes más hermosos de la isla de Gran Canaria. Se desarrolla con respeto y en diálogo con ese paisaje único que nos identifica y que se engrandece al acoger una Central que nace para que Gran Canaria avance con paso firme hacia la descarbonización y la ruptura de la dependencia de los combustibles fósiles. También nos permitirá disponer del agua que necesitamos para combatir una sequía que nos desertiza. Y estamos interviniendo en este paraje natural con la mayor actuación medioambiental de estas características realizada en Canarias. A lo largo de más de 17 kilómetros se elimina toda la flora invasora y se incorporan, regenerando el medio, más de 14.000 plantas endémicas.
Para llegar a donde estamos se han conjuntado una serie de factores que de nuevo permiten a nuestra isla liderar un reto decisivo para nuestra supervivencia en las próximas décadas. La alta conciencia medioambiental de una parte significativa de la población está detrás de esta iniciativa. La conciencia ciudadana nos empuja a los responsables públicos a buscar alternativas técnicas y presupuestarias para que lo que es urgente sea viable. Y, además, la expresión pública de ese sentir colectivo permitió que en los momentos de debate y de contestación por otros sectores, se impusiera un sentir mayoritario por la sostenibilidad y la adaptación al cambio climático. Tenemos que seguir contribuyendo a que esa conciencia medioambiental se generalice y consolide en todos los sectores de nuestra sociedad.
Y quiero destacar también el valor de la política, justo en unos tiempos en que se pretende denigrar y desvalorar la importancia de lo público, de las instituciones democráticas y de los que ejercemos la representación institucional. Desde el Cabildo de Gran Canaria hemos tomado decisiones trascendentales para que Salto de Chira esté avanzando como lo está haciendo: en primer lugar, seleccionando la transición energética y la seguridad hídrica como dos prioridades estratégicas de nuestra acción de gobierno. En segundo lugar, poniendo a disposición del proyecto el enorme patrimonio hidráulico insular de carácter público que constituyen las presas de Chira y Soria, que son fruto de una visión histórica de nuestros antepasados. Y en tercer lugar, cuando heredamos del gobierno anterior un proyecto de generación que se realizaba con energías fósiles, con el impagable asesoramiento de nuestros técnicos del Consejo Insular de Aguas y de Red Eléctrica de España optamos por una Central Hidroeléctrica de almacenamiento que nos va a permitir disponer de energías limpias así como garantizar al menos un 50% de utilización de renovables en la isla, porque se podrán almacenar, reduciendo de golpe un 20% las emisiones de CO2.
Lo importante de decidir desde Canarias, en este caso desde Gran Canaria, es que sabemos cuáles son nuestras urgencias. Y si necesario es descarbonizar la producción energética y avanzar hacia la ruptura de la dependencia de los combustibles fósiles, conseguir agua para nuestra agricultura y ganadería es igual de decisivo. Y por eso, se ha incorporado en la concesión a Red Eléctrica que el Cabildo dispondrá de 750.000 m3 anualespara su distribución en las cuencas deTunte, Mogán, Tejeda y Artenara. Y con la misma sensibilidad se solicitó y consiguió que la financiación íntegra de las obras corriera a cargo del Estado por la trascendencia que va a tener en la reducción del costo de la generación eléctrica en las islas: 122 millones de euros.
Es fácil comprender que estamos ante una obra de una enorme complejidad técnica, económica, administrativa, medioambiental, financiera y política. De aquí que los riesgos de que la iniciativa descarrilara han sido enormes. Por eso, es de justicia la mención y el agradecimiento especial a tres entidades que están impulsando la ejecución y la implementación rigurosa del plan de construcción: el Consejo Insular de Aguas de Gran Canaria con sus técnicos volcados y disponibles las 24 horas del día, Red Eléctrica de España que está demostrando una profesionalidad y sensibilidad con nuestra tierra extraordinarias, cumpliendo y resolviendo todas las incidencias que se producen y los servicios transversales del Cabildo que asesoran y tramitan el complejísimo expediente que exige información jurídica, fiscalización y conformidad de los órganos competentes.
Con la finalización de la Central en 2027 habremos dado un paso trascendental para ganar la batalla de la adaptación al cambio climático, pero además aportará a la imagen de la isla el valor añadido de que vamos en serio hacia una ecoísla en un momento en el que las personas que nos visitan tienen una enorme sensibilidad medioambiental y demandan una isla alineada con los principios de desarrollo sostenible a alcanzar en 2030. La isla se revaloriza y reafirma la singularidad que aumenta su atractivo. Tienen razón quienes afirman que el desarrollo sostenible, además de imprescindible, es rentable.
Asistimos a un enorme éxito colectivo que justifica que nos sintamos orgullosas y orgullosos de participar y colaborar en el progreso de nuestra isla. Estamos en el buen camino y es verdad que no podemos relajarnos y bajar la guardia, ni con este proyecto, ni con el conjunto de retos con los que estamos comprometidos para responder a las exigencias sociales, económicas y culturales del siglo que avanza. Pero es justo que disfrutemos como sociedad de los progresos que protagonizamos.
Gran Canaria lidera, por el esfuerzo y la implicación de todas y de todos, las transformaciones que nos harán más soberanos energética, hídrica y alimentariamente. También el de la innovación en este campo, porque estamos ante un proyecto de estas características único en el mundo. Al comprobar las luces del camino, recuperamos fuerzas para proseguir la marcha con la enorme ilusión y confianza colectiva así como con el convencimiento de que constituimos una sociedad madura que de nuevo sabe elegir sus prioridades para, con realismo y resistencia, construir los proyectos indispensables y sostenibles, por ambiciosos que sean, como es en este caso el Salto de Chira.
Este lunes 20 de enero, Donald Trump asumirá por segunda vez la presidencia de los Estados Unidos. Su reelección representa un gran triunfo para la llamada “internacional reaccionaria”, un movimiento compuesto por diversas corrientes de derechas y extremas derechas —neofascistas, nacional-populistas, y ultraliberales, entre otros— que ponen en peligro pilares fundamentales de nuestras democracias. Entre estos se encuentran el Estado del Bienestar, los derechos de las mujeres y las minorías, así como el respeto a la legalidad internacional.
Tal y como ya comenté en mi artículo de la semana pasada, aunque pueda parecer distante, esta situación implica serios riesgos para Canarias. Un elemento común de los movimientos de derecha radical es su negación del cambio climático, su oposición a las energías renovables y su apuesta por los combustibles fósiles. Trump ha llamado insistentemente a intensificar las extracciones de combustibles fósiles y el mismo canciller socialdemócrata alemán Olaf Scholz ha pedido a Von Der Leyen que flexibilice los estándares medioambientales para impulsar la competitividad de su economía, tal y como pide la ultraderecha de su país. Este enfoque sería devastador para un territorio como el nuestro, que ya experimenta con especial intensidad los efectos de la emergencia climática. Para Canarias, la mitigación y adaptación al cambio climático no solo es una necesidad, sino también una oportunidad para un desarrollo verdaderamente sostenible.
Es ampliamente conocido que Canarias, por su posición geográfica, juega un papel estratégico importante en el comercio internacional marítimo. El Puerto de Las Palmas está creciendo como centro logístico principal del Atlántico medio y ya en 2021, cuando el accidente de un barco inhabilitó el Canal de Suez durante una semana, Las Palmas se erigió como vía alternativa de tráfico marítimo. Por ello una guerra comercial derivada de las políticas arancelarias ultraproteccionistas como las que han anunciado Trump u otras derechas radicales, podría truncar el desarrollo del Puerto como una vía de diversificación e innovación para nuestra economía.
En su primer mandato, Trump reconoció unilateralmente la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, un gesto que probablemente se traduzca en un fortalecimiento del reino alauí como potencia regional durante su segundo mandato. Para Canarias, esto es una noticia preocupante, especialmente considerando los múltiples conflictos abiertos con Marruecos: disputas sobre aguas territoriales, la explotación de tierras raras, maniobras militares o prospecciones petrolíferas.
Y resulta mucho más grave tras el mensaje lanzado hace unos días de que pretende anexionarse por la fuerza Groenlandia y el Canal de Panamá y de que, incluso, Canadá podría ser un nuevo estado de Estado Unidos. Como escribió Miguel Roca el pasado martes en La Vanguardia se trata de algo “muy serio, muy grave y muy preocupante (…), una amenaza que genera incertidumbre y trastoca el orden internacional”. Para el político catalán esta amenaza de Trump recuerda a cuando Adolf Hitler “reclamaba el derecho de ocupar el espacio vital que Alemania necesitaba para asegurar su crecimiento y su seguridad”.
La reelección de Trump se inscribe en una ola reaccionaria que ha impulsado a fuerzas de extrema derecha en todo el mundo. En Europa, líderes como Viktor Orbán en Hungría y Giorgia Meloni en Italia representan esta tendencia. En Austria, el Partido de la Libertad, con raíces en el nazismo, ha sido encargado de formar gobierno tras ganar las elecciones. En Alemania, la AfD, otro partido con reminiscencias neonazis, espera obtener resultados destacados en las elecciones de febrero, mientras que en Francia, Marine Le Pen lidera las encuestas en medio de la mayor crisis político-institucional de la historia reciente del país.
El fenómeno no se limita a Occidente. En América Latina, fuerzas reaccionarias han ganado terreno, utilizando estrategias similares a las de Trump, como la desinformación y el populismo autoritario. El ascenso de gobiernos de corte ultraderechista en Argentina, con Milei, y en otros países, demuestra que la ola reaccionaria tiene alcance global, impulsada en parte por el debilitamiento de las instituciones internacionales y el auge de líderes que priorizan agendas nacionalistas excluyentes sobre el multilateralismo.
Sin embargo, limitar el análisis a los triunfos electorales sería un error. Estamos ante una profunda derechización de los valores, el pensamiento y el debate público. Incluso, principios antes incuestionables, como el apoyo a la democracia, están siendo erosionados. Esto es especialmente preocupante entre los jóvenes: según una encuesta de septiembre publicada por El País, uno de cada cuatro hombres de entre 18 y 26 años considera que el autoritarismo puede ser preferible a la democracia en ciertas circunstancias.
Las redes sociales, que son un espacio clave de socialización para las nuevas generaciones, han desempeñado un papel significativo en esta deriva. Bajo la influencia de magnates como Elon Musk, estos espacios se han convertido en plataformas para la difusión de bulos, mensajes de odio e ideas reaccionarias. Musk, en particular, ha utilizado su poder para desestabilizar democracias, apoyando abiertamente a partidos extremistas en Europa.
Un ejemplo reciente es su campaña en redes sociales para desacreditar al primer ministro británico, Keir Starmer, acusándolo falsamente de encubrir una red de pederastas pakistaníes. Lo irónico es que Starmer fue clave en llevar a los culpables ante la justicia. Este tipo de manipulaciones muestran cómo un excéntrico multimillonario con inclinaciones autoritarias puede amenazar a gobiernos democráticos sin que existan mecanismos efectivos para detenerlo.
La labor prioritaria de los nacionalistas de izquierda debe ser interpretar y responder a los retos globales desde nuestras coordenadas. No podemos limitarnos a ser espectadores, debemos intervenir activamente desde una perspectiva local. Por nuestra situación geográfica y por nuestras características únicas, Canarias es particularmente vulnerable a fenómenos como el cambio climático, la inestabilidad en el Sahel y África Occidental, las políticas migratorias y las turbulencias en el comercio internacional. Estos desafíos tienen un impacto directo en nuestra sociedad y en nuestra economía.
Es fundamental, por tanto, que las personas y las organizaciones progresistas de Canarias desarrollemos un proyecto de país y de gobierno que haga frente a esta ola reaccionaria. Desde la humildad, pero con determinación, debemos organizarnos para ser influyentes en el Congreso de los Diputados y contribuir a revertir esta dinámica en España. Asimismo, debemos librar la batalla cultural en defensa de nuestra identidad, que se basa en la apertura, la tolerancia, la paz, el respeto y la convivencia.
Antonio Morales Méndez. Presidente del Cabildo de Gran Canaria.
Llevamos un año asistiendo a un debate intenso en el seno de Nueva Canarias. Durante todo este tiempo las posiciones, lejos de aproximarse, han alcanzado su cenit de desencuentro en las últimas semanas con el anuncio de una de las partes en conflicto de abandonar la organización tras la decisión de la dirección de no plantear acuerdos hasta el congreso de julio
Durante todo este tiempo he mantenido una posición prudente para no contaminar mi papel institucional como presidente del Cabildo de Gran Canaria y para priorizar la estabilidad del gobierno insular que tan buenos resultados está proporcionando al progreso de Gran Canaria. La voy a seguir manteniendo, pero la casi certeza de que las diferencias de posición entre las distintas partes en conflicto dentro de NC no van a acabar en un acuerdo y sí a generar una fractura en la organización que representa al nacionalismo progresista en Canarias me obliga a compartir públicamente una reflexión responsable sobre las consecuencias graves de esa división.
La necesidad de un proyecto nacionalista de progreso en Canarias se ha hecho patente durante todos los años de la democracia: cuando hemos tenido representación en el Parlamento español defendiendo los derechos olvidados de esta tierra, en los gobiernos municipales que han liderado la transformación social y económica de esta isla tras la dictadura de Franco, desde el Cabildo impulsando un modelo de desarrollo ecosocial integrador para Gran Canaria y desde el Gobierno o en el Parlamento canario promoviendo un modelo de bienestar social que garantizara la sanidad, la educación pública o la defensa del territorio.
Con estos antecedentes, me preocupa enormemente que una fuerza que está siendo útil para la vida de nuestra gente y para defender los derechos de Canarias se fracture. Y con más razón si analizamos el contexto estatal e internacional en el que estamos inmersos en el que constatamos el aumento de los totalitarismos y los populismos así como el crecimiento de los movimientos de extrema derecha y fascistas en Europa y en el planeta. Y no nos puede ser ajeno.
La democracia está en crisis en el mundo. Avanzan los totalitarismos y las posiciones excluyentes que expulsan a los sectores vulnerables del disfrute de los derechos fundamentales. La “internacional reaccionaria” se extiende por el mundo. El negacionismo climático, la destrucción de lo público, la quiebra del Estado de Bienestar, de los derechos universales y de los derechos alcanzados se convierten en objetivos estratégicos para la ultraderecha, el ultraliberalismo y la antidemocracia. Crecen la desigualdad y la pobreza mientras unos pocos se hacen cada vez más ricos. La sociedad se polariza con el debilitamiento o la desaparición de las clases medias y la desesperación genera desconcierto y miradas hacia las posiciones extremas que impiden una salida integradora. Y todo esto se nota muchísimo más en territorios frágiles y aislados como el nuestro.
También la guerra comercial que va a desatar la anunciada imposición de Trump de aranceles a las importaciones, incluidas las de sus socios comerciales, puede tener un fuerte impacto en Gran Canaria, ya que tenemos en el Puerto de La Luz y de Las Palmas unos de nuestros principales vectores de diversificación económica.
Tampoco podemos olvidarnos de la importancia que tiene para las islas la construcción de un marco internacional de paz y respeto a la legalidad internacional. Tenemos una posición geoestratégica clave, y la creciente militarización de las relaciones internacionales así como el imperialismo de algunas potencias (Rusia, Israel, EEUU, Marruecos, etc.) puede tener efectos desestabilizadores poniendo en riesgo nuestra seguridad.
En España comprobamos cómo se afianzan los enfrentamientos entre los distintos partidos, lo que genera desafecto y rechazo hacia la política y las instituciones. Vemos también cómo aumentan el desprecio colonial a la realidad canaria y las posiciones conservadoras en gobiernos autonómicos que debilitan los servicios públicos y aumentan el centralismo excluyente. Esto supone una clara amenaza al estado de las autonomías como podemos comprobar, por ejemplo, con el trato injusto e insolidario que se da a Canarias al rechazar de manera sistemática una redistribución solidaria de la acogida de los menores inmigrantes que llegan hasta aquí.
Solo los territorios más autocentrados, con nacionalismos de amplia trayectoria y mucho apoyo popular, están siendo capaces de resistir al avance del centralismo o las políticas reaccionarias, a las que hacen seguidismo en muchas ocasiones los que se llaman partidos de estado como el PP o el PSOE. Siempre hemos defendido, y ahora es más necesario que nunca, que Canarias necesita tener una voz propia y potente en el concierto estatal, con más razones incluso que otros territorios por sus singularidades y por el tradicional olvido que sufrimos de esos poderes centrales.
La crisis de Nueva Canarias coincide con esa deriva totalitaria, geoestratégica y colonial que sufrimos a nivel estatal, continental y planetario. Sustraernos a esta realidad supone una enorme irresponsabilidad. Ahora, más que nunca, tenemos la obligación de apurar todas las iniciativas que se precisen para encontrar una solución racional al conflicto que amenaza terminar en una ruptura y, por lo tanto, en la división y el debilitamiento del nacionalismo progresista en Canarias.
En este contexto es fundamental contar en Canarias con un movimiento político nacionalista progresista, una voz que represente nuestras necesidades en un contexto de cambio de época. Y digo movimiento y no solo partido, porque tiene que ir mucho más allá de lo partidista-institucional y dar la batalla cultural y social en un momento de profunda derechización social y económica. Y lo cierto es que, hoy por hoy, Nueva Canarias es imprescindible para construir ese movimiento.
Dinamitar la fuerza actual del nacionalismo progresista y poner en riesgo las alianzas de izquierdas para los próximos años en las principales instituciones de Canarias es una enorme irresponsabilidad. La división fragmenta este espacio político, lo debilita de manera exponencial y quiebra, por tanto, la posibilidad de conformar gobiernos de progreso en ayuntamientos, cabildos y en la propia comunidad autónoma por mucho tiempo. Rompe la posibilidad de asumir el reto de combatir los efectos del calentamiento global, la carencia de viviendas, las disfunciones del modelo turístico o la desigualdad. Se abre paso al escenario que ya vimos hace unos años cuando Coalición Canaria gobernaba a su antojo utilizando los comodines del PP o del PSOE, según las circunstancias.
Con la ruptura con los grupos independientes, NC se debilita en Gran Canaria de manera notable. Perderá significativamente poder municipal, insular y autonómico. La posibilidad de sumar con grupos minoritarios en distintos municipios no es suficiente.
El conglomerado de grupos independientes, hasta ahora baluarte municipal de NC, se conforma, como todos sabemos, con una importante diversidad ideológica y corre el riesgo de volver a dividirse como en momentos no muy lejanos: la última alianza de NC con Sumar es una buena muestra de ello. Solos no podrán sino afianzar su poder local y, a lo sumo, tener presencia escasa en el Cabildo. La tentación que se podría plantear en esta amalgama independiente de caminar hacia alianzas antinatura provocaría una nueva división, una nueva fragmentación, una menor capacidad de decisión en las políticas insulares y autonómicas.
Estamos ante un momento crucial y solo la generosidad y la altura de miras de todas y de todos puede lograr un acuerdo digno. Diariamente se dirigen a mí ciudadanos y ciudadanas con la esperanza de una respuesta que les asegure la continuidad de una fuerza que está siendo útil para Gran Canaria y para el conjunto de Canarias. Lo que se está debatiendo es mucho más que una reorganización interna y que una discrepancia en una organización de tantas. La trascendencia que el debate está teniendo en la sociedad así lo demuestra.
Creo que es a la actual dirección de NC a la que corresponde una mayor responsabilidad para hacer frente a esta situación: es preciso que se afronte con altura de miras y sin personalismos. No se pueden sustentar las decisiones en mayorías orgánicas con muchísima menos representación institucional y muchísimo menos número de votos que la que representan quienes han planteado el conflicto. No se puede encontrar una salida sembrando bulos (yo entiendo bastante de esto puesto que lo he vivido en mis carnes) o generando inestabilidades. No se puede dar la espalda a lo que plantea el 80% de los cargos orgánicos o públicos de Gran Canaria. No se puede sustituir el debate político por lealtades personales.
Por parte del sector crítico no se deben plantear alternativas de la mano de la improvisación y la precipitación al comprobar que las vías del diálogo se agotan. Sin estrategias, con ambigüedades ante futuros pactos. Una huida hacia adelante para luego ver qué va a pasar es de una fragilidad peligrosa. El pragmatismo no puede sustituir a una determinación ideológica clara.
Reconozco que se ha perdido demasiado tiempo para alcanzar un acuerdo que considero factible y posible. Pero nunca es tarde si el objetivo lo merece. En el nacionalismo progresista no puede sobrar nadie. Estoy convencido de que la mayoría de nuestra sociedad, incluso de quienes no nos votaron, reconoce que un nacionalismo como el de NC es necesario para defender derechos fundamentales de nuestra gente. Es inexcusable responder a esa demanda. En la responsabilidad de todas y de todos está. Insisto: el auge de los totalitarismos, la antidemocracia, el iliberalismo, la ultraderecha, los neofascismos, el negacionismo climático o el desprecio a la realidad de Canarias aumenta la urgencia de buscar un acuerdo. Es una obligación histórica.
Antonio Morales Méndez. Presidente del Cabildo de Gran Canaria.
Nos acercamos al centenario del triunfo de los hombres y mujeres de La Aldea en su lucha por la propiedad de la tierra. Se saldó con un decreto del ministro Galo Ponte en 1927 por el que se expropiaba la histórica Hacienda Aldea de San Nicolás, de 1.950 hectáreas, valorada en quinientas cinco mil pesetas de entonces, y se entregaba a los 400 agricultores que venían cultivándola hasta que se generó el pleito a comienzos del siglo XX. Estamos ante un hecho histórico muy importante que corre el peligro de olvidarse o desconsiderarse por la catarata de acontecimientos que vinieron posteriormente y por la vertiginosa marcha de la historia contemporánea que pareció acelerarse justo años después de estos sucesos
El pleito por la propiedad de la tierra agrícola de La Aldea comienza a principios del siglo XVII cuando los campesinos cuestionan la posesión de la nobleza, que reside fuera de la isla, sobre los espacios que cultivan y reclaman su derecho a disponer de esos terrenos. La esperanza de la llegada de gobiernos liberales en España anima a los colonos a amotinarse a comienzos del siglo XIX, repartiendo la Hacienda en la confianza de un cambio de Régimen. Esa esperanza se frustra y tendrá que pasar un siglo más para que, con nuevas y significativas movilizaciones, obliguen a una intervención del Estado que culmina con el famoso Decreto expropietario de Galo Ponte que reparte las tierras entre los agricultores que las cultivaban. Tres siglos de lucha con un final que hizo justicia.
Aquella reivindicación y aquella victoria fueron decisivas para entender el progreso de La Aldea durante el siglo XX y su conformación como una sociedad agraria que generó empleo, atrajo nueva población y propició la creación de un tejido empresarial en torno a la agricultura de exportación. Supuso el tránsito de una sociedad feudal a una sociedad moderna gracias al empuje y a la determinación de una población que no se rindió a las presiones del poder caciquil y aristocrático de entonces.
En la historia de los pueblos hay experiencias decisivas que condicionan su identidad y determinan su organización, sus relaciones y su proyección de futuro. La historia es “un incesante volver a empezar” y puede ser esa constancia de volver a empezar lo que le ocurriera al pueblo aldeano desde el principio de sus tiempos históricos después del derrumbe de la sociedad aborigen.
La trascendencia de aquellos acontecimientos va más allá de La Aldea y repercute en el conjunto de Gran Canaria. No solo por su ejemplaridad sino porque permitió la modernización de la producción agraria consiguiendo condiciones similares en toda la isla y garantizó unos ingresos dignos a la mayoría de la población. Las nuevas empresas que se constituyeron con ocasión del reparto de tierras legalizado pudieron organizarse en cooperativas y sociedades que dieron fortaleza a la estructura empresarial agraria grancanaria.
De aquellas movilizaciones quedó en la memoria colectiva el convencimiento de que La Aldea era un pueblo resistente y decidido y de que los poderes que nacieron de la conquista y que dominaban la política y la judicatura generaban una fractura y una parálisis social que obstaculizaban la modernización de la isla. La revuelta de La Aldea vino a denunciar esa situación y a terminar con las consecuencias de los injustos repartos de tierras y agua que se habían producido a partir de la conquista castellana.
Estos acontecimientos vienen a desmentir la idea de que la sociedad canaria ha sido incapaz de enfrentarse a situaciones de injusticia y dependencia que han limitado nuestros derechos y retrasado el progreso social. Es cierto que, como en el caso de La Aldea, no son acciones inmediatas y tenemos que esperar demasiado tiempo para resolverlas, pero se desmorona el mito de nuestra pasividad o de nuestra tendencia a la resignación. Las canarias y los canarios tenemos capacidad y experiencias de transformación que nos sirven para confiar en nuestra capacidade de crear futuro.
Lo que sí podemos comprobar es que somos un pueblo resiliente que resiste las adversidades sin destruirse y aprovecha esa energía para mantener la búsqueda de los objetivos que necesitamos. Lo que ocurrió con el Motín de Agüimes, lo que ocurrió en la Aldea, se había producido una década antes con la creación del Cabildo de Gran Canaria o poco después con la división provincial para aumentar nuestro autogobierno o con la expansión del puerto de La Luz. Y en tiempos más cercanos lo hemos vivido con la creación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
Y una enseñanza fundamental de la historia aldeana es que garantizar la máxima unidad entre todos los sectores implicados y el conjunto de la ciudadanía es la condición indispensable para avanzar como pueblo en cuestiones decisivas. Sucedió en los grandes acontecimientos que he citado, pero debemos mantenerla en los retos que tenemos que afrontar para el futuro inmediato.
Tenemos que avanzar unidos en la adaptación al cambio climático con la necesaria transición energética, hídrica y alimentaria. Es un reto en el que debemos comprometernos sin excepciones. Lo mismo tiene que ocurrir en nuestra justa reivindicación ante el Estado de encauzar equilibrada y solidariamente la acogida de los niños y niñas migrantes y sin referencias familiares entre todas las comunidades autónomas de España. Y con la misma resolución debemos reducir los niveles de pobreza de nuestra gente de manera que cada sector social asuma su parte de responsabilidad en la mejora de las condiciones de vida de la mayoría. Es imprescindible que rememos en el mismo sentido, como sociedad articulada, para diversificar nuestra economía alrededor de iniciativas verdes, azules o circulares.
La expropiación de las tierras benefició directamente a quienes las cultivaban. Estoy convencido de que Galo Ponte comprobó que no tenía sentido defender una propiedad que rentaba a quienes ni vivían, ni producían en la isla en contra de quienes sí generaban riqueza y progreso social ligado al territorio. Por eso hoy también necesitamos autogestionar nuestra riqueza para reducir la dependencia del exterior. Tenemos que favorecer un turismo sostenible que distribuya sus beneficios, incentivar al pequeño y mediano empresariado para que innove y aporte los nuevos servicios que la digitalización impone y formar a nuestra gente para que aporte talento y valor añadido.
Esta es la historia y a partir de aquí, desde el Cabildo de Gran Canaria y el ayuntamiento de La Aldea queremos conmemorar, difundir y compartir con toda la población la significación de estos acontecimientos, las enseñanzas que debemos extraer para afianzar nuestros valores y garantizar que las nuevas generaciones hagan suyas las conquistas que han hecho posible que La Aldea haya progresado y afianzado su identidad como sociedad libre.
Por eso, el Cabildo de Gran Canaria y el ayuntamiento de La Aldea han acordado un programa de actividades para actualizar la memoria de unos hechos que deben llenar de orgullo a toda la población, justa heredera de aquellas conquistas. Pretendemos también difundir ampliamente entre la sociedad aldeana y grancanaria en general la información y el significado de unos hechos relevantes al comienzo del siglo XX en nuestra isla. Y debemos impulsar la investigación histórica, sociológica y política de unos hechos que han tenido gran repercusión.
La historia es para aprender de ella, más en unos tiempos modernos donde resurgen ideologías que parecían desterradas y que ahora, en tiempos de crisis, reaparecen. No debemos repetir los errores colectivos del pasado y la celebración del Centenario del Pleito de La Aldea en este bienio de 1925-1927, va a ser un motivo para continuar unidos, labrando día a día la tierra que nuestros abuelos conquistaron. Renovamos así nuestro compromiso democrático por la igualdad y la dignidad de nuestra gente formando en ello a las nuevas generaciones para que promuevan la justicia social que la lucha de La Aldea nos facilitó.
Antonio Morales Méndez. Presidente del Cabildo de Gran Canaria.
Pino Ojeda, PinOjeda como ella firmaba, es una extraordinaria autora grancanaria, nacida en 1916 y fallecida en 2002, que ha permanecido olvidada durante décadas. Como muchas, desgraciadamente, por la sombra gris de la dictadura y el fanatismo. Afortunadamente, ha llegado la hora de redescubrirla y compartirla con todas las generaciones que no han tenido la posibilidad de conocerla y disfrutarla
Entre las prioridades culturales del Cabildo de Gran Canaria está el recuperar y reconocer el valor literario, creativo y artístico de muchas personalidades que han permanecido en el olvido durante casi un siglo por razones políticas, de género, etc. Para iniciar este apasionante reto hemos organizado un programa que pretende extenderse en el tiempo y en toda la geografía de Gran Canaria bajo el sugestivo título de EL PODER DE LA PALABRA.
Y la mejor imagen de este proyecto la tuvimos el pasado miércoles 23 de octubre en el Teatro Cuyás de nuestra capital, cuando 650 estudiantes de institutos de Gran Canaria conectaron por primera vez con la obra de Pino Ojeda presenciando la representación de su obra inédita “Morir una sola vez“. Reconozco que hacía tiempo que no me emocionaba y esperanzaba a la vez al comprobar de nuevo el poder de la obra literaria en contacto directo con una juventud abierta y expectante.
Aprovechamos la ocasión para visibilizar y reconocer la producción literaria de una mujer vanguardia en su tiempo e invisibilizada como lo han sido decenas de mujeres canarias de gran talento. Este acto se va a divulgar con otros recursos comunicativos como videos, relatos y documentos que proyectarán una experiencia que estoy seguro hará disfrutar a miles de grancanarios y grancanarias.
Este proyecto se va a extender a nuevos autores y autoras canarias y va a reforzar la apuesta del Gobierno de la isla, a través de su área de Cultura, por la creación y la libertad en todos los centros educativos de secundaria de Gran Canaria y en el conjunto de la sociedad. Es una manera también de poner a disposición de los centros educativos los recursos culturales, patrimoniales, museísticos y documentales de los que disponemos para que el alumnado y el profesorado cuenten con referencias y estímulos acerca de los valores que nos identifican.
La campaña enlaza cultura, juventud e inteligencia artificial. Hemos recuperado una obra de teatro inédita e inconclusa de Pino Ojeda y se ha completado utilizando la herramienta de la inteligencia artificial. Es todo un llamamiento para aprender a utilizar los nuevos recursos tecnológicos desde la autonomía personal, entroncándolos con la mejor creación literaria de las islas.
Pino Ojeda tuvo que sentirse muy feliz ese miércoles por vernos reunidos disfrutando de la palabra y valorando su obra como un pilar fundamental de la cultura canaria y universal. Estamos hechos de palabras. Nos hace humanos y nos hace libres. Porque la palabra es poderosa, tiene la capacidad de cambiar vidas, de mover corazones, de abrazarnos a otras culturas y de unir a los pueblos.
Y es más necesaria ahora que nunca para hablar de paz en un mundo convulso, para denunciar las guerras genocidas como las de Israel en Gaza así como las violaciones de los derechos humanos en el mundo, el aumento de la pobreza y las desigualdades y los cercos a las democracias.
Como escribió Pedro Salinas, “No hay duda de que en la palabra cordial e inteligente tiene la violencia su peor enemigo (…) Solo cuando se agota la esperanza en el poder suasorio del habla, en su fuerza de convencimiento, rebrillan las armas y se inicia la violencia”.
Está en nuestras manos usarla para dejar una huella en el mundo. Si no fuera por la palabra en estos momentos no estaríamos hablando de Pino Ojeda y de su legado. Hoy Pino Ojeda nos sigue acompañando, nos sigue ayudando a comprender su época, a entender lo avanzada que era su visión y cómo gracias a mujeres como ella en la actualidad tenemos más derechos y somos más felices.
La palabra me sirve, como presidente del Cabildo, para pedir la confianza de las grancanarias y grancanarios, para informar de la ecoísla que se afianza en Gran Canaria, para compartir las preocupaciones por los riesgos del cambio climático, para defender a las personas más vulnerables.
Me marcaron las palabras de mis abuelos, de mis padres, de mis mejores profesoras y profesores. Sus consejos, sus enseñanzas, me vienen a la memoria muchísimas veces. Son como farolillos encendidos que guían mi camino en los momentos de oscuridad.
Quiero escuchar la palabra de la juventud porque las necesitamos valientes, críticas, solidarias, canarias, creativas, respetuosas, firmes pero sin violencias…”Para que tú me oigas/ mis palabras/ se adelgazan a veces,” nos dijo Pablo Neruda. Sin temor a equivocarnos y, por tanto, a rectificar. Churchill lo expresó de una manera muy simpática: “A menudo me he tenido que comer mis palabras y he descubierto que eran una dieta equilibrada”.
El poder de la palabra es lo que nos da identidad, nos conecta con quienes queremos, da forma a nuestra memoria y a nuestras ideas. Siempre nos va a quedar la palabra, nadie nos la debe quitar. No podemos permitir que nos dejen sin ella. Debemos pensar con Blas de Otero cuando escribe: “Si he perdido la vida, el tiempo, todo/ lo que tiré, como un anillo, al agua;/ si he perdido la voz en la maleza/ me queda la palabra/.”
Le dije al alumnado que participaba en el acto del Cuyás que me gustaría que descubrieran la magia que hay en cada palabra que elijan, que encuentren en la literatura un refugio, un lugar donde volverse fuertes, críticos y, sobre todo, libres. Les insistí en que es el arma más poderosa para cambiar el mundo, y está en sus manos hacerla suya. “Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos”, como cantó Gabriel Celaya
Los eventos que estamos organizando para recuperar la figura de Pino Ojeda y los que haremos para dar a conocer a otros creadores y creadoras de Gran Canaria, si dejan alguna huella, un legado, será gracias a la palabra. Pino Ojeda lo sabía. Le dolía hasta el mar en silencio: “¡Qué tristeza me invade en lo más hondo/ al verte tan sumiso y tan callado/.”
Con sus palabras llegó a nuestro interior, donde siguen resonando. Para ella, como le contó en su día en una entrevista a Eugenio Padorno, “es el único medio para expresar lo inefable. La poesía no podría existir sin la palabra, porque la palabra es lo único que existe”. Por eso su verbo es una herencia imborrable. En tiempos convulsos, su obra es una inexpugnable fortaleza que nos permite protegernos de las tormentas y mirar con esperanza el futuro.
Estamos metidos de lleno en la celebración de Noviembre Forestal, una iniciativa que nació con el objetivo de acercar los bosques y su importancia a la sociedad. El próximo año se conmemora el 75 aniversario de las primeras repoblaciones de pinar en las cumbres de la isla, promovidas por el Cabildo de Gran Canaria. Esta efeméride señala el comienzo de un cambio de modelo de gestión del monte en nuestro territorio
Hasta ese momento, la desaparición de la masa forestal de pinar, laurisilva y termófilo, había alcanzado proporciones alarmantes. Se había convertido en un paisaje asolado que sufría una rápida desertización por la erosión del suelo desprotegido. Hoy, afortunadamente, la imagen es diferente. Disponemos de grandes pinares jóvenes de menos de 75 años junto a zonas con ejemplares que han sobrevivido varios siglos. Aun así, sólo el 15% de la superficie con capacidad forestal de la isla - 20.000 hectáreas- se encuentra arbolada, lo que supone que aún se puede incrementar la envoltura vegetal de Gran Canaria.
La iniciativa de reverdecer las cumbres partió del Cabildo de Gran Canaria, que encargó a su director de Vías y Obras de aquel entonces, Simón Benítez Padilla, el primer Plan Hidrológico. Lo culminó en 1946 y fue aprobado al año siguiente. Presas, granjas agrícolas experimentales, canales, viveros y consorcios de fincas se han ido haciendo realidad en la isla. 75 años de compromiso del Cabildo con la gestión del monte que, a medida que crecía en altura y extensión, presentaba nuevos retos de gestión que durante todos estos años ha ido afrontando esta institución.
Hoy el reto es muy complejo, ya que debemos proteger nuestra biodiversidad de la erosión, las sequías y los fenómenos meteorológicos extremos derivados del cambio climático. Una de las principales amenazas son los grandes incendios forestales. Este riesgo no existía hace 75 años, cuando los bosques se habían reducido a la mínima expresión y las zonas de cumbre abastecían con sus escasos recursos a una población menguante que luchaba por su supervivencia.
La repoblación forestal iniciada hace 75 años dio lugar a una gran ‘familia forestal’ que surgió por la camaradería entre el personal del Cabildo y la sociedad civil que participaba en las campañas del Día del Árbol. Pero estas actuaciones originaron poco después, paralelamente al crecimiento de los bosques y la consecuente acumulación desmesurada de biomasa, la amenaza de los grandes incendios forestales, por lo que tuvo que dotarse a la isla de los medios necesarios para prevenir y extinguir los fuegos.
Hoy día Gran Canaria ha sido testigo de incendios de ‘quinta generación’ y nos preparamos para un nuevo escenario de mayores amenazas ante el cambio climático. De una cuadrilla de peones para cuidar nuestros montes, liderada por el ingeniero Juan Hidalgo, hemos pasado a un amplio operativo de equipos de bomberos forestales, investigadores, personal técnico, helicópteros, tecnología punta y un dispositivo de equipos de Protección Civil en cada uno de los municipios. Pero no es suficiente. El fuego no responde a la lógica de los recursos que puedan destinarse a su extinción. Ningún servicio de extinción del mundo puede ya contener a los grandes incendios forestales de quinta y sexta generación que quedan fuera de la capacidad de extinción humana. Con unas llamas de decenas de metros de altura y unas velocidades de propagación nunca vistas, calcinan todo lo que se cruza en su camino, ya sean bosques o poblaciones.
La extendida expresión que afirma que los incendios se apagan en invierno no deja de ser cierta, aunque insuficiente. Por un lado, refleja la necesidad de realizar una permanente actuación sobre el monte para gestionarlo adecuadamente. Por el otro, la ‘eterna primavera’ de la que gozábamos está viéndose alterada por olas de calor cada vez más frecuentes y prolongadas. Ante este escenario, seguimos padeciendo largos ciclos de sequía que desecan nuestra tierra y la hacen más vulnerable al fuego. Es por esta razón por la que se mantienen los dispositivos contra incendios durante todo el año, reforzados durante la campaña de verano y equipados de medios de transporte y extinción, sistemas avanzados de vídeo vigilancia y otros recursos tecnológicos.
Estas medidas son fruto de la experiencia y de la estrategia que se desarrolla ante el fuego. Han sido varios incendios los que en los últimos años nos han demostrado nuestra vulnerabilidad y han causado un profundo dolor colectivo. Pero también hemos aprendido. Hemos adoptado un vocabulario específico, una lengua que es cotidiana en los medios de comunicación con palabras como ‘Presa’, ‘Bravo’, ‘Delta’, ‘Intensidad’, ‘Severidad’, ‘Superficie’, ‘Potencial’... todas ellas aplicadas a los incendios.
También estamos aprendiendo a tratar el fuego y a controlarlo antes de que se origine. Los últimos incendios que hemos sufrido se han encontrado con infraestructuras de prevención previamente ejecutadas. En el de Tejeda, el pasado 2023, la superficie afectada fue de 431 hectáreas, pero su potencial era infinitamente mayor. En esta ocasión, las actuaciones de cortafuegos (quemas prescritas, rebaños bombero, retirada de vegetación...) permitieron 'conducir' las llamas hacia su extinción al no encontrar exceso de combustible para extenderse.
El pasado mes de agosto tuvimos el único incendio reseñable de esta temporada. Su rápida propagación hizo temer lo peor, pero pudo ser controlado de manera eficaz, por lo que afectó únicamente a 18 hectáreas de palmeral y cañaveral, así como a algunas instalaciones agrícolas y turísticas. En este caso, la limpieza que se había realizado previamente de hojas de palmera secas y retirada de cañas, supuso la diferencia entre el control del incendio y el riesgo real de que llegara a la zona de Tunte y desde allí se pudiera propagar por las montañas y provocar un desastre de miles de hectáreas de bosque quemado. A la prevención se une la rápida respuesta y eficiencia de todos los agentes y servicios implicados en su extinción. La cooperación institucional, de las empresas y los cuerpos de voluntarios ha ido perfeccionándose para mejorar su eficacia.
A pesar de todos estos avances, no debemos perder de vista el contexto general. Gran Canaria se encuentra ante un escenario de grandes incendios forestales. Corremos el riesgo de sufrirlos en cualquier momento. En los últimos 24 años, nueve grandes incendios forestales han afectado gravemente a nuestra isla, lo que da una media de un gran incendio forestal cada 2 o 3 años.
La estrategia convencional de prevención basada casi exclusivamente en la extinción de incendios ha llegado a su límite de efectividad. Por eso, la era de la extinción va dejando paso a la era de la gestión del paisaje, que es algo tan simple como la necesidad de dar al territorio usos que garantizan la convivencia entre espacios naturales, productivos o habitacionales que actúan como cortafuegos, como se ha demostrado en diferentes incendios. La recuperación del suelo agrícola forma parte de una de las líneas de actuación del Cabildo en su objetivo de lograr la soberanía alimentaria y la protección ante los grandes incendios forestales.
Para ello se ha impulsado la estrategia Gran Canaria Mosaico, que promueve la recuperación de paisajes mosaicos basados en el equilibrio entre los espacios naturales y las actividades rurales tradicionales, así como la adaptación de la sociedad para convivir con el fuego. Son territorios donde conviven diferentes tipos de bosques con sembrados o pastos y donde cada una de estas piezas pone obstáculos al fuego, que se propaga más lento y hace posible sofocarlo. Se realiza un amplio abanico de actuaciones de prevención mediante la gestión del paisaje, que se desarrollan durante todo el año: quemas prescritas, rebaños bombero, tratamientos forestales, limpieza de palmerales y cañaverales, fomento de la silvicultura con la apertura de la primera fábrica de pelets, apoyo a los pinocheros, a los pastores, al carboneo tradicional y un largo etcétera. Son medidas que nos convierten en referencia en toda España y que atraen también el interés de bomberos forestales de otros países que acuden a Gran Canaria para aprender nuestras tácticas.
Se trabaja durante todo el año en mejorar la formación, los equipamientos y la dotación de nuestro cuerpo de bomberos forestales y de las agrupaciones de Proteccion Civil de los municipios. En los municipios se realizan varios Programas de Formación en Alternancia con el Empleo (PFAES) que preparan a los futuros bomberos forestales y profesionales silvicultores.
A los recursos de personal cualificado, hay que sumar la constante mejora de infraestructuras hidráulicas, desalación, depuración, reutilización y almacenamiento de agua con la red que unirá las ocho grandes presas del Cabildo que rodean la caldera de Tejeda. Estas actuaciones nos devuelven al pasado, a aquel Plan Hidrológico de 1946 y a la posterior construcción de las grandes presas que se desarrolló paralelamente a las labores de reforestación. También hemos innovado y sorprendido a muchos con la creación e instalación de los captadores de niebla que actúan como esponjas del alisio, como forma de recuperar la función que realizaban los bosques que cubrieron la isla hasta la conquista y la posterior puesta en explotación de los recursos naturales para la industria azucarera, la construcción o los astilleros.
Desde lo privado también se puede colaborar. Es vital su actuación para evitar que los incendios afecten a las propiedades y a las personas. El cuidado del entorno inmediato de las viviendas particulares y el cumplimiento de las instrucciones de los profesionales y cuerpos de seguridad delimita la diferencia entre la tragedia o el éxito en la lucha por la supervivencia en caso de un gran incendio forestal. Todas las personas que participan en esta responsabilidad compartida tienen un denominador común: aman a su isla, la cuidan, la disfrutan porque forma parte de su vida. Conocer la isla nos ayuda a curar sus heridas, a atender sus necesidades. La isla es nuestro hogar y la tenemos que cuidar.
Antonio Morales Méndez. Presidente del Cabildo de Gran Canaria
La popular y veterana emisora de radio "Radio faro del Noroeste" sigue su proyección hacia una mayor ampliación de su cobertura.